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jueves, 18 de julio de 2019

X EHUNMILAK (168km 11000 D+)

Antes de nada y pese a desvelar el final: ¡EHUNMILAK YA ERES MÍA! Después de 2 intentos fallidos, en 2017 por problemas físicos y 2018 debido a la suspensión de la carrera, este año ya se había vuelto una obsesión. Era ella o yo. Ahora ya puedo decir orgulloso que soy finisher de "X Ehunmilak".

La aventura empezaba como todos los años, madrugón para llegar a Beasain con tiempo y poder hacer todos los tramites: recogida de dorsal, control de material, preparación de la bolsa de vida, pasta party y algo de descanso antes de afrontar la salida. Se realiza a las 18:00. Todo acompañado de un calor intenso, novedad para mi.

Minutos antes de comenzar, el director de la carrera nos informaba de las previsiones meteorológicas. Nada que ver al año anterior en el que nos daba indicaciones de como actuar ante una tormenta eléctrica. Esta edición todo lo contrario, como dice Kortatu: "Sol y buen tiempo".

Después de 2 experiencias, este año intentaré ser más concreto en explicar el recorrido. En muchas carreras, los primeros kilómetros suelen ser sencillos, para ir entrando en calor. En Beasain nos encontramos otro panorama. Solo salir del pueblo es en continua subida por asfalto hasta desembocar en el bosque. Todos los años me parece curiosa la salida, corriendo durante todo el tramo asfaltado sin tener en cuenta que quedan 168 km por delante. ¡Nos puede el ansia! El ascenso continua durante 4 kilómetros hasta Usurbe (700m). El calor y la humedad hace que explotes a sudar, es mejor tomárselo con calma.

Mi intención es acabar en 30 horas y de momento, la llegada al primer avituallamiento (Mandubia 10km) se produce en el tiempo previsto. Aquí me encuentro con mi compañero Alfredo que a la postre, será colega de fatigas durante toda la carrera. Mi idea es hacer estas 4 horas de sol con un poco de brío y luego en la noche recuperar fuerzas. El segundo tramo de la carrera también nos guarda subidas exigentes como Izazpi (973m) o Irimo (901m), todas ellas llenas de público en su cumbre.


Empezando la aventura...Fotos de Festak

Consigo llegar a Gorla (29km) aún de día. Reponemos energía y nos preparamos para la noche. Cambiamos gafas por frontal. Según nos vamos adentrando en el bosque, espero que la niebla y el chirimiri aparezca en cualquier momento. Sorprendentemente, no aparece y disfrutamos de una noche increíble. Sin quererlo, en las bajadas me distancio de Alfredo, el va más precavido. Son muchas horas y cada uno tiene que llevar su ritmo, sería una irresponsabilidad intentar amoldarte a una cadencia superior a la tuya.

Uno de los momentos que con más cariño recuerdo de otras ediciones es el avituallamiento improvisado de una familia antes de llegar a Madarixa (43km). Me sorprendo al ver el tamaño de este año, cada vez es más grande. Me obsequian con refresco y flan casero. ¡Me quito el sombrero ante el público de Ehunmilak, simplemente espectacular! Así todo es mucho más fácil. Continuamos y la noche sigue siendo estupenda. Siento que es una carrera nueva, desconocida para mi. Los 2 años anteriores me acompañó una lluvia intensa que no te permitía ver más allá de 2 metros. Hoy estaba disfrutando de todo lo que no había podido hacer con anterioridad: paisajes, animales, sensaciones....hasta la calzada romana que nos lleva a Azpeitia (53km) me pareció bonita.

Después de este avituallamiento nos encontramos con un tramo que se me atragantó bastante. La subida a Zelatun, con su buen desnivel (1020 D+) y la soledad que reinaba a mi alrededor, se me hizo eterna. En un momento mientras deambulaba por una pista, el sueño me atacó con fuerza. Me estaba quedando dormido mientras andaba. La única solución que vi fue correr pese al sofocón que me podía ocasionar. Así lo hice, apreté el ritmo para intentar dejar la somnolencia atrás hasta llegar al punto de control. Sin duda, este tramo ha sido de los peores en toda la carrera. Ahora queda una parte accesible de bajada hasta Tolosa (77km). No te fíes al principio, antes tendrás que solventar un repecho de 300 metros.


Llego a la bolsa de vida en Tolosa bastante tocado mentalmente. Necesito reiniciar y volver a recuperar sensaciones. Se que con una ducha, cambiarme de ropa y comer, todo cambiará. Será como empezar de nuevo. Dicho y hecho. Nada más salir me siento renovado. Sin embargo, encuentro un inconveniente. Mi cuerpo se ha relajado tanto que me entra un sueño terrible. Ya me paso hace 2 años, en los que incluso tuve alucinaciones bastante curiosas. Para combatir el sueño, la misma estrategia que antes: "correr como si no hubiera un mañana". Alfredo no se duchó y salió antes de Tolosa pero a estas alturas le vuelvo a pillar. Me siento tan fuerte que en una bajada me paso de revoluciones y acabo en el suelo. Se me clava el frontal en las costillas. Por un momento me viene a la cabeza el mal recuerdo de "Haria Extreme Lanzarote" pero al levantarme y no sentir nada, sigo sin problemas.


Antes de empezar con Manuel y Patxi

Hasta Amezketa (96km) tienes 19 kilómetros sencillos. Llegados al avituallamiento, reponer bien, ahora toca afrontar la subida al Txindokiko, un tramo de 12 km y 1750 D+. Empezamos "china chana". El recorrido está repleto de aficionados que te animan según les adelantas. Como siempre, con los aplausos me vengo arriba. Empiezo a correr en las cuestas. Alfredo me ve alejarme pensando - ¡Este chico es tonto! -. Analizándolo al final de la carrera, estas venadas que me dan son un gran lastre. Tendría que aprender a ser constante. Curiosamente, viendo el Tour de Francia estos días, los sprints intermedios que hay lejos de meta yo creía que no suponían nada físicamente. Te recuperas sin más pero Purito Rodriguez recalcaba todo el rato que pasaban factura....y que razón tenía.

En mitad de la subida te encontrarás una fuente ¡Bendita sorpresa! Decido esperar a mi compañero y seguir ascendiendo juntos. El Txindokiko no se corona, te quedas a 150 metros de la cumbre. En vez de eso, empiezas un sube y baja por los alrededores hasta llegar al avituallamiento de Uarrain (108km). En este transito empecé a notar dolor en la zona del talón de aquiles, se vislumbraba una bonita rozadura. Nada más llegar fui directo a los voluntarios en busca de ayuda. Al quitarme la zapatilla....¡ZAS! Piel en carne viva. Me vendaron todo el pie, me dieron unos compeed y a seguir.

La bajada a Lizarrusti (116km) si tienes piernas, se hace rápido. Al llegar, Alfredo con problemas en el empeine también pasa por la Cruz Roja. El que no tenga algún dolor a estas alturas, no es humano. Ahora nos quedaba un tramo de 14 km hasta la bolsa de vida que todos tildaban del "peor de la carrera". Con ese miedo lo afrontamos. En la primera subida, con un desnivel de 400m, empiezo a notar el mismo dolor pero en el otro pie. Observo y....¡ZAS! Piel en carne viva. Me pongo un compeed y a sufrir. Van pasando los minutos y no encuentro dificultad en este tramo, es más, me pareció un bálsamo de aceite. Será porque este año no había barro.

Un poco antes de acabar el tramo, mientras íbamos andando ligero, vi a lo lejos un cercado en el que había una valla de madera que había que saltar. Pensé - que pereza subir escalones a estas alturas de la carrera- . Me pongo a trepar con la ligereza de un koala y mientras me hallaba en ello, mi compañero Alfredo me adelanta pasando por la puerta de al lado, la cual estaba abierta, diciéndome (Otra vez) - ¡Estas tonto o que! -. Poco a poco vamos perdiendo la cordura....


Saliendo de Zumarraga

Después de 22 horas llegamos a Etzegarate (139km), segunda bolsa de vida. Voy directo a la ducha. Mis pies son un poema. En un arrebato de locura, tiro las zapatillas a la basura, achacándoles toda la culpa de mis males. Pasé por la Cruz Roja para que me curaran los pies. Alfredo decidió ir tirando en previsión de que yo le pillará, como habíamos hecho durante toda la carrera.

Después de la ducha, la historia se repite. En un tramo bastante cómodo que nos llevará a las faldas del Aizkorri (1523m), el sueño me vuelve a atacar. Esta vez de forma más severa. Decido sentarme durante 5 minutos y cerrar los ojos. La idea parece que funciona y me levanto con energías renovadas. Con la barrita de vida llena. Paso por el túnel de San Adrian y emprendo la última subida seria pletórico. Terreno pedregoso pero accesible. Otra cosa es la bajada. Corono y empiezo a avanzar lateralmente. Se torna complicado por las rocas pero lo peor está por llegar. La bajada se me hace interminable. Ves la parte final pero ésta nunca llega. Es una autentica penitencia.

Cuando finalizas, llegas a una zona donde los voluntarios te ofrecen agua. Salgo a unas praderas que me conocía ya por mi participación en la "Hiru Haundiak". Corriendo entre caballos y potros, parece la escena de una película. Todo es idílico hasta que giramos bruscamente y el recorrido se dirige directo a otro pedregal. En estos momentos mi cabeza eclosiona. Se me cruzan los cables y todo se vuelve negativo. Hasta el final, ya no conseguí recuperar la positividad. Mi fuerza mental había durado 27 horas.

Una autentica pena porque el tramo restante es perfecto para correr si te quedaban buenas piernas y yo las tenía. Siempre lo digo, en las carreras de ultra distancia es más importante la fuerza mental que la física. Desde Oazurtza (148km) hasta meta los hice prácticamente andando. Especial mención al tramo desde Mutiloa (158km). Te reciben con una sonora ovación pero soy casi incapaz de agradecérselo. La noche ya se nos había echado encima y por delante 10 kilómetros que parecen un laberinto. Tienes la sensación de estar deambulando por el mismo lugar. Sendas imposibles que giran sin sentido. Mi mente se está derritiendo drasticamente. 

Por fin se vislumbra Beasain. Una vez entrado en la ciudad aún te queda una larga recta de 2 kilómetros. Lo que sería un pasillo de alegría y éxtasis, para mi es un suplicio. Los hago andando hasta el pequeño repecho de meta. Me instan a hacerlo corriendo y accedo a ello. Al final han sido 31 horas. Nada más finalizar me siento en el suelo. Los voluntarios, muy agradables, se interesan por mi pero yo solo quiero estar solo. Todo me parece mal.

El autobús nos lleva el polideportivo donde nos vamos a duchar y reponer fuerzas. Ahí me encuentro con Alfredo. Ha conseguido bajar de las 30 horas. Me alegro enormemente, su éxito lo hago mio. Hemos compartido casi toda la carrera y me siento participe de su logro aunque yo no lo haya conseguido. Pasan los minutos y analizándolo de forma más calmada, me voy dando cuenta de la hazaña realizada.

Pocas personas pueden ser capaces de completar una aventura así. Es para estar orgulloso. Durante tantas horas, la mente te puede jugar una mala pasada. A mi me tocó casi acabando. Si hubiera sido capaz de correr de forma más constante en vez de por impulsos, igual no me hubiera pasado. Pero no es hora de ver fallos sino de disfrutar de los aciertos y venir a EHUNMILAK siempre lo es. Una carrera simplemente INSUPERABLE. Está un punto por encima de todo lo visto hasta ahora. Nada más cruzar la meta me dije a mi mismo - ¡No vuelvo más! -. Ahora te digo - ¡Hasta el año que viene! -.


¡VA POR TI PRIMO!

Tiempo: 31:14:27
Clasifiación: 53
Participantes que acabaron: 260

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lunes, 8 de julio de 2019

XIII CARRERA DE MONTAÑA "LAS MINAS DE REMOLINOS" (17km 750 D+)

Vuelve el turno de noches y como todos ya sabéis, la mejor manera de aderezarlo es participando en alguna competición. Las 8 horas de trabajo sería el plato principal y la carrera un rico postre con el que quedar saciado. Entre las opciones disponibles en el menú, elegí la "XIII Carrera de Montaña las Minas de Remolinos".

Remolinos es una pequeña localidad zaragozana que se encuentra a menos de 40 kilómetros de la capital y es conocida por sus minas de sal. Cuando salgo de trabajar a las 7 de la mañana ya es completamente de día e incluso hace buena temperatura por lo que no da tanta pereza ir directos a una carrera como en otras épocas del año. Preparo equipación y pongo rumbo a la salida que se lleva a cabo a las 9.

Hay tres modalidades diferentes. Una andada y carrera de 9 kilómetros y otra más exigente de 17. Yo, evidentemente, elijo la última. Ya que voy sin dormir, que merezca la pena. El desnivel acumulado no llega a los 800 metros. A priori parece asequible pero no nos engañemos, toda competición aguarda su dificultad.

La semana ha sido un tanto complicada. He compaginado entrenamientos calurosos por la tarde con otros matutinos, haciéndolos directamente al salir del trabajo. Tengo a mi cuerpo descolocado, no sabe cuando le va a tocar dormir. En el fondo es una estrategia, mala seguramente. El gran reto del año es "EHUNMILAK". De esta manera preparo al cuerpo trabajar con fatiga, lo acostumbro a correr durante todas las horas del día y a la falta de sueño. Soy todo un estratega.

Dicho ésto, recalcar que el día anterior realicé un entrenamiento por la zona de el Frasno, mi parque de atracciones favorito, sobre un recorrido de 16 km y 1600 D+. Así me presenté en la salida, lo opuesto completamente a "llegar fresco" pero con la temeridad intacta.

"Al Caloret" Fotos de José Manuel Muñio

Los 2 primeros kilómetros son llanos mientras nos alejamos de la localidad. Mi imprudencia y falsas sensaciones me hacen salir a fuego. Me dejo llevar por la estela de mis compañeros. Me acabo de comprar reloj nuevo y hoy lo estrenaba. Ni siquiera he ordenado la información de la pantalla pero alcanzo a ver que voy a 3:30. Me pregunto si estoy mirando los datos correctos o es que se me ha ido de las manos el ritmo inicial. Enseguida lo averigüe. En el primer repecho de apenas 2 metros mis piernas ardían....


No tengo cabeza alguna. Sabiendo que voy sin dormir, llevo 4000 metros de desnivel acumulado esta semana y en cuanto dan el pistoletazo inicial, salgo como si no hubiera un mañana. Me creo Oliver Atom y no llego ni a Bruce Harper (Orgulloso estaría de mi). Fue ponerse el terreno un poco exigente y ya me tuve que parar a andar. Notaba los músculos muy cargados, más aún con el sofocón inicial. Si mi intención era trabajar con fatiga, la verdad es que he dado en el clavo.

La zona de monte me recuerda mucho a Juslibol. Un continuo sube y baja sobre un terreno arenisco sin ningún tipo de sombra. No son desniveles pronunciados pero tampoco te dan tregua. A ésto me refería con lo de la dificultad. No solo hay que tildar de exigente a carreras con kilómetros verticales o largas distancias. Igual pasa en el asfalto al hablar de una 10k o maratón. Solemos caer en error al pensar en cuanto más tiempo, más difícil. Cada prueba tiene sus características. Yo, particularmente, sufro mucho más en carreras como la que me atañe hoy a otras de ultra fondo.

Visto como respondía mi cuerpo a las primeras dificultades, decidí soltar el freno del acelerador buscando volver a encontrar una respiración menos entrecortada. Si le añadimos las altas temperaturas (Hoy Zaragoza ha sido la capital más calurosa de España: 37º), tenemos el quit completo. Las vistas en carreras son curiosas, grandes llanuras que se pierden en la lejanía. Mi mente divaga y mi cuerpo se deshidrata mientras recorremos múltiples toboganes. En un momento dado llegamos a una bifurcación donde se separaban las 2 carreras. Por esta zona habíamos pasado anteriormente. ¿Estaríamos haciendo el mismo bucle? Al principio me rallo pensando si vamos a repetir trazado. Lo curioso es que al finalizar la carrera, viendo la ruta, ésta es circular. Misterios sin resolver...

Haciendo el cabra. Fotos de Marisa Palacios

Seguimos con la carrera. Una vez cambiado el ritmo, me siento mejor. Ando en las subidas e intento apretar en las zonas más favorables. Sobre el kilómetro 10 nos encontramos en la zona más alta de la carrera, coincidiendo con el avituallamiento. A partir de aquí y hasta la meta, el terreno es más favorable. En continua bajada. Nos encontramos con un par de descensos bastante exigentes. Al principio de primavera lo hubiera afrontado con mucho miedo. Hoy me siento más seguro y bajo alegremente. Incluso adelanto a mi compañero David. Sabiendo lo ineficaz que soy en las bajadas, me da un plus de confianza. Mis condiciones en montaña están mejorando.

Volvemos a un pequeño repecho y me vuelve a adelantar. Le empiezo a perder de vista pero por el contrario, me voy acercando a otro compañero. Siempre te da motivación el tener alguien delante. Te hace esforzarte. Si me hubiera quedado solo, enseguida habría desconectado. De esta manera, sigo con tensión competitiva. Lo adelanto mientras recorremos un barranco. Al salir de éste, una sorpresa en forma de muro. Un pequeño repecho muy vertical pero que a estas alturas parece el Anglirú. Los superamos y ya, ahora si, es todo favorable. 

Antes de desembocar en el pueblo, llegamos a la ermita del Cristo de la Cueva. Un tramo de escaleras nos separan de las primeras calles. Las bajo mientras adelanto a otro corredor y directos a meta. Acabamos bajo un sol de justicia y bastante agotado. Son ese tipo de finales en el que te preguntas: ¿Para que me habré apuntado? ¿De verdad era necesario este sofocón?.

Me hidrato y acudo al campo de fútbol a ducharme. Soy el único. Me imagino que he sido el ganador y mis rivales ni siquiera han llegado a meta aún. La verdad es que habían habilitado también los vestuarios del polideportivo y la gente había decidido ir ahí. Mientras me cambio, las preguntas que me había hecho anteriormente ya habían obtenido respuesta. Claro que merecía la pena. He conocido un pueblo y terreno nuevos, he sufrido pero he entrenado a la vez de forma exigente y lo mejor de todo, ahora voy a dormir como un bebé.


¡VA POR TI PRIMO!

Tiempo: 01:33:34
Clasifiación: 13
Participantes: 80

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