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viernes, 17 de diciembre de 2021

24 horas de Ultrafondo en pista de Barcelona

Se va terminando el año. Un convulso 2021 empieza a expirar y con ello las últimas competiciones. Quería acabar con nuevos objetivos. Finalizar con un reto diferente, de gran envergadura: "24 horas de Ultrafondo en pista de Barcelona".

Es una disciplina que llevaba varias temporadas rondando mi cabeza pero después de participar en el "Campeonato de España de 100k en Ruta de Santander" la idea acabó de tomar forma. Quiero probar cosas nuevas antes de centrarme otra vez en la dura vida del maratoniano.

Mi planificación iba a consistir en mucho trabajo aeróbico. Tiradas largas y acumulación de kilómetros a unos ritmos controlados. A priori, algo monótono pero asequible pero la realidad ha sido otra. Compaginar 2 trabajos con largas sesiones y para ser sinceros, algo de falta de motivación, no ha resultado fácil. No obstante, llegaba a la cita con muchas ganas de vivir una experiencia nueva.

Una vez llegué a las pistas de Can Dragó, se respiraba un ambiente diferente. De camaradería. En su gran mayoría, son atletas que se conocen desde hace muchos años y reina la alegría sobre la tensión. Todo son risas, reencuentros y ganas de pasarlo bien. 

Llegué con mi caja preparada con todo el avituallamiento, ropa, saco de dormir y una inexperiencia total. Los veteranos en estas lides llevaban carpas, tiendas de campaña y todas las provisiones para pasar 24 largas horas. Incluso los compañeros murcianos, su zona está decorada con ristras del mejor embutido.

Tiempos de Bonanza. Fotos de Andreu Giménez
 
Se acercaba la hora de empezar. 10 minutos antes nos fueron presentando uno a uno a todos los participantes mientras nos hacían pasillo. Los gladiadores dispuestos a salir al foso. 

Salimos a las 12 del mediodía. Los atletas de las 24 horas tienen que ir por las calle 6, 7 u 8. Cada vuelta son 437 metros. A las primeras de cambio me doy cuenta de que va a ser una experiencia un tanto extraña. Las primeras vueltas van cayendo y no consigo ser consciente de la situación. Mi mente va divagando, preguntas tales como: ¿Pero que locura es esta? - ¿Está pasando de verdad? se repiten una y otra vez.

Poco a poco voy siendo consciente de la situación. Pongo el cerebro en modo "martillo pilón" e intento pensar lo menos posible. Ritmo constante de 5:15/5:30 y que sea lo que Filipides quiera. Por suerte, coincidí con mis amigos Joaquín, Bonacho y Jesús del Club Kalandracas. Tenían su propia carpa y fueron tan amables de acogerme bajo su techo.

Mi estrategia nutricional es comer o beber cada medía hora. Aprovecharía también a cada hora, hacer una vuelta andando e ingerir algún alimento más solido para facilitar su digestión. La realidad fue diferente. Me sentía tan cómodo en estos ritmos que no paré de correr hasta las 6 horas. Igual esto fue el principio del fin.....

Justo en ese momento, con la caída del sol, aproveché para abrigarme un poco y comer un tupper de macarrones que me había preparado. Durante 2 vueltas estuve avituallando y cuando volví  a correr ya nada volvió a ser lo mismo. Seguí a un ritmo constante pero más lento. Cambié la forma de actuar y andaba una vuelta cada media hora.

Antes de la batalla

Estaba teniendo también bastante problemas de rozaduras en las partes más intimas. Estaba más irritado que el culito de un bebé. Varias paradas en vestuarios tuve que efectuar para intentar sanar los problemas. A todo esto, le sumamos que la cabeza iba perdiendo su energía a gran velocidad. Cuanto más lento iba, mi mente más rápido se desquebrajaba.

El número de kilómetros que llevaba era bueno (112km) pero solo pensar en todas las horas que me quedaban por delante dando vueltas a un mismo circuito de 400 metros resultaba ser un escollo demasiado alto. Cuando se acercaba el ecuador de la competición ya había tomado la decisión de parar. Aprovechar que a las 12 horas ya generas unos resultados para esta disciplina (Las hay de 6, 12 y 24 horas), cumplir con ese cometido y abandonar.

Justo cuando se cumplió la medianoche, como si de Cenicienta se tratase, cogí el saco de dormir y me desparramé en el suelo del gimnasio. Me dolían tanto las piernas que era imposible conciliar el sueño pero por lo menos estaba descansando y lejos de la pista. Cuando mi cuerpo decidió dejar de dar vueltas buscando una posición cómoda, me levanté y fui al calor de la compañía humana. Contrarrestaba con el frío intenso de la noche.

Refugiado en la carpa y con mis compañeros, el paso del tiempo se me hizo bastante ameno. Entre risas y ánimos a los corredores que seguían en batalla, fueron pasando las horas. Cuando el frío ya se apoderó de mi cuerpo por completo, decidí ir a ducharme. ¡Que gran idea! Agua caliente y cuerpo relajado. No se si por casualidad o conscientemente, en vez de ponerme ropa normal, me cambié con la muda de correr.....

Después de 10 horas en barbecho, con el sol ya como protagonista y mi compañero Joaquín en la pista, decidí volver al ruedo. La ropa ya la llevaba puesta y mis piernas totalmente descansadas, pedían volver a ser castigadas. Varias vueltas con mi amigo mientras los compañeros me daban la bienvenida (Esto de llevar el pelo rojo ayuda a que se queden contigo).

Con amigos todo es más fácil

Cuando Joaquín decidió andar, me quise dar mi pequeño homenaje. Acabar con buen sabor de boca. Necesitaba intentar dejar atrás las malas sensaciones. Me puse a buen ritmo y con la sonrisa como bandera hasta que la organización hizo sonar el pitido final.

Al final acabé con 130 kilómetros recorridos, lo que equivale a 297 vueltas. Muy lejos de los objetivos que me había planteado. Es cierto que está disciplina me ha superado completamente. Llevaba la falsa idea que al tener bastante experiencia en carreras de ultra en montaña (He estado durante más horas en competición), me iba a amoldar bien. Pero no ha sido así. Son conceptos antagónicos.

En montaña el tiempo pasa más rápido. Cambias de paisaje, paras en los avituallamientos tranquilamente, la técnica de pisada va variando, corres, andas, subes, bajas. En pista es todo totalmente monótono. Además, la idea de tener que andar me superaba. Pasar largos tramos de la noche andando es algo que no he podido asimilar. Mi pensamiento ha sido: - Para tener que estar andando, mejor me retiro -.

Es algo que tengo que trabajar porque si quiero volver a intentar esta disciplina se que van a llegar esos momentos y los tendré que saber tratar. Deportivamente, siento que es un fracaso pero de él voy a aprender y volver más preparado.

A todos mis compañeros de pista los veo como superhéroes y superheroínas. Me impresiona la fuerza mental que han demostrado sobre todo cuando eran las horas más frías de la noche y ahí seguían, luchando sin parar. Alucinante, de verdad. ¡A vuestros pies!

Por lo demás, afrontamos 2022 con algo más de normalidad. Vuelven los maratones y con ello las duras sesiones de trabajo específico. Bienvenidas series...

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 24:00:00
Clasificación general: 74

Kilómetros: 130km

                                               BANDA SONORA DE LA CARRERA







 



1 comentario:

  1. Veo que unos días después, ya haces un análisis sano de esta experiencia, ahora a descansar disfrutando de la dulce Navidad y a planificar el 2022, muchos animos y cariñicos

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