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jueves, 22 de junio de 2023

VINUESADA (191KM 2357 D+)

Esta historia tiene su comienzo en la Navidad del 2021. Estábamos charlando animadamente sobre mis aventuras deportivas y mi cuñado puso sobre la mesa la siguiente propuesta: - A ti que te gustan los retos locos ¿Por qué no vas corriendo hasta tu pueblo? -. Así surgió la VINUESADA.

2 años después se hacía realidad. Buscamos la fecha ideal y creamos el mejor recorrido posible. Ya estábamos listos. Por delante me esperaban 188 kilómetros a cubrir en unas 27 horas.

Salí a las 8 de la mañana desde mi propia casa, en Zaragoza. A estas horas el día ya era caluroso. Nos esperaba una jornada muy exigente. Tardé casi 8 kilómetros hasta que salí del bullicio de la ciudad y alcancé la ribera del canal, cruzando el polígono Plaza y aeropuerto.. Los minutos pasaban rápidos y amenos. Es curioso lo que me entretengo yo solo. Disfruto mucho de la soledad mientras corro. Además, como en el Camino de Santiago, voy encontrándome frutales por el camino con los que poder avituallarme.

En el kilómetro 30 llego a Bárboles, las temperaturas son muy altas y me sumerjo debajo de una fuente. Hago un video para las redes sociales y enseguida prosigo el camino. Aún estoy fresco. No quiero parar demasiado.

El siguiente tramo consta de 22 kilómetros hasta la localidad de Pozuelo de Aragón. Sin duda, esta fue la peor parte. Deambulábamos por tierras áridas, sin ninguna sombra y solo acompañado por gigantes molinos de viento. El calor era sofocante. Intentaba correr pero enseguida me subían las pulsaciones y tenía que parar. Un golpe de calor estaba rondando en el ambiente. Paraba cuidado con el agua. Intentaba dosificarla pero estaba siendo agotador. Por fin divisé las casas y desesperado, me arrastré hasta la fuente más próxima. Me dolía la cabeza. No tenía fuerzas. Mis padres estaban esperándome como refuerzo y al verme, su preocupación fue máxima. Abandonar hubiera sido la opción más lógica....¡NO PARA MI!

A puntito de caramelo...

Bajo la atónita mirada de mi madre, me puse en pie y proseguí la ruta. Lo que me consolaba era que solo me separaban 10 kilómetros hasta mi próximo avituallamiento. Ni aún así conseguí llegar. Al pasar por Bureta vi otra fuente y me abracé a ella como el oso a la miel. Inmerso en un limbo mental, un gritó me despertó. Era mi amigo Iván. Había venido a ver si estaba vivo. ¡Por los pelos no lo consigue!

Su presencia me anima a seguir y llegar a Ainzón. A estas alturas, llevo 2 horas de retraso. Junto a mis padres decidimos hacer una ingesta solida. Macarrones y sandía. ¡Que gran acierto! Creo que había llegado con la reserva puesta. Con energías renovadas, vuelvo a correr. Ahora tengo 8 kilómetros por un sendero muy agradable hasta llegar a Bulbuente. Alejarme de la carretera también ayuda a mi mente.

En esta localidad se me antoja una bebida energética. Medio litro que bebo como si fuera un chupito. El subidón es ipso facto y acelero el ritmo. Estoy corriendo hasta cuesta arriba. Quien me ha visto y quien me ve. Hace 2 horas estaba arrastrándome y ahora me siento fresco como una lechuga. El cuerpo humano es tan peculiar...

Nos adentrábamos en la zona del Moncayo. Los repechos son constantes. En este tramo íbamos a hacer casi la totalidad del desnivel acumulado. Menos mal que me pilló con fuerzas. A 5 kilómetros de San Martín me estaba esperando Iván con la bici. Iba a llevarme por un trayecto más asequible y yo que lo agradecí. Al llegar al pueblo me estaba esperando mi familia al completo. El animo es otro. Lo decido celebrar con una jarra de cerveza. ¡Que me quiten lo bailado! Hemos llegado al ecuador de la carrera y eso ya es un logro en sí.

La soledad...

Se está haciendo de noche. Toca ponerse el frontal y otro compañero, Diego, va a hacerme de liebre unos 4 kilómetros. Vamos a coger un atajo atravesando el monte. ¡Como disfruto de un poco de senda! Me deja en una pista dirección Aldehuela, dándome unas indicaciones para desembocar en Fuentes de Agreda.

Cuando llego ya es noche cerrada, un pequeño avituallamiento y seguimos. Tengo que aprovechar el hype. Nos vamos acercando a Matalebreras guiados por las llamativas luces de neón que iluminan su entrada. ¿Qué serán...😉? Este punto del camino es muy importante. Dispongo de una casa. Me ducho, cambio de ropa y vuelvo a comer hidratos. Son las 2 de la madrugada y emprendo el viaje bajo la triste mirada de mi madre. Posteriormente me enteré que lloró a mi partida- ¡No te preocupes, tu mejor que nadie sabes lo bien que me desenvuelvo en la noche!

Estamos en tierras sorianas, eso se nota. Me pongo térmica y corta vientos. Llegados a este punto, le pasan el testigo de asistente a mi chica. Cada 2 horas me llamará para cerciorarse que estoy en pie y entretenerme. También me han puesto un seguimiento GPS por Google para tenerme vigilado en todo momento.

Lo que no quieren ver es que a mi la noche me encanta. Disfruto de cada paso. Es cuando llevo un ritmo más rápido. Físicamente me encuentro perfecto. Por otro lado, también tengo que luchar contra el sueño. Cuando la carretera se inclina, tengo que andar. Noto que me voy quedando dormido mientras avanzo. Solo se me pasa si empiezo a correr. Una lucha constante contra Morfeo. Otra de las curiosidades de la noche son la cantidad de ruidos que te acompañan. Constantemente estoy despertando animales a mi paso y su posterior espantada. A mi también me asusta pero la sensación se asemeja a cuando estás viendo una película de terror. Pasas miedo pero te gusta. Yo salgo corriendo al oír un ruido pero disfruto con ello.

La familia. Fundamental

El Espino, Suellacabras, Narros. Voy pasando bonitos pero fantasmales pueblos. En mi divagar mental, pienso que en cualquier momento me voy a cruzar con una localidad en fiestas pero no tuve esa suerte.

Se hacen las 6 de la mañana mientras nos acercábamos a Almajano. Con el amanecer, al fin pongo cara a mis acompañantes nocturnos. Los corzos inundan los campos repletos de amapolas. A la altura de Renieblas me espera mi cuñado con el desayuno. Bebida energética y bocadillo de fuet. Patricia, mi nutricionista, estará orgullosa.

Estamos en Garray. Llevamos ya 156 kilómetros y uno de los mejores momentos del recorrido. ¡Veo el primer cartel de VINUESA! Mi sueño está cada vez más cerca.

Que poco dura la alegría en casa del pobre. Mi felicidad se vio truncada en cuanto empecé a correr por la carretera que me llevaba a Hinojosa. Una interminable recta acompañada de un calor sofocante. Solo la sombra de las marquesinas ofrecían un pequeño alivio. Cuando conseguí llegar casi me da una sobrehidratación en la fuente.

Solo me quedaba el escollo de Vilviestre y tras un bonito sendero entre pinos, aparecí en la presa del embalse de la Cuerda del Pozo. Ahí me esperaban mi prima Julia, José, Victor y Roque que me acompañarían andando los últimos 8 kilómetros. Aunque iba bien escoltado, esta parte se me hizo bola. Cuanto más cerca ves el objetivo, más se suele atragantar. Tan cerca y tan lejos a la vez.

A la altura del polígono empecé a ver las primeras pancartas de animo y seguidamente el aplauso de los primeros vecinos. Con ellos estaban mis familiares y...¡SORPRESA! Mi chica. Había venido de extranjis. Que ilusión. Esto si que no me lo esperaba. Me cambio de camiseta y me aseo un poco. He preparado un vermú en la plaza con mis amigos y no quiero ahuyentarles con mi olor a tigre.

Me dirijo hacia allí y cuando me meto en la calle principal ya empiezan los vítores por parte de los vecinos que me voy cruzando. Me animan a que vaya corriendo. Espoleado por sus palabras, acelero el ritmo y empiezo a escuchar música. - ¡Que raro! ¿Qué será? -. me pregunto. Al afrontar la subida a la plaza diviso un cartel gigante a lo lejos. Empiezo a leer: E...L...G...A...R....¡El Garibol! Es mi peña, junto a la charanga y muchos vecinos. Mis amigos con camisetas conmemorativas y todos aplaudiendo fervorosamente. 

Mi otra familia

Estoy estupefacto. No creo lo que estoy viendo. Como un animal desorientado cruzo un...¡ARCO DE META! y ahí me está esperando mi prima. Flores, fotos, abrazos, una placa conmemorativa del ayuntamiento, regalos, un manteo a lo ganador...Es un sueño. Todo el pueblo unido y esperándome a mi. No doy crédito. Acierto seguro si digo que es uno de los días más bonitos de mi vida.

Lo he conseguido. Después de 29 horas y 191 kilómetros, he llegado a mi pueblo corriendo. Todo sufrimiento ha merecido la pena después del recibimiento con el que me han obsequiado. La frase quien tiene un pueblo, tiene un tesoro tiene mucha más relevancia cuando se habla de VINUESA.

¡Inolvidable!

Gracias a todos. Familiares, peña el Garibol, los niños del colegio que ya los considero mis pequeños atletas, amigos y todos aquellos que me acompañaron en este reto. Recalcar sobre todo el trabajo impecable de mi familia que me han ayudado a lo largo de todo el recorrido y que pese a estar "acojonados", no han dejado de apoyarme. A mi novia que hizo un gran esfuerzo para escaparse a verme y ver en sus propios ojos el amor eterno que siento por VINUESA.

Por último nombrar a 2 de las personas más importantes de mi vida. Mis tíos. Me da mucha rabia que mi tío Adolfo no haya podido disfrutar de este momento y llorar conmigo a moco tendido pero estoy seguro que estaría super orgulloso. ¡Hoy este reto también va por ti!

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 29:07:16
Kilómetros: 191
Desnivel Acumulado: 2357

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martes, 13 de junio de 2023

100KM EN RUTA DE SANTANDER

Como es tradición desde hace ya 3 años, me gusta acabar la temporada de asfalto en el norte de la península y a lo grande. Para poner el broche final a unos meses increíbles, vuelvo a participar en "100km en ruta de Santander".

Ha sido un principio de 2023 muy positivo en cuanto a rendimiento. Pese a no cumplir el objetivo en la "Maratón de Zaragoza", si realicé mejor marca personal. Además, tras varios intentos fallidos, al fin conseguí el récord de Aragón en ultrafondo en la modalidad de 24 horas. Con este bagaje llegaba a tierras Cántabras: Sin ninguna presión pero con ganas de redondear un año fantástico.

Mi objetivo es intentar batir mi propia marca (07:33:56). Ya que tengo que desplazarme tan lejos, que el viaje no quede en balde. Como dice la famosa frase de Cruz y Raya: -¡Si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería! -. También es verdad que después de la competición de Ciudad Real, me he desinflado. El alcanzar el récord en las 24 horas me supuso tanto estrés, que una vez conseguido, mi motivación bajó. He seguido entrenando pero tengo dudas. No estoy seguro si me alcanzará...

Llegando a Santander nos estaba recibiendo un sol radiante. Según las predicciones, todo iba a cambiar al día siguiente: Cielos cubiertos y lluvia a lo largo de toda la jornada. No se que prefiero. Cuando vas a estar corriendo 8 horas, todo te viene igual de mal.

Tiempos de bonanza. Fotos de Atletismo en Cantabria

Este año, la competición no acoge el Campeonato de España por lo que la participación es menor. Además, no vienen grandes nombres como otros años pero que eso no quite merito ni compromiso a los que nos ponemos en la línea de salida. Es posible que no se vean grandes marcas pero podéis estar seguros que vamos a ponerle más ganas aún e intentar dar todo el espectáculo que nuestro cuerpo nos deje.

Se da comienzo a la prueba y como siempre, los de la modalidad de 50km salen disparados. Mi estrategia de carrera es subir un poco el ritmo medio con respecto a otros años. Voy a intentar rodar a 4:25. En esta disciplina siempre es complicado las primeras horas de carrera. Te encuentras muy cómodo físicamente y eso te da pie a querer ir más rápido pero.....¡ERROR! Más vale que te pares a pensar un poco y recapacites. "Es mejor prevenir que curar". Este dicho llega a su máxima expresión en días como hoy. 

Yo, como soy más simple que el mecanismo de una cuchara, hago caso omiso de las líneas rojas del Ultrafondo. Sin querer hacerlo, voy rodando en 4:20. -¡5 segundos más rápido no son nada! - Me digo mientras voy acumulando kilómetros. A mi favor, he de decir que iba en segunda posición y eso siempre es un aliciente irrefrenable.

Al llegar a los 30 kilómetros las sensaciones no eran tan buenas y el sol caía con fuerza sobre el parque de las Llamas. Otro gran acierto de la Agencia Estatal de Meteorología. Mi hidratación era la planificada y en una parte del recorrido teníamos esponjas para refrescarnos. Aún así, no conseguía plantar batalla al calor. Me estaba ganando con suma facilidad.

En el kilómetro 40 las piernas ya iban tiesas, aún así seguía manteniendo el ritmo. Siempre espoleado por mi puesto en la clasificación. Deseaba orinar pero lo intentaba alargar lo máximo posible. Como si de una estrategia de Formula 1 se tratase, no quería entrar aún en boxes. Las alarmas se encendieron y tuve que parar en el 42. Vi que era un número muy apropiado en esto del atletismo. Un número místico que me iba a proporcionar energías renovadas...

¡Vaya por dios! No acerté. Una vez retomé la carrera, las sensaciones ya no eran las mismas. Seguía en los ritmos previstos pero me sentía más pesado e incomodo. Las altas temperaturas no ayudaban. Al pasar por el avituallamiento ya alerté a mis padres de mi situación. Quería por lo menos llegar a hacer 50 kilómetros. Una vez entró este pensamiento en mi cabeza, no hubo marcha atrás. Se apoderó de mi mente y ésta lo transfirió al cuerpo. Fui menguando la velocidad hasta el punto de parar y andar. Me adelantaron tanto el tercer clasificado como mi amigo Javi Lozano. Me animó a seguir pero la decisión ya estaba tomada. En cuanto entras en bucle negativo, yo creo que es casi imposible remontar. O por lo menos, no he aprendido a hacerlo.

Al volver a pasar por meta decidí tirar la toalla. Mi combate había finalizado. En cuanto vi que los ritmos bajaban y mi objetivo se tornaba imposible, opté por la retirada. Me quedaban aún 50 kilómetros por delante. No veía necesario cargar con un esfuerzo extra al cuerpo siendo que no iba a poder conseguir mis propósitos.

¡Derrotado!

Además, en 6 días tengo un reto personal con el que estoy muy ilusionado. Voy a ir corriendo desde mi ciudad a mi amado pueblo. De Zaragoza a Vinuesa. O lo que es lo mismo: 188 kilómetros. Viendo que ya era imposible conseguir el récord que buscaba en Santander, lo mejor era guardar fuerzas. ¿Igual es una excusa que me autoimpongo para enmascarar el fracaso? No lo sé, el poder de la mente es muy curioso.

Al finalizar la prueba, Javi, que es perro viejo en estas lides, me comentó que debía de haber intentado acabar. Hubiera sido un pulso a la fuerza mental. Aunque no hubiera ganado la carrera, la victoria la habría conseguido conmigo mismo. Igual tiene razón. De todo se aprende y a mi me queda mucho camino por recorrer en esta disciplina. Prometo ser buen alumno. ¿Lo conseguiré?

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 03:49:49
Clasificación general: Retirado

Kilómetros: 50

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