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domingo, 7 de mayo de 2023

24 HORAS EN PISTA DE CIUDAD REAL

Como si de un déjà vu se tratase y pese a decir la típica frase "Aquí no vuelvo", otra vez estaba enfrascado de lleno en un festival y no de música precisamente. Volvíamos a repetir en el Ultrafondo, en las 24 horas en pista de Ciudad Real.

Es una situación contradictoria. Es la disciplina que más me ha exigido física y mentalmente. En el aspecto corporal, nunca he sentido un dolor así al acabar la prueba y en cuanto a la cabeza, es una autentica tortura. Pese a todo....¡ME ENCANTA!

Además, seguía con una espinita clavada. Mi objetivo principal siempre ha sido intentar conseguir el récord de Aragón. En las 3 competiciones anteriores he vivido una continua evolución. Desde el desastre de mi estreno hasta quedarme a las puertas en Can Dragó. Esta última, precisamente, me hizo darme cuenta que lo podía conseguir. Esperemos que a la cuarta sea la vencida.

Amanece el día de la carrera con un sol radiante. Que inicie a las 12 del mediodía, no da pie a aprovechar el "fresquito de la mañana". Aquí no nos andamos con rodeos. Venimos a sufrir desde el inicio.

Somos pocos los atletas que participamos, unos 30. Personalmente, lo prefiero así. El ambiente se hace más cercano tanto entre los corredores como con los acompañantes y la organización. Somos una GRAN pequeña familia.

La Gran familia del ULTRAFONDO

Mi estrategia al principio será hacer unos 12 kilómetros a la hora. Ir acumulando la primera parte de la carrera para tener la despensa llena cuando lleguen las horas cruciales. Ser una buena hormiguita. Más tarde, por cada media hora corriendo, daré una vuelta andando a la pista. Luego haré lo que me dé la gana pero así parece que lo tengo todo controlado.

Iban pasando las horas y todo marchaba a la perfección. El peor enemigo era el calor. Solución: Mucha hidratación por dentro y fuera y bajar un poco el ritmo. No obstante, las temperaturas eran más benévolas de lo que nos esperábamos. Ra estaba teniendo compasión de nosotros.

Eran las 10 de la noche y nos acercábamos a los 100 kilómetros y con ello, una merecida recompensa. Al llegar a la centena siempre me auto regalo una ducha. Reponer energías y cambiar de ropa. Me han comentado que haciéndolo, pierdo mucho tiempo. Decido cronometrarme al más puro estilo Formula 1. En total, 13 minutos. Estoy sin sumar vueltas un tiempo pero como me dijo mi compañera Elena, luego las gano. Regreso con la barrita llena de energía y acelero el ritmo. ¡Empieza una partida nueva!

Llega la medianoche. Llega el ecuador de la carrera. Llega el momento crucial. Llega...¿el qué?...La hora de la verdad. En anteriores ediciones, al llegar las 12, mi mente colapsaba. El caos se adueñaba de mi y acababa retirándome. Afortunadamente, encontré la solución en Can Dragó.

                                  "Este es un evento patrocinado por Spotify"

La música fue mi salvadora. Procedo a poner los cascos en mis oídos, me sumerjo en la melodía y consigo abstraerme de todo. La misión en estos momentos es no pensar. "Jahsta" y "la Pegatina" son los fieles compañeros. 3 horas que pasan sin apenas enterarme pero al final todo cansa, apago el móvil y vuelvo a la realidad de la competición.

Concentración...

Ya llevamos 15 horas de carrera. Es el momento de hablar de otra pieza clave. Yo diría que la más importante: LOS ACOMPAÑANTES. Cuando tu mente ya no encuentra ninguna solución, es fundamental alguien que consiga animarte y hacer ver todo lo positivo de la situación. En mi caso fue mi chica. Ella se encargó de llevarme por el buen camino. Evitaba que cayera en los peligros de una mala alimentación en forma de helado. Hacia cuentas imposibles para saber las vueltas necesarias que debía dar a la hora. Si se me antojaba un caldo, me quitaba la tontería de la cabeza. Incluso cuando llegaban las 5 de la mañana, me mandó a dormir. Sabíamos por experiencia que es una táctica que me viene muy bien. Desconectar un poco las piernas provoca que vuelva a retomar ritmos perdidos. Pese a mi reticencia a abandonar la pista, al final accedí a descansar 30 minutos. A estas alturas, había conseguido ponerme segundo en la clasificación pero era hora de mantener la cabeza fría. Mi objetivo era el récord de Aragón.

También tuvimos mucha suerte con nuestros compañeros de avituallamiento. Nos juntamos en las mismas mesas 8 auténticos personajes. Sin duda, esta experiencia no hubiera sido lo mismo sin Fran, David, Noemí, Pablo, Elena y su marido. Los que estamos en pista tenemos nuestro mérito pero los que se mantienen a nuestro lado, aguantándonos, es para quitarse el sombrero. ¡GRACIAS!

Después de un merecido descanso, volví más activo pero la alegría duró poco. Cuando quedaban 5 horas de competición comenzó mi vía crucis personal. Todo lo veía negro. Las cuentas no me salían y solo quería tirar la toalla. Ya me daba igual el récord. Aquí apareció mi novia. Se puso el traje de "poli mala" y empezó con su peculiar manera de convicción. Y tanto que lo consiguió. A base de represalias y amenazas amistosas, hizo resurgir otra vez mi vena luchadora. He de reconocer que me llegué a enfadar por no dejarme parar pero acaté sus ordenes sin rechistar porque en el fondo, sabía que era lo correcto.

Así, con la energía renovada, aderezada con los primeros rayos de sol, Tricas se vino arriba. Me estrategia era correr 5 kilómetros seguidos y descansar una vuelta. Pequeños objetivos para dinamizar cuerpo y mente. 

Los diferentes cambios de estado de los atletas a lo largo de la noche, hizo que llegáramos a la parte final de la competición los 4 primeros clasificados bastante igualados. Entre nosotros nos llevábamos una distancia considerable pero resultaba gracioso. Si yo me ponía a correr, el que iba segundo tenía que acelerar también por miedo a que le alcanzara e inevitablemente, hacíamos no confiarse al primero. Yo solo quería conseguir mi objetivo lo antes posible, la clasificación era algo secundario. No para Fran y Kiko, que les puse en jaque. No dejé que se relajaran en ningún momento. Ya lo siento, no era mi intención pero hay que reconocer que dimos un buen espectáculo.

En esta disciplina la estrategia es fundamental para luchar por la victoria. Descansar cuando ves que lo hace tu oponente. Cambios de ritmo. Intentar convencer a tur rivales para andar. Buscar aliados. Es algo increíblemente divertido. Todo esto mientras yo iba a fuego, incluso más rápido que las primeras horas.

Me di cuenta que lo iba a conseguir cuando me quedaban 15 kilómetros pero seguí apretando lo máximo posible. Tengo el recuerdo de Can dragó. Mi lucha contra el crono hasta el último minuto y no quería pasar por lo mismo. Cuando quedaban 40 minutos, solo me separaban escasos metros del récord. Con los organizadores volcados con mi objetivo, a ritmo de megafonía, me acompañaron en la consecución del logro. Toda la pista aplaudiéndome. Fue algo inolvidable, una alegría indescriptible. Era imposible eliminar la felicidad de mi cara. Según Noemí, no había dejado de sonreír durante las 24 horas pero ahora había llegado a mi clímax. Y digo yo: -¡Como no voy a sonreír si estoy haciendo lo que me gusta!-. 

Super feliz. Foto de Lanza Digital

En cuanto lo conseguí, mi cuerpo dijo basta. Ya no podía dar una zancada más. El resto del tiempo andando hasta completar 208 kilómetros. ¡LO CONSEGUÍ! Tantos intentos fallidos y kilómetros acumulados han merecido la pena. Todo trabajo tiene su recompensa. Si eres resiliente, al final tus objetivos se cumplen. Ahora toca disfrutar y buscar nuevos retos....¡Que peligro!

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 24:00:00
Clasificación general: 3

Kilómetros: 208, 274

                                               BANDA SONORA DE LA CARRERA