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lunes, 29 de abril de 2019

VII Mut Montsec Ultra Trail (98km 6000 D+)

Acabada la temporada de asfalto, tocaba fijar nuevos retos enfocados en la montaña. Ha sido una primera parte del año llena de alegrías, con mejor marca personal en el "XXXV Maratón de Sevilla" y un cuarto puesto en el "XIII Maratón de Zaragoza" pero siendo realistas, tenía ganas de volver a disfrutar de la naturaleza y la libertad que te da competir en carreras de trail. Como soy un poco burro, quise cortar por lo sano. Empezar a lo grande en la "Mut Montsec Ultra Trail".

Solo habían pasado 3 semanas de mi participación en Zaragoza. Entre medio, una semana de descanso, la festividad de Semana Santa y un maravilloso turno de noche. El resultado, solo 3 días de entrenamiento con desnivel. Así me presentaba en la linea de salida, con poco bagaje de monte en mis piernas pero con una solida base de kilómetros acumulados.

La carrera se celebra en Áger (Lerida) en el prepirineo catalán. Los días anteriores había planeado la carrera según el recorrido de otras ediciones. 48 horas antes, nos dimos cuenta que había cambiado. Ahora se hacía en orden inverso y eliminando una de las partes más emblemáticas de la zona: Las pasarelas de Montfalcó. Diversos motivos llevaron a ello. El más importante, la seguridad del corredor. Se debía pasar de noche y podía ser muy peligroso. Conociendo la ruta, aplaudo la decisión de la organización pero recomiendo encarecidamente a todo amante de la naturaleza (Que no tenga vértigo) visitar este paraje espectacular. Aquí os dejo un enlace para que os deleitéis:


Al eliminar esta zona, el desnivel era menor. No hay mal que por bien no venga. La salida se daba a las 23:00. Por delante teníamos 8 horas nocturnas así que mi estrategia era ir tranquilos mientras durará la oscuridad para luego, con el tanque de energía lleno, apretar lo que se pudiera. Tenía que ser consciente que era mi primera carrera de la temporada. Ser lo más cauto posible.

Arrancábamos desde el interior de la Colegiata de San Pedro. Se respiraba un áurea especial bajo el embrujo del edificio, acompañado de luces y música de alto voltaje. Una curiosa mezcla. 

Empieza la carrera, los primeros kilómetros son por una tranquila senda para ir entrando en calor. A las primeras de cambio, el primer contratiempo. Fiel a mi torpeza, no revisé bien las pilas del frontal, dándome cuenta en carrera que éstas estaban medio gastadas. No veía casi nada. Intentaba seguir la estela de algún corredor para aprovecharme de su luz pero enseguida me descolgaba. Tenía que estar muy atento al inestable terreno para no caerme. Corría más lento y además, no llegaba a orientarme bien. La señalización no la conseguía encontrar, provocando que me perdiera en varias ocasiones. ¡Vaya papeleta! Eran 16 kilómetros hasta el primero avituallamiento, ahí se encontraba mi salvación.

Perdido en la noche. Foto de Jordi Rullo

Llegados a él, se hizo la luz. Cambié las pilas del frontal y todo empezó a mejorar. Menudo alivio, ahora solo quedaba cruzar los dedos y que las nuevas pilas me duraran hasta el amanecer. Después de lo experimentado, mi precaución subió aún más. Me junté a una grupeta de corredores encabezada por un chico con el pelo muy largo y sujeto con una cinta. En las bajadas iba muy precavido así que me pareció un perfecto compañero de viaje. Además, me recordaba muchisimo a mi amigo Penumbra. Me imaginaba que era cualquiera de esas mil noches que hemos pasado juntos, yendo del Crápula a la Zeta. Las noches en carrera son muy largas, hay que buscarse distracciones para que pasen las horas más rápido.

Aunque en el recorrido quitaron las pasarelas de Montfalcó, el Congost de Mont Rebei seguía presente. Se trata de un desfiladero en el que está excavado en la roca un camino de apenas metro y medio de ancho. A un lado 500 metros de caída y al otro una cuerda en la que agarrarte. Por suerte, ya conocía la zona y la oscuridad te impedía ver el precipicio. Como se dice en mi tierra: -Iba con el culico prieto -. Este tramo duró poco y acabado, tocaba afrontar la primera subida exigente.

La ascensión es muy llevadera pero mis problemas con la orientación seguían intactos. La señalización con los banderines era un poco escasa, provocando que me alejara del camino correcto en varias ocasiones. Mis compañeros eran más avispados y gracias a ellos volvía a la senda correcta. Así fueron pasando las horas, disfrutando del caldo en los avituallamientos y sufriendo con la bajada de temperaturas. Los días de antes, planificando la parte nutricional con Patricia, nos alegramos al ver que había tortilla de patatas con pan de payés. Me imaginaba una jugosa tortilla casera hecha por los voluntarios pero la realidad fue que era precocinada. Como soy un mandado, me la comí igual y porque no decirlo, la disfruté como si fuera recién hecha.

El amanecer me pilló en una zona espectacular. Descendiendo por un bosque mientras se veía el pantano de Terradets y bajo la imponente presencia de los Pirineos. Seguro que todos los corredores pensáis igual. El momento en que se hace de día en una carrera es importantísimo. Es reconfortante y liberador dejar la noche atrás. Te llena de energía y la mente se limpia de todo pensamiento negativo.

Así me presenté en el kilómetro 60, en el avituallamiento donde se encontraba la bolsa de vida. En muchas carreras, esta parte coincide con una localidad. Hay un local donde poder cambiarte y comer relajado. En esta ocasión, era en mitad del camino, comiendo de pie y cambiándote ahí mismo. En estos detalles también radica la dureza de la prueba. Después de aprovisionarme, poníamos rumbo a la parte más dura del recorrido.

Pasarelas de Montfalcó
Unos primeros kilómetros por asfalto. Para los más puritanos, seguro que maldijeron esta zona. Para mi, supusieron un alivio. Acabado éste, nos introdujimos en un bosque. Aquí me agrupé con otros 2 corredores después de mucho tiempo en solitario. Una subida agradable que era el preludio de lo que nos íbamos a encontrar: Las 100 curvas.

Ante tal nombre, no puede deparar nada bueno. En la charla técnica nos dijeron que si estábamos aburridos, las contásemos. Yo, a la tercera ya me había perdido. Una subida constante de 100 curvas. Me río yo del Tourmalet. Empiezas ascendiendo y parece asequible pero en cuento llevas unos cuantos giros, se vuelve mareante. Parece que no termina nunca. Al final , acabas divisando una ermita y suspiras aliviado. Al final de la subida se encuentra un avituallamiento con únicamente unos bidones de agua. Al ver el edificio gritas - ¡Aleluya! -. Pero nada más lejos de la realidad. Las curvas siguen y la ermita queda atrás. Aún quedan 40. Recalcar que la construcción sobre una roca es impresionante, agudizándose más su belleza según se va alejando.

Acabada la ascensión, donde casi pierdo la cordura, todo lo que estaba por venir tenía que ser más asequible. En la charla nos informaron que la última subida era peor. Después de las 100 curvas, no me lo podía creer. Parece que solo hago hincapié en las subidas pero los descensos son parte importante de las carreras. En la que nos atañe, es el festival de las piedras. Un terreno muy inestable, lleno de piedras sueltas que pusieron a prueba mis tobillos. Si le sumamos mi técnica nula, el resultado fueron torceduras varias y dedos magullados. Me recordó a la "Ultra Trail Guara Somontano". 

En el penultimo avituallamiento me dijeron que iba el 12 en la clasificación. No me lo esperaba pero me sirvió para afrontar la última subida con un aliciente extra. ¿Porque no intentar ser top 10? Manos a la obra. En el horizonte tenía un corredor. Ya tenía un objetivo. Poco a poco me fui acercando a él hasta que conseguí enlazar. Los últimos kilómetros de ascensión eran por una pista. Era más alto y sus zancadas más grandes, se me fue alejando otra vez. Conseguí contactar justo en el último avituallamiento. Aquí ya solo quedaban 7 kilómetros de bajada.

Gloria bendita. Fotos de Carlos San Pedro
Fuimos juntos por la pista me dijo que yo iba muy rápido. Me fui alejando hasta llegar a una senda técnica. Aquí me volvió a adelantar. Estaba claro cuales eran nuestros puntos fuertes. Volvimos a pista y al cruzarnos nos reímos. Sabía que hasta la meta iba a ser este terreno. Aproveché mis cualidades en llano y me puse a ritmos de 4'. Es curioso como después de 95 kilómetros, el cuerpo puede responder así. 

En esta pista enlacé con otro corredor. Por respeto, me puse detrás de él con la idea de no adelantarle pero me dijo que pasara. Accedí encantado a su invitación y con ello, a la decima posición. Es solo una anécdota pero me hacia ilusión. Paré el cronometro en 14:35:15, casi 6 horas menos de lo que me había planteado. Es cierto que el desnivel no era el fijado en un principio pero las sensaciones han sido buenisimas. La idea de reservar fuerzas durante la noche fue todo un acierto.

La carrera me ha parecido muy dura por su terreno empedrado y las bajadas técnicas, mi talón de Aquiles. Visualmente es preciosa. Una pena pasar de noche el congost de Mont Rebei porque las vistas hubieran sido espectaculares. Por parte de la organización, felicitarles por la carrera. Siempre muy atentos al bienestar del corredor, esperándonos uno a uno en meta y avituallamientos para ver nuestras sensaciones. Por poner una pega, la señalización nocturna podría estar un poco mejor y eché en falta una camiseta técnica de obsequio para tener de recuerdo como en las demás Ultras. 

Empieza la temporada de montaña a lo grande. ¡Disfrutemos de lo que está por llegar!


!Va por ti PRIMO! 

Tiempo: 14:35:14
Puesto: 10
Participantes: 74


                                             BANDA SONORA DE LA CARRERA

domingo, 7 de abril de 2019

XIII MARATÓN DE ZARAGOZA

Tocaba poner punto y final a una larga temporada de asfalto. Unos meses de mucha exigencia que han conllevado infinidad de alegrías. La mejor manera de terminar era hacerlo en mi cuidad y rodeado de mi gente en la "XIII Maratón de Zaragoza".

Como ya os cité anteriormente, el buen sabor de boca que me dejó mi participación en la "XXXV Maratón de Sevilla" hizo que Fernando y yo decidiéramos alargar el estado de forma hasta Zaragoza, sabiendo las dificultades que conllevaba. Han sido 2 meses muy largos. Veía que haciendo los mismos entrenamientos, los resultados eran peores. Al fin y al cabo, el cuerpo no es una maquina. No puedes estar al 100% durante mucho tiempo seguido. Pese a todo, la ilusión seguía intacta.

La semana antes de la competición, mi mente estaba saturada. He llegado mejor física que psicológicamente. Incluso sentía dolores imaginarios que mi fisio Fernando se encargó de dilucidar. Eran excusas que me ponía, pequeños automatismos defensivos. La mayor ventaja que poseía era mi satisfacción de llegar con los deberes hechos. Mi marca la conseguí en Sevilla y ahora solo tocaba disfrutar.

La mañana amanecía fría, sin previsión de lluvia pero con el mensaje enigmático de "viento moderado". En esta tierra, es difícil descifrarlo. No me importaba. Yo, como corredor, no llego a ser supersticioso pero me puedo declarar un pelin maniático. Así que decidí hacer el mismo ritual que en Sevilla. Me levanté 3 horas antes de la carrera, desayuné y me volví a la cama una horita más. Por otro lado, en vez de ir hasta el guardarropa con la mochila para cambiarme al final, decidí salir directamente desde casa corriendo, transformándolo en el calentamiento previo.


¡Mi sombra solo tiene una pierna!

Fotos, abrazos, saludos, deseos de buena suerte y sin quererlo ya estábamos en primera fila de salida esperando el pistoletazo. Salí fiel al ritmo que habíamos planteado, 3:47. Mi GPS se quedó tarumba los primeros kilómetros, me tenía que fiar de mis piernas. Por suerte, después de tantos entrenamientos de series, he conseguido conocer mis ritmos sin necesidad de mirar el reloj. En seguida, se adelantaron los 3 favoritos: Agustín Moreno y los hermanos Puyuelo. Detrás quedábamos el grupo de mortales.

Siempre lo recalco. Lo mejor de correr en tu ciudad son los gritos de animo que recibes por todos lados. Incluso un compañero me dijo que de donde sacaba tantos admiradores. Será que cundo mucho. Enseguida nos adentramos en la zona de la Expo. Me pareció un autentico laberinto. Recorrido que desorientaba con tanta cinta, era difícil orientar el rumbo. Además, las circunferencias del suelo, al estar mojadas eran un peligro. Pos suerte, duró poco y volvimos a salir a la calzada. 

Con tanto oír mi nombre, me vine arriba y empecé a liderar el grupo de perseguidores. He de decir que era una sensación increíble ir cuarto en mi tierra. Echo la mirada atrás, allá por 2014 cuando me estrené en esta misma carrera y no doy crédito. Con la energía mental rebosando mi cuerpo y las piernas en perfecta conexión, fueron pasando los kilómetros y poco a poco me iba separando de los compañeros.

Con Fernando habíamos planificado la carrera. Sabíamos que a partir del 12 la cosa se endurecía. Seguía en solitario pero sentía el aliento de Ander en mi espalda. Era la parte dura, mi gasolina eran las caras conocidas que me encontraba. Los gritos de Quique, compañero de ANDANDAEH, palabras que salían del interior, denotaban orgullo y admiración. Estos pequeños detalles son los que marcan la diferencia. El mejor GEL del mercado. Fran, el capi, Escorihuela, Chevy, fueron tantos rostros conocidos que no consigo recordarlos todos. No me quiero olvidar de voluntarios y gente anónima, igual de importante. ¡Gracias a todos!


La familia lo es todo

Ya lo siento pero estoy aún muy emocionado. Sigamos con la carrera. Cuando llegamos al Parque Grande, después de una subida que "no jode pero atormenta" como decimos aquí, las piernas empezaban a pesar. Ander olió la sangre y me adelantó. Justo en este momento, nos perdimos y tuvimos que recular para volver a coger la dirección correcta. En este aspecto, tengo que recalcar que había muchas zonas que llevaban a confusión. Corrimos mucho tiempo con una bici de la organización acompañándonos pero aún así tuvimos varios percances. 

Intercambiando papeles, ahora era Ander el que se iba alejando poco a poco. Por suerte, siempre lo tenía a la vista. Posiblemente, fue lo que me salvó. Sin una referencia, no se yo si me hubiera dejado llevar por la fatiga. Me agarré a la ilusión de entrar quinto en la Plaza del Pilar y porque no, a la idea de una posible pájara de mis antecesores. El punto de inflexión se encontraba en el kilómetro 35. Justo cuando salimos a la Z-30 y tenemos que cruzar el río Ebro salvando un desnivel de 400 metros. A partir de ahí, entrada en la ciudad y aguantar como sea.

La verdad que no es un recorrido muy agradable. Hay subidas muy prolongadas, cambios bruscos de dirección y zonas confusas. Esto se arreglaría si los gobernantes pusieran un poco de su parte y accedieran a que la carrera discurra por el centro. El tranvía no es un servicio intocable. En otras ciudades se para unas horas y no pasa nada. Es más, provoca que la prueba adquiera más popularidad y con ello, beneficios económicos. Esperemos que poco a poco, entre todos, vayamos haciendo un Maratón acorde a la gran ciudad en la que vivimos.

Dicha mi propuesta aprovechando año electoral, vayamos al desenlace final. En el 37 accedemos a la zona de la ribera, cruzando el puente de Hierro el público es ya más abundante. Los gritos de - ¡Tricas, venga que tienes al cuarto cerca!-  vuelven a sonar. Mi mente quiere pero mis piernas no dan a más. Querer pero no poder, solo resistir. Sabía que entrando en la calle Echegaray y Caballero iba a estar situada mi familia. No podía reblar. Cuando aún me quedaban unos cuantos metros para llegar, empecé a escuchar gritos que me resultaban muy familiares nunca mejor dicho. Mi madre y mi hermana se desgañitaban. Para ellos también supone una ilusión enorme ver mi evolución. 


Pensando en la táctica. Fotos de Heraldo

Al girar y adentrarnos en la última pequeña subida, la calle San Vicente de Paul, me encontré a Victor Puyuelo en el suelo. Había tenido problemas físicos y tuvo que parar. Cambio de planes, pasaba a estar cuarto y con Ander a la vista. Intenté apretar pero él pensó lo mismo. Solo quedaba un kilómetro y era imposible recortar la distancia. Decidí disfrutar de los últimos metros y de la gente que había a mi alrededor. La entrada a la calle Alfonso con posterior desembocadura en la Plaza del Pilar es muy emocionante. Me paré para saludar a mi familia y disfrutar de la recta final.

Sueño más que cumplido. He terminado cuarto en la carrera más importante de mi ciudad. He sufrido, sería una irresponsabilidad decir lo contrario pero pesan mucho más los momentos alegres. He parado el crono en 02:41:23, para ser Zaragoza estoy más que satisfecho. Sin duda, es uno de los días más bonitos de mi pequeña historia en el atletismo. Todo ha sido perfecto, rodeado de amigos, familia y personas que puedo considerar parte de mi pequeño equipo técnico. Además rematado con una masaje de mi compañero Jose de Trail Running Zaragoza, sin duda, te auguro un gran futuro en esta profesión.

Para seros sinceros, también tengo un sentimiento agridulce. He acabado cuarto, mejor que cualquiera de los pronósticos que me podía hacer. Pero una vez conseguido, piensas que solo has quedado a 50 segundos del podio. ¿Y si hubiera sido más precavido en la primera parte de la carrera? No lo se, solo son pequeñas dudas de un gran soñador. Mientras tanto, pongo punto y final a mi temporada en asfalto y vuelvo a mi querida montaña. Volvemos a las andadas, hacer el cabra, disfrutar de los avituallamientos, deambular en la noche acompañado únicamente de tu frontal. ¡Adiós series, hola cuestas!

¡VA POR TI PRIMO!

Tiempo: 02:41:23
Clasifiación: 4
Participantes que han acabado: 998

                                   BANDA SONORA DE LA CARRERA