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miércoles, 24 de mayo de 2017

Camino de Santiago Corriendo

Etapa 3: Fromista - Calzadilla de la Cueza (36 km)

Tercer día. Esta noche ha ido mejor. El miedo a caerme se ha disipado y he podido "dormir", además, no fue tan fría como la anterior. Todo evoluciona favorablemente salvo mis ojeras.

Dejo el agradable albergue, no sin antes, comerme un bocadillo de pavo con tomate que se me antojó el día anterior. El cafecito de rigor y a las 8:30 emprendo el camino. Cada etapa es 2 kilómetros más larga, en principio no parece mucho, pero como dice el refrán: "no joden pero atormentan".

El día sale muy soleado, decido vestir en ropa de tirantes aunque las predicciones a lo largo de la mañana no eran muy favorables.


Carrión de los Condes

La etapa está dividida en 2 partes. 18 kilómetros hasta llegar a Carrión de los Condes y el resto, una interminable recta en medio de la nada. La primera parte es muy fea porque vas paralelo a la carretera nacional aunque tienes la distracción de ir atravesando alguna población.

Al llegar a Carrión de los Condes compro provisiones ya que en Internet pone que el lugar donde me hospedo no tiene tiendas. Mi compra no puede ser muy grande, la mochila tiene una capacidad limitada, por lo que me tengo que conformar con 2 latas de atún, manzanas y plátanos. Menuda alimentación espartana estoy llevando. ¡Si me viera mi nutricionista!¡Patricia, mañana prometo rascarme el bolsillo y comer de menú!

El primero de los plátanos me lo como ahí mismo junto a unos frutos secos, mentalizándome de lo que me espera. Ahora tienes que afrontar 17 kilómetros en una interminable recta en la que no encontrarás ninguna población. Tampoco tienes fuentes de agua en el camino, las que hay están deshabilitadas, así que tenlo en cuenta y rellena bien tus botellas.


La fatídica recta

Antes de llegar al ecuador de la etapa, el cielo ya había avisado con un anticipo de lo que iba a suceder con unas cuantas gotas sueltas. El acto principal estaba por llegar. El cielo se puso encapotado, el viento empezó a asomar. Yo que soy muy precavido, me puse el chubasquero y a 3 kilómetros de meta, apareció con rabia la lluvia. Menos mal que ya se divisaba a lo lejos la picota de la iglesia de Calzadilla de la Cueza.


Entré directamente al Albergue Municipal a ponerme a refugio (5 euros). Es un lugar muy nuevo, con camas espaciosas y mantas en cada una de ellas. El ritual de siempre lo tuve que modificar a causa de la falta de sol. Cambié el lavado a mano por el de maquina junto al secado (6 euros).

En el momento de la cervecita, empezó a llover intensamente. Dentro del bar nos juntamos con un grupo de mujeres españolas y unas chicas argentinas que se estaban preparando para ir al siguiente pueblo, Lédigos, a 6 kilómetros. El poncho del peregrino es fundamental en tu mochila, nunca sabes cuando y donde te va a sorprender la tormenta. Algo que he aprendido este viaje porque yo era uno de los despistados que no llevaba nada para protegerme.


Las botas son un constante durante todo el Camino

La tarde resultó de lo más amena. Mientras estaba leyendo, oí unos sonidos de guitarra, me asomé a la ventana y en la terraza había un numeroso grupo de personas animando el ambiente. La agradable sorpresa estaba formada por unos chicos de Requena de lo más originales. Iban en bicicleta pero llevaban un carro con todos los instrumentos, incluso uno de ellos también llevaba a su perra Kira en otro carro. A esta fiesta se unió Miriam con su ukelele. Para poner la guinda al pastel, su estilo musical parece que estaba preparado para mi. Las horas fueron pasando a ritmo de Los Delincuentes, Estopa y Manu Chao. Para todo aquel que quiera indagar, tienen un grupo, se llaman "Gypsi y los Gatos Rumberos", muy buenos músicos y mejores personas.

El Camino de Santiago está bien, cuando te encuentras personas como ellos, entonces pasa a ser INOLVIDABLE. Es curioso que la etapa más fea en todo el Camino Francés haya concluido con uno de los mejores momentos vividos hasta ahora.

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