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martes, 10 de julio de 2018

Camino de Santiago Corriendo

Artieda - Izco (51,6 km)

Amanece un nuevo día en el Camino. Esta vez decido madrugar un poco más para evitar algo las horas de sol pero al final solo consigo rascar media hora.

Los primeros kilómetros para salir de Artieda son por carretera mientras empiezo a adelantar a mis compañeros del albergue, entre ellos, un padre y su hijo de 10 años. Aunque afincados en Mallorca, son mañicos como yo. Después de despotricar un poco del Real Zaragoza, decido seguir mi ritmo. Enseguida llega un cruce donde nos adentra en la naturaleza. A partir de aquí empieza mi simbiosis con el Camino. Del siguiente tramo me declaro un enamorado. Vas paralelo al embalse de Yesa pero por un bosque cerrado que es una autentica maravilla.

Para poner el broche final te encontrarás con el pueblo abandonado de Ruesta. Este terreno es perfecto para cualquier guión de Tim Burton. Las piedras azules en lucha contra el recrecimiento del Yesa, el aura mágica de los edificios en ruinas de Ruesta mientras son devorados por la maleza, el camping fantasma donde no cesan de bailar los columpios. Sin duda, no te dejará indiferente.


El enigmático parque infantil

Aún sin acabar de digerir lo que he visto, llego a un claro en el bosque. ¡GRITA! Grita con todas tus fuerzas. A mi es lo que me pidió el cuerpo. Si vas solo, no habrá ningún problema. Si vas acompañado, te entenderá perfectamente.

El grito igual era un sonido de liberación sin saberlo antes de afrontar una de las cuestas más duras hasta ahora. Son varios kilómetros que es mejor que te los tomes con calma, tienes para un buen rato. En cuanto coronas, vendrá una suave bajada hasta desembocar en Undués de Lerda. Estos 21 km han sido los más especiales hasta ahora. Undués de Lerda es un pequeño pueblo de 58 habitantes pero haciendo honor a su nombre, voy y me pierdo.

Después de dar varias vueltas, consigo encontrar la salida y poner rumbo a Sangüesa. Encontrarás una bifurcación donde te dará a elegir 2 opciones. La clásica de 10 kilómetros por senderos de cultivos o un desvío un poco más largo en el que te encontrarás el Castillo de Javier. Yo opté por la primera.


En el Camino siempre te sientes diminuto

En Sangüesa elijo mi lugar de avituallamiento. Una shandy acompañada de nueces. Ésto último tiene la culpa Patricia, mi nutricionista, siempre está revoloteando por mi mente cuando entro en los pasillos de las patatas fritas de un supermercado....

Cuando dejas esta localidad llegarás enseguida a Rocaforte pero luego tendrás 17 largos kilómetros hasta Izco. Sé muy precavido porque no vas a encontrar ninguna fuente de agua potable. Menos mal que esta etapa la estoy disfrutando y es imposible quitarme la sonrisa de la boca....o no.

Al llegar al Alto de Aibar, por sorpresa divisas un gran entramado de carreteras. Lo primero que me viene a la mente es: ¡Tierra a la vista! Sorprende ver civilización después de deambular 2 horas por la naturaleza navarra.

Cuando veo Izco por primera vez, doy por finalizada mi etapa. Me bebo todo el agua que me quedaba y en busca del albergue. Cual fue mi sorpresa, cuando llegué a la puerta y vi un cartel que ponía: ALBERGUE CERRADO, DISCULPE LAS MOLESTIAS. Lo curioso que es el poder de la mente. Un percance parecido, ayer supuso un tremendo correccional. En cambio, hoy me lo tome con el mejor de los humores. Es la diferencia entre ver el vaso medio lleno o medio vacio.


Ruesta

El siguiente pueblo era Monreal, a tan solo 10 kilómetros. Es una parte muy rápida por terreno asfaltado pero ajeno a la circulación. Después de 61 km, por fin llego a la "meta". En cuanto diviso el albergue veo una algarabía tremenda. Lo primero que me dice un ciclista es:- Menudo follón, están a tope -. No me lo podía creer. Llego al bar y me lo confirman. El albergue está completo y el siguiente pueblo, Tiebas, está a 14 km. Se me cae el mundo encima. Merche, la propietaria, ve mi cara (Mezcla de exhausto y deprimido) y me dice que ella se compromete a llevarme en coche.

Mientras se va tranquilizando el ambiente, voy duchándome, lo necesitaba. Al final ,entre unos peregrinos y otros, encontramos una solución que beneficie a todos. Los que nos hemos quedado sin litera, dormiremos en un colchón en el suelo. Me daba rabia tener que desplazarme en coche hasta el siguiente pueblo. Sería como hacer trampas. Por suerte, todo se solucionó. Dormí en el suelo de la cocina como pude pero una vez más, pese a las adversidades, salvamos la etapa.

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