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miércoles, 4 de enero de 2023

24 HORAS ULTRAFONDO EN PISTA DE BARCELONA

Si hay algo a lo que nadie nos gana a los aragoneses es a CABEZONES. Yo me encuentro inmerso en la espiral del Ultrafondo. En diciembre del 2021 lo probé por primera vez, me enamoró y rompió el corazón por partes iguales. Se repitió la cita meses después y el resultado, pese a tener mas "feeling", volvió a salir mal pero yo no me rindo. Así que no quería dejar cerrar el año sin quedar una vez más con: 24 horas Ultrafondo en pista de Barcelona.

Para hacer una pequeña introducción, esta disciplina consiste en recorrer los máximos kilómetros en un pista de atletismo en el plazo de 24 horas. La salida se realiza un sábado a las 12 del mediodía e ininterrumpidamente se compite hasta las 12 horas del día siguiente.

En los 2 anteriores intentos creía haber llevado una preparación física correcta. Con lo que no contaba es que la parte mental es igual o más importante. Como si fuera un aparato con obsolescencia programada, mi cerebro a las 12 de la noche se apagó. Por mucho que intenté reiniciarlo, no pude hacer nada y acabé retirándome parcialmente. En Barcelona estuve desconectado 10 horas, en Ciudad Real lo reduje a las 5. Mi intención esta vez era no dejar de correr (O andar) durante las 24 horas.

Llegó el día y Barcelona nos recibió con una tormenta bastante intensa. ¿Será un preludio de como va a acabar esta historia? Lo iremos descubriendo....24 horas dan para mucho.

Al principio todo es felicidad...


Pese a la lluvia, la temperatura era bastante agradable. No había excusa. Se da el pistoletazo de salida y empiezan las vueltas. Mi intención es hacer 12/11 kilómetros cada hora. Como buena hormiguita, ir acumulando para cuando lleguen los momentos duros. Como ayuda extra, esta vez vamos 5 compañeros. La mejor medicina es animarse unos a otros y en esta disciplina te vas a hartar de cruzarte con tus amigos.

No dejé de correr hasta que completé 50 kilómetros. Ahí decidí darme un respiro e hice la siguiente vuelta andando. Mi plan nutricional es ir ingiriendo algo cada medía hora. Voy alternado agua, isotónico, hidratos líquidos y geles con alimentos solidos como dátiles o plátanos. A las 7 horas de competición tenía planificado comer hidratos, saqué mi tupper de macarrones y durante dos vueltas andando, los fui degustando. ¡CARGA COMPLETA! A volver a correr.....

Mi mente ya empezaba funcionar a trompicones. No estaba tan fresco, algo completamente normal. Me acercaba a los 100 kilómetros y me quise dar una recompensa. Una vez llegara a esa cifra, como premio me iba a dar una ducha. Hay que imaginarse pequeños objetivos para no caer en la monotonía. Que no te pase como a Shakira. A las 10 horas lo conseguí y me fui directo al vestuario. Fue como entrar a boxes, ducha de agua ardiendo, cambio de equipación y vuelta a la pista con coche nuevo. Es algo que suelo hacer en carreras de ultra distancia y la verdad es que me funciona de maravilla, es como resetear. Empezar de cero. Además, se acercaba la hora clave: Las 12 de la noche....¡Que nervios!

Luego empieza la seriedad...

Si te digo la verdad, me sentía bastante bien físicamente pero tenía una enorme incertidumbre de como iba a reaccionar mi mente una vez llegara la hora. Por suerte, en el público se encontraba la solución. 
Un híbrido entre animadora y entrenadora que iba a acompañarme durante la primera hora para animar y sobre todo, para no dejar que me retirará. ¡GRACIAS!

Ya inmersos en la profundidad de la noche, decidí cambiar la estrategia. Cada media hora corriendo, haría una vuelta andando. Buscaba contrarrestar el hastío de la oscuridad. También decidí usar el consejo de mi amigo Jordi. Me puse los auriculares, inicié Spotify y activé JAHSTA. A ritmo de reggae aragonés las vueltas se hacían solas. Que manera de "Volar". Durante esta parte de la carrera me sentía pleno físicamente. Cuando ya me había escuchado toda la discografía, cambié de registro. Opté por BAD BUNNY creyendo que "Me la' vo'a llevar a to'a" pero no fue así. El body ya no me pedía música. Si el cuerpo me lo pide, yo me porto bonito....

Llegando a las 6 de la mañana mi energía estaba casi acabada. Notaba que me quedaba dormido mientras trotaba. Estaba llegando a mi tope. Cuando alcancé los 165 kilómetros, el temido apagado cerebral llegó. Sin decir nada a los de mi alrededor, me escapé a la zona de descanso. Entrar ahí fue desolador. Todo lleno de soldados caídos en combate pero con ropa fosforita. Me hice un hueco donde pude y me prometí estar solo 45 minutos...

Una vez probé lo que era estar tumbado, pese a los dolores que no me permitían descansar, decidí prolongar mi estancia en el exilio hasta que saliera el sol, a las 8 de la mañana. Ya me daban igual los objetivos que me había marcado antes de llegar: La mínima para ir a Spartathlon y el Récord de Aragón. Por suerte, mi amigo Marcos se percató, entró y me animó a seguir.

A partir de aquí quedaban 5 horas. Empezaba la guerra de los números. Hacer cálculos para ver si me daba tiempo a cumplir mis objetivos iniciales. Lo malo es que a estas alturas, cualquier cuenta matemática es un suplicio. Mi cabeza es un polvorín y para que os voy a engañar, motivación me quedaba poca.

En una de esas vueltas deambulando por la pista, miré a las gradas y ahí estaba ella, la que iba a ser mi acicate. Mi inflexible estimulo. Me animó y exigió que empezara a correr, que cumpliera lo que había venido a buscar. Con ese obligatorio bofetón de realidad me puse a seguir a Tomi Ronkainen que era el que llevaba un ritmo más rápido. Pensé que la manera más eficaz de sumar kilómetros rápidamente era seguir la estela de alguien y así no pensar en nada más.

Sin llegar a creérmelo del todo, estaba pletórico. Pleno de fuerzas y con ritmos cercanos a los 4:15. Las pulsaciones las tenía muy altas pero no me importaba. Era momento de darlo todo. Incluso dejé atrás a Tomi e impuse mi propio ritmo. Primera meta: Llegar a 186 kilómetros, la mínima para poder viajar a Grecia.

Una vez que lo conseguí, quedaban menos de 2 horas de competición. La cuenta atrás había empezado. El siguiente objetivo era atacar el récord de Aragón: 194 kilómetros. Tenía dudas con este dato y me quise cerciorar preguntado a un compañero...malas noticias. Había nueva marca. Ésta había subido a 205 el año pasado. Misión casi imposible y un contratiempo en toda regla. Todo el subidón que llevaba, se desplomó. 

En ese momento de incertidumbre y desasosiego apareció Javier Lozano, compañero de fatigas en Ciudad Real. Me vio decaído y poco más que me saca el látigo para que no me rindiera. Para ser realistas, era muy difícil atacar el récord pero llegar a la nada despreciable cifra de 200 lo tenía en mis manos. Bueno, mejor dicho en mis piernas. Tic, tac, tic, tac. Con lo lento que pasaban los minutos por la noche y ahora vuelan.

Cuando quedaban 20 minutos pasé por el arco de meta y la pantalla marcó 200 kilómetros. ¡Prueba superada! Visto que el récord era imposible, mi cuerpo entro en modo reserva. Ya no podía correr ni un metro más. Las últimas vueltas las hice andando y hablando con mis compañeros de siempre: Marcos, Augusto, Jordi, Jesús o nuevas amistades como Oriol. Estaba completamente vacío pero lleno de alegría. 

¡Pero siempre acaba bien!

Por fin había conseguido completar las 24 horas de manera satisfactoria y feliz. Evidentemente, los días posteriores son de reflexión y dar mil vueltas a lo vivido. ¿Y si no me hubiera parado? ¿El ritmo fue el correcto? Quedarme tan cerca del récord hace que me quede con un sabor amargo. No me quito mérito a lo conseguido pero es irremediable tener ese sentimiento de "fracaso" aunque ya se que no lo es. 

No obstante, el resultado global es más que satisfactorio. He disfrutado mucho de la experiencia. 24 horas en las que te pasa de todo, piensas en muchas cosas y eso que lo de pensar no es mi fuerte. Estás rodeado de gente increíble y te das cuenta que aunque sufras mucho, te sientes totalmente enganchado.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 24:00:00
Clasificación general: 10

Kilómetros Acumulados: 201

                                               BANDA SONORA DE LA CARRERA