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domingo, 7 de abril de 2019

XIII MARATÓN DE ZARAGOZA

Tocaba poner punto y final a una larga temporada de asfalto. Unos meses de mucha exigencia que han conllevado infinidad de alegrías. La mejor manera de terminar era hacerlo en mi cuidad y rodeado de mi gente en la "XIII Maratón de Zaragoza".

Como ya os cité anteriormente, el buen sabor de boca que me dejó mi participación en la "XXXV Maratón de Sevilla" hizo que Fernando y yo decidiéramos alargar el estado de forma hasta Zaragoza, sabiendo las dificultades que conllevaba. Han sido 2 meses muy largos. Veía que haciendo los mismos entrenamientos, los resultados eran peores. Al fin y al cabo, el cuerpo no es una maquina. No puedes estar al 100% durante mucho tiempo seguido. Pese a todo, la ilusión seguía intacta.

La semana antes de la competición, mi mente estaba saturada. He llegado mejor física que psicológicamente. Incluso sentía dolores imaginarios que mi fisio Fernando se encargó de dilucidar. Eran excusas que me ponía, pequeños automatismos defensivos. La mayor ventaja que poseía era mi satisfacción de llegar con los deberes hechos. Mi marca la conseguí en Sevilla y ahora solo tocaba disfrutar.

La mañana amanecía fría, sin previsión de lluvia pero con el mensaje enigmático de "viento moderado". En esta tierra, es difícil descifrarlo. No me importaba. Yo, como corredor, no llego a ser supersticioso pero me puedo declarar un pelin maniático. Así que decidí hacer el mismo ritual que en Sevilla. Me levanté 3 horas antes de la carrera, desayuné y me volví a la cama una horita más. Por otro lado, en vez de ir hasta el guardarropa con la mochila para cambiarme al final, decidí salir directamente desde casa corriendo, transformándolo en el calentamiento previo.


¡Mi sombra solo tiene una pierna!

Fotos, abrazos, saludos, deseos de buena suerte y sin quererlo ya estábamos en primera fila de salida esperando el pistoletazo. Salí fiel al ritmo que habíamos planteado, 3:47. Mi GPS se quedó tarumba los primeros kilómetros, me tenía que fiar de mis piernas. Por suerte, después de tantos entrenamientos de series, he conseguido conocer mis ritmos sin necesidad de mirar el reloj. En seguida, se adelantaron los 3 favoritos: Agustín Moreno y los hermanos Puyuelo. Detrás quedábamos el grupo de mortales.

Siempre lo recalco. Lo mejor de correr en tu ciudad son los gritos de animo que recibes por todos lados. Incluso un compañero me dijo que de donde sacaba tantos admiradores. Será que cundo mucho. Enseguida nos adentramos en la zona de la Expo. Me pareció un autentico laberinto. Recorrido que desorientaba con tanta cinta, era difícil orientar el rumbo. Además, las circunferencias del suelo, al estar mojadas eran un peligro. Pos suerte, duró poco y volvimos a salir a la calzada. 

Con tanto oír mi nombre, me vine arriba y empecé a liderar el grupo de perseguidores. He de decir que era una sensación increíble ir cuarto en mi tierra. Echo la mirada atrás, allá por 2014 cuando me estrené en esta misma carrera y no doy crédito. Con la energía mental rebosando mi cuerpo y las piernas en perfecta conexión, fueron pasando los kilómetros y poco a poco me iba separando de los compañeros.

Con Fernando habíamos planificado la carrera. Sabíamos que a partir del 12 la cosa se endurecía. Seguía en solitario pero sentía el aliento de Ander en mi espalda. Era la parte dura, mi gasolina eran las caras conocidas que me encontraba. Los gritos de Quique, compañero de ANDANDAEH, palabras que salían del interior, denotaban orgullo y admiración. Estos pequeños detalles son los que marcan la diferencia. El mejor GEL del mercado. Fran, el capi, Escorihuela, Chevy, fueron tantos rostros conocidos que no consigo recordarlos todos. No me quiero olvidar de voluntarios y gente anónima, igual de importante. ¡Gracias a todos!


La familia lo es todo

Ya lo siento pero estoy aún muy emocionado. Sigamos con la carrera. Cuando llegamos al Parque Grande, después de una subida que "no jode pero atormenta" como decimos aquí, las piernas empezaban a pesar. Ander olió la sangre y me adelantó. Justo en este momento, nos perdimos y tuvimos que recular para volver a coger la dirección correcta. En este aspecto, tengo que recalcar que había muchas zonas que llevaban a confusión. Corrimos mucho tiempo con una bici de la organización acompañándonos pero aún así tuvimos varios percances. 

Intercambiando papeles, ahora era Ander el que se iba alejando poco a poco. Por suerte, siempre lo tenía a la vista. Posiblemente, fue lo que me salvó. Sin una referencia, no se yo si me hubiera dejado llevar por la fatiga. Me agarré a la ilusión de entrar quinto en la Plaza del Pilar y porque no, a la idea de una posible pájara de mis antecesores. El punto de inflexión se encontraba en el kilómetro 35. Justo cuando salimos a la Z-30 y tenemos que cruzar el río Ebro salvando un desnivel de 400 metros. A partir de ahí, entrada en la ciudad y aguantar como sea.

La verdad que no es un recorrido muy agradable. Hay subidas muy prolongadas, cambios bruscos de dirección y zonas confusas. Esto se arreglaría si los gobernantes pusieran un poco de su parte y accedieran a que la carrera discurra por el centro. El tranvía no es un servicio intocable. En otras ciudades se para unas horas y no pasa nada. Es más, provoca que la prueba adquiera más popularidad y con ello, beneficios económicos. Esperemos que poco a poco, entre todos, vayamos haciendo un Maratón acorde a la gran ciudad en la que vivimos.

Dicha mi propuesta aprovechando año electoral, vayamos al desenlace final. En el 37 accedemos a la zona de la ribera, cruzando el puente de Hierro el público es ya más abundante. Los gritos de - ¡Tricas, venga que tienes al cuarto cerca!-  vuelven a sonar. Mi mente quiere pero mis piernas no dan a más. Querer pero no poder, solo resistir. Sabía que entrando en la calle Echegaray y Caballero iba a estar situada mi familia. No podía reblar. Cuando aún me quedaban unos cuantos metros para llegar, empecé a escuchar gritos que me resultaban muy familiares nunca mejor dicho. Mi madre y mi hermana se desgañitaban. Para ellos también supone una ilusión enorme ver mi evolución. 


Pensando en la táctica. Fotos de Heraldo

Al girar y adentrarnos en la última pequeña subida, la calle San Vicente de Paul, me encontré a Victor Puyuelo en el suelo. Había tenido problemas físicos y tuvo que parar. Cambio de planes, pasaba a estar cuarto y con Ander a la vista. Intenté apretar pero él pensó lo mismo. Solo quedaba un kilómetro y era imposible recortar la distancia. Decidí disfrutar de los últimos metros y de la gente que había a mi alrededor. La entrada a la calle Alfonso con posterior desembocadura en la Plaza del Pilar es muy emocionante. Me paré para saludar a mi familia y disfrutar de la recta final.

Sueño más que cumplido. He terminado cuarto en la carrera más importante de mi ciudad. He sufrido, sería una irresponsabilidad decir lo contrario pero pesan mucho más los momentos alegres. He parado el crono en 02:41:23, para ser Zaragoza estoy más que satisfecho. Sin duda, es uno de los días más bonitos de mi pequeña historia en el atletismo. Todo ha sido perfecto, rodeado de amigos, familia y personas que puedo considerar parte de mi pequeño equipo técnico. Además rematado con una masaje de mi compañero Jose de Trail Running Zaragoza, sin duda, te auguro un gran futuro en esta profesión.

Para seros sinceros, también tengo un sentimiento agridulce. He acabado cuarto, mejor que cualquiera de los pronósticos que me podía hacer. Pero una vez conseguido, piensas que solo has quedado a 50 segundos del podio. ¿Y si hubiera sido más precavido en la primera parte de la carrera? No lo se, solo son pequeñas dudas de un gran soñador. Mientras tanto, pongo punto y final a mi temporada en asfalto y vuelvo a mi querida montaña. Volvemos a las andadas, hacer el cabra, disfrutar de los avituallamientos, deambular en la noche acompañado únicamente de tu frontal. ¡Adiós series, hola cuestas!

¡VA POR TI PRIMO!

Tiempo: 02:41:23
Clasifiación: 4
Participantes que han acabado: 998

                                   BANDA SONORA DE LA CARRERA

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