lunes, 25 de septiembre de 2023

TOR DES GEANTS (330km 24000 D+)

 Ya casi desvanecida en el tiempo y en mi memoria estaba una inscripción que hice en 2020, en tiempos de pandemia. Como todos recordamos, el mundo se paralizó y con ello, la competición. Nos dieron un plazo de 3 años para poder volver a participar. Sin quererlo, habíamos consumido dicho tiempo. No tenía escusa. Tenía que ir al TOR DES GEANTS

Tenía todo un verano por delante para mentalizarme y sobre todo, para entrenar. Pasó el tiempo y al final de la época estival, seguía sin ser consciente de donde me metía y la acumulación de kilómetros había sido más bien escasa. Como el que va a una 10k, yo partía hacia los Alpes...

Una vez en tierra italianas, con mi compañero Rober, estábamos a escasas horas de afrontar 330 kilómetros por el valle de Aosta. Para completar esta aventura tendremos 150 horas.

No suelo ser una persona que se ponga nerviosa. Aquí tampoco, igual por la ignorancia en la que me hallaba. Con esa venda en los ojos empezó la carrera. Aquí las bolsas de vida son cada 50 kilómetros y entre medio tienes diferentes avituallamiento donde comer o dormir. Vallamos por partes: 

  • Courmayeur - Valgrisenche (48km 3750 D+)

Arrancamos recorriendo las calles del pueblo entre multitud de aplausos y sonidos de cencerros. Ya casi sin darnos cuenta, afrontamos la primera subida. 1500 metros de desnivel positivo para abrir boca. Más que cualquier subida que haya entrenado este verano. ¡Empezamos bien! 

Debido al buen tiempo y la frescura de piernas, hago cumbre asombrado por la exigencia pero cómodo. Bajamos hasta la Thulie y enseguida vuelve el ascenso. Tras 1400 metros de desnivel, coronas Col Passo Alto (2856m). Esto se pone serio.

Tras un empinado descenso de 2km y 500 D-, aparece un cartel de información sobre la próxima subida: Col de la Crosalie, 550 D+. -¡Que bien en comparación a los otros dos! ¡Un respiro! - Pienso ingenuamente. Nada más empezar ya se intuyen unas zetas interminables. Izquierda, derecha, izquierda, derecha, esto no se acaba. No sé si la información estaba mal o se me está empezando a atragantar la cosa. 

Al hacer cumbre, toca ponerse el dorsal y sin más dilación, vamos hacia la primera base de vida. Desde Planaval hay un pequeño tramo donde disfruto por primera vez. Varios kilómetros por un bosque paralelo al río donde trotar tranquilamente y mentalizarse de lo que está pasando y lo que queda por pasar...

  • Valgrisenche - Cogne (54km 4137 D+)
En la base de vida nos lo tomamos con relativa calma, comemos bien, llamamos a España y abrigarnos un poco, solo añado unos manguitos. Además, cojo los bastones que tenía guardados en la bolsa. Nunca uso pero en esta aventura es más que obligatorio si no quieres morir en el intento.

Siguiente destino: Col Fenetre (2843m). Poco a poco vamos ascendiendo. Ya me he mentalizado que me tengo que ir acostumbrando a que los desniveles superen los 1000 metros. Siempre asociamos esta faceta a lo duro en una carrera de montaña. Discrepo. Una vez coronado el punto más alto, nos toca afrontar 5 kilómetros de vertiginosa bajada, descendiendo 1200 metros. ¡Esto si que es duro! Un "rompepiernas" donde las rodillas piden clemencia. Las bajadas no son muy técnicas pero son tan empinadas que parece que el tiempo se congele. No avanzas.

Llegamos a Rhemes-Notre Dame por pura inercia, plato de pasta y a seguir en modo bucle. otros 1200 D+ hasta Col Entrelor (3004m). En este tramo empiezan mis primeros momentos de frustración. ¡Esto no se acaba nunca! ¡No puedo más! Además, por la noche se magnifica. Debido a la oscuridad, no ves lo que queda pero si lo intuyes. Ves la luz de los frontales a lo lejos...muy a lo lejos y aún hace más dura la subida.

Postureo pero triste

Último tramo, piedras, agarres de vía ferrata y al fin, la cima. Nada más coronar veo a una compañera vomitando por el esfuerzo. No me extraña. Afrontamos la bajada con el mayor de los desagrados. Lo estoy pasando muy mal. Ahora mismo todo es negativo. Llego a Eaux Rousses (78km) con la firme convicción de abandonar. Tengo una discusión conmigo mismo y decido parar a dormir.

Mi primera impresión es surrealista total. Una carpa con 10 camillas ocupadas por atletas o cadáveres, no me quedó muy claro. Esperé a que alguien se levantase y allí que me tumbé yo. Tapones, cinta en los ojos y a dormir una hora. Mis divagaciones no me permiten conciliar el sueño y a los 40 minutos salí de aquel lugar. Por lo menos mis piernas habrán descansado.

Ahora tocaba ir al punto más alto de la carrera: Col Loson (3294m). 12 kilómetros en los que los primeros los voy haciendo muy cómodo siguiendo a un inquietante corredor que se llama Giorgio Maquiavelo. Por mi parte, había recuperado alegría y fuerzas. Incluso las ganas de estar aquí. Llegamos a una zona donde hay unas casas forestales y al girar descubrimos un valle que me deja enamorado. ¡Que hermosura! estos paisajes son otro nivel. Recalcar que llevamos 90km y 9000 D+. Una autentica barbaridad.

Según nos acercamos a la cima, la cosa se complica. Llegados a un punto pedregoso me encuentro con unos voluntarios y una corredora en el suelo. Se había producido un derrumbe y estaba afectada. Le había dañado la pierna. Mientras sigo avanzando, llegó el helicóptero de rescate que se las vio y las deseo para poder acceder al lugar. Al final todo salió bien.

Descenso muy fácil hasta el refugio Vittorio Sella donde me encuentro a mi compañero Rober. Decidimos afrontar la bajada juntos hasta la siguiente base de vida. En cuanto el terreno se complica, se me escapa. Rocas gigantes con las que soñaré varios días que me van mermando la moral. Ahora si que si. Decido abandonar. Vale la broma. Llamo a mi novia para contárselo. Como ya me conoce lo dramático que soy, me anima a que me duche, descanse y que después de todo eso, vuelva a preguntarme si quiero abandonar...

  • Cogne - Donnas (47km 1383 D+)
Como alumno aplicado que soy, hago todo lo que me dice menos dormir. Intento hacerlo pero no lo consigo. Mi mente no está por la labor. Salgo del camastro, aviso a Rober y emprendemos la marcha. Lo de abandonar lo dejamos para más adelante.

Los primeros kilómetros van pasando amenos mientras conversamos. Rober y yo nos complementamos bien. Hablamos pero lo justo, sin agobios. Todo fluye. Se va acercando el anochecer antes de afrontar la subida al Col Finestra di Champorcher (2826m) 

Nos ponemos el frontal y esperamos comer algo en el refugio Sogno pero para nuestra sorpresa, está cerrado. Tiro de barrita y para arriba. Inesperadamente, este ascenso lo disfruto. ¡La primera vez! Algo está cambiando en mi interior. Empezamos a descender y nos vuelve a pasar lo mismo. El refugio Miserin también está cerrado y eso no ayuda psicológicamente. Por fin llegamos a Dondena (125km). Aquí Rober se para a dormir. Yo me noto fresco y opto por seguir.

Nuestros víveres apilados...

Me pongo los cascos y acompañado de música, hago el descenso con una sensación de plenitud inmensa. ¡Me alegro de estar aquí! Los estados de ánimo en el Tor des Geants son igual de inestables como el perfil de carrera. Voy por una zona de praderas con gigantes piedras que me recuerda a Castroviejo, cerca de mi pueblo Vinuesa. Todo esto, mientras suena en mis oídos "America" de Nino Bravo. ¡Un momento tan mágico como peculiar!

El descenso de 20 kilómetros hasta Donnas del que tan mal me habían hablado, yo lo estoy disfrutando. Es más, echo en falta que fuera de día. Yo soy un enamorado de recorrer pueblecitos y en esta zona atravesamos varios, tanto habitados como abandonados. No los puedo degustar en todo su esplendor. Llegamos a Pont Bosset (140km). Hasta ahora le doy mi premio a pueblo favorito. ¡Que bonito! Antes de llegar a la base de vida tendrás un repecho que te pilla de sorpresa y una empinada y bonita calle que recorrer de principio a fin en la localidad de Bard.

  • Donnas - Gressoney (51km 4584D+)
Llego a la base de vida sobre las 5 de la mañana. Decido dormir y ya salir cuando sea de día. Otra vez no lo consigo. El calor no me deja esta vez. Aprovecho el tiempo en curarme un poco los pies y cambiar de zapatillas. Me encuentro a Rober, lleva un vía crucis con las ampollas y está curándole la podóloga. 

El siguiente tramo donde nos mete la organización es un bello ascenso donde subirás entre 100 y un millón de escaleras de piedra, no me acuerdo muy bien. Entre medias, pasas por el avituallamiento de Perloz (156km) donde degustar zumo de naranja natural y por otras pequeñas localidades de cuyo nombre no me acuerdo. Todas ellas acondicionadas con fuentes gigantes. en esta zona tienen el agua por castigo. Hay más fuentes que personas. En cada una de ellas voy echando tragos que sacian mi sed. El calor es asfisiante.

Vamos dejando las casas atrás pero seguimos subiendo, ahora solo por naturaleza hasta el Refugio de Coda (167km). En 18 kilómetros hemos subido 2800 metros de desnivel. ¡Nada más!

Semejante esfuerzo lo curamos a base de pizza y focaccia. Aquí la manera de olvidar las penas es gracias a los avituallamientos. Pasta, queso, embutido, dulces y caldo se encargan de ello.

Destrozado pero contento

Seguimos nuestro camino y mientras deambulamos por una zona muy irregular, nos empieza a llover. Toca sacar el chubasquero. El tramo en que nos encontramos no es nada agradable. La lluvia tampoco ayuda. Llego al refugio de Barma bajo de moral. Decido dormir una hora. Es la primera vez que soy consciente de haber dormido, aún con todo, me levanto antes de tiempo. Salgo al salón y ahí está Rober. Me tomo un plato de polenta que me maravilla, al igual que el refugio. Mi favorito hasta ahora. Nos abrigamos y salimos pese a la lluvia, no queda otra...

A partir de este momento y según va cayendo la noche, el infierno se acerca. La oscuridad se cierne sobre mi. Pese a nuestros intentos de llegar a tiempo, con caída incluida, nos tenemos que poner el frontal antes de llegar al avituallamiento del Lago Chiaro. Degustamos unos embutidos que son de otro nivel. Rober y yo damos buena cuenta de ello dejando los platos bien relucientes. Aquí la jefa es la señora Antonia, una pena no coincidir justo en uno de sus famosos platos.

Al salir empieza la penitencia. Este tramo se nos hace eterno. No llegas a hacer grandes desniveles pero es un terreno muy poco agradecido. No te permite avanzar. Todo lleno de rocas resbaladizas. Le tenemos que sumar el frío y la intensidad de la noche. Para más inri, mi compañero se está quedando literalmente dormido mientras corremos. En una de esas desconexiones cerebrales, se tropezó y acabó su cuerpo en el suelo y su bastón en unos matorrales. Nos preocupamos, mejor descansar cinco minutos aunque sea en un piedra. 

Se acabó el descanso, seguimos con ganas de que aparezca el avituallamiento pero éste no aparece. Vueltas y vueltas y nada. Vemos unas luces a lo lejos pero no es. Yo ya no se si son alucinaciones, mala hostia o ganas de acabar con todo. Después de mucho jurar al vacío, llegamos a Niel (191km).  Descalabro total. Si pudiera, hubiera abandonado aquí mismo. Otra vez más. Pedimos dormir 2 horas y nos llevan a una tienda de campaña. Todo muy bien organizado pero lo único que consigo hacer es dar vueltas en el camastro. Envidio aquellos que roncan plácidamente.

Salimos con más pena que gloria hacia la siguiente base de vida. Mientras ascendemos al Colle Lazoney (2394m) nos empieza a llover un poco. A los minutos la lluvia es más intensa y a lo que nos queremos dar cuenta, estamos empapados y tiritando de frío. Corremos lo más rápido posible para llegar al siguiente refugio. Desesperación. Al final, divisamos una luz a lo lejos. Es el avituallamiento de Ober Loo. Entramos y eso parece "Salvar al soldado Ryan". Soldados envueltos en mantas. Otros dormidos sobre la mesa. Los más inquietos, abrazando un tazón de caldo. Todo esto en un silencio implacable.

Nos hacemos un hueco entre ellos y esperamos las palabras mágicas: - ¡Ha dejado de llover! -. Nos abrigamos con lo seco que nos queda en la mochila y partimos hasta Gressoney (204km). Hemos sobrevivido.

  • Gressoney - Valtournenche (36km 2749 D+)
Hemos sobrepasado el kilómetro 200 y toca un merecido descanso. Ducha y a la cama. Aprovechando que voy a descansar en una colchoneta gigante de escalada, opto por no ponerme despertador. Que mi cuerpo desconecte lo que necesite

Pasadas 2 horas empiezo a remolonear. Mi mente pide movimiento. Me reclino.  Parece que mi cuerpo no opina lo mismo pero obedece a regañadientes. Guardo todo en la bolsa. A estas alturas es una tarea harta complicada. Como algo y 5 horas después salgo a la calle.

Voy andando tranquilamente por las calles del pueblo. Una larga recta de 2 kilómetros. Fantaseo con una frase que me dijo Rober: -Si sales de Gressoney, acabas seguro -. Cuando la carretera se inclina empiezo a notar algo raro. Que ligero que voy...¡Los bastones! Pues nada, vuelta a la base de vida. Lo peor de todo, no será la última vez...

Nuestro hotel 5 estrellas...

Pese al contratiempo, me siento lleno de energía. Subo Alpenzu feliz de la vida. Siguiente parada: Col Pinter (2781m). Subimos bajo una ligera lluvia pero no me importa. Estoy disfrutando. Parece que pasar los 200km me ha cambiado el chip.  Me prometo a mi mismo no volver a quejarme sin una razón de peso. La ascensión se me hace muy amena. ¡Incluso la bajada! Hay una zona complicada de cuerdas, piedras y bastante expuesto. Me parece hasta divertido.

Seguimos bajando por verdes praderas y atravesando pueblos que apunto en mi memoria para volver algún día. En un momento dado, me encuentro el camino ocupado por ganado. Espero pacientemente a que pasen mientras un hombre me instiga a que cruce, que no pasa nada. Todo esto, mientras 2 toros intentar montar a sus respectivas compañeras. No sé. Decido esperar.

Llegamos a Champoluc (220km). Reponemos los víveres y seguimos la ascensión. Es sorprendente lo bien que me encuentro. Llegó al refugio Grand Tournalin (2551m). Hago sonar los cencerros bajo una inmensa sonrisa. A la salida toca volver a ponerse el frontal. En este tramo podemos coleccionar varias cimas sin apenas esfuerzo (Col de Nannaz y Col des Fontaines) y seguidamente a por la penúltima base de vida. 

  • Valotournenche - Ollomont (47km 3404 D+)
Llego bastante entero pero decido dormir. Es la tercera noche y habré dormido solo 4 horas. Me tumbo en los odiados camastros. La historia se vuelve a repetir. No consigo dormir. Salgo cabizbajo y retoma la marcha. Veo a Rober, será nuestro último encuentro...

Mientras avanzo, estoy pensando en la falta de sueño que llevo. Me pregunto si me puede repercutir mucho. Creo un drama donde no lo hay y al llegar al refugio de Barmasse (242km) solo pienso en dormir. Dos horas por favor. Paso un poco de frío pero descanso bien. Es la primera vez que me llama el voluntario sin adelantarme yo a la hora propuesta. ¡Que alegría!

Salgo con energías renovadas pero enseguida vuelve el drama. Esta vez real. Me entra un sueño atroz. Busco soluciones. Me pongo música, canto, salto, me doy bofetadas pero nada funciona. Diviso el avituallamiento Bivacco Vareton. Veo la luz. Pienso que ayudará a espabilarme. Nada más lejos de la realidad. Emprendo la marcha y a los minutos vuelve Morfeo a por mi. Para colmo, voy bordeando un desfiladero. Noto que las rodillas ya no responden. Se bloquean. Piden clemencia. Me asusto y me siento en una piedra. Formo un ovillo con mi cuerpo y cierro los ojos. Dejo la luz del frontal encendida a modo de alarma. Al poco tiempo ,no sé cuanto pasó, abro los ojos y me levanto. Hemos conseguido recargar la batería corporal un porcentaje pequeño pero suficiente para continuar.

Con sueño pero contento

El esperado amanecer llega. Seguimos avanzando pensando en dormir. El refugio la Magia lo desecho ya que las camas están en el mismo comedor. Tendremos que esperar al siguiente. Entre medias y con el sol a pleno rendimiento, decido echar otra "minisiesta". Esta vez sin temer por mi vida, me tumbo en una pradera.

Repuesto de nuevo, empiezo el ascenso. Me veo muy fuerte pero al llegar al refugio Di Cuney (2655m) opto por dormir una hora. Voy a ser precavido. El sitio me parece espectacular y consigo descansar algo. Punto positivo para este refugio.

En el siguiente tramo coronarás Col de Chabaly (2684m) y Col de Vessonaz (2787m). Para ser sincero, no tengo gran recuerdo de esta zona. Poco más puedo aportar.

En Oyace (273km) descanso cuerpo pero no mente. Me tumbo para dar un respiro a mis maltrechas rodillas antes de afrontar la penúltima gran subida al Col Brison (2519m). Esto me anima. Casi lo hemos conseguido.

Pese a la lluvia, asciendo con entusiasmo y la bajada con calma total.  No es el momento de una torcedura inesperada. Sigo avanzando siguiendo las balizas y al llegar a un poblado, las marcas desaparecen. Me he perdido. Doy vueltas por todos lados y ni rastro de señales hasta que al fondo de un sendero veo un conjunto de banderines. Llego y para sorpresa, hay hacia las dos direcciones. ¿Qué hago? Tengo miedo de haberme saltado un punto de control. Ante la duda de si subir o bajar, mi cuerpo lo tiene claro. Opto por las señales que me hacen descender. Por fortuna, a los pocos minutos llego a Berrio Damon (285km) Les cuento mi altercado. Me dicen que las culpables son las vacas. Se ve que se cansan de su dieta única en hierba y de vez en cuando se les antoja comerse unos banderines.

  • Ollomont - Courmayer  (47km 2905 D+)
Después del tenso final, llego a Ollomont y paro a descansar. 1 hora. Como ya es habitual, se vuelve a repetir la situación y los camastros no me dejan conciliar el sueño. Salgo al comedor y como si de un restaurante se tratase, elijo mi plato favorito sobre un menú de 10 opciones: "Pasta al pomodoro".

Salgo del pabellón con más pena que gloria. Hace frío y tengo sueño. Empezamos a ascender por una pista muy cómoda. Se avanza rápido. Enseguida un cruce brusco a la izquierda y el desnivel se encrudece. Hay que tirar de riñón hasta llegar al refugio Letey Champillon (290km) Pregunto sobre el siguiente punto donde poder dormir y me dicen que son 15 kilómetros. Los sopeso más o menos 30 segundos y pido descansar una hora. No antes sin degustar el mejor "brodo" de la carrera. Premio a los voluntarios más simpáticos.

A la hora me levanto pero oigo un ruido intenso que proviene del exterior. ¡Está lloviendo a cantaros! Me vuelvo a la cama hasta que dejo de escucharlo. He dormido mas o menos mal, lo esperado pero toca seguir, otro compañero está solicitando cama y es hora de dar el relevo.

Empieza la subida bajo una intensa oscuridad. Delante de mi hay un corredor francés. Me pregunta si se hablar su idioma. Le contesto con una negativa. Le llego a entender que le da igual que yo solo hable así no se duerme. Y así pasaron los siguientes minutos, yo hablando español, el francés. No nos enteramos de nada pero combatimos el sueño.

Achicharrado pero contento

Me da pena y me siento medio culpable pero es que el compañero va muy lento y al final el que me estoy durmiendo soy yo. Para combatirlo decido correr, es un terreno propicio y hay que aprovechar. Para darle más epicidad  a mi huida, empieza a caer una intensa lluvia. Le sumamos la niebla y la visibilidad es nula. No se ve más allá de un metro. A donde llega la luz del frontal.

Se hace interminable la bajada y el frío empieza a ser importante hasta que por fin llego a Ponteille (297km). Abro la puerta y hay 4 voluntarios mayores en su salsa. Haciendo salchichas, gambas, patatas asadas. Se les ve felices. No me da la misma impresión los corredores. Todos mojados, con mantas y dormidos sobre las mesas. Se les ve derrotados. Interesante mezcla.

Yo me uno a los segundos. Me escondo bajo una manta y dejo pasar los minutos. Mente en blanco y desconexión. Es mejor no pensar en la situación. Cuando amaina la lluvia, salgo al exterior y a seguir la marcha. Empieza un descenso por pista muy rápido. Se intuye que es muy cómodo pero el agua no ayuda. Yo creo que la noche sumado a la concentración que debes llevar para no caerte, provoca somnolencia en el cuerpo humano. Todos, incluido yo, nos vamos quedando dormidos mientras corremos. Algunos prefieren sentarse en un ribazo pese a seguir lloviendo. Yo me dejo llevar por la inercia de la bajada.

Llegamos a Saint Rhemy (305km) y pido dormir una hora. Espero que la última en esta aventura. Me llevan a los sótanos de una iglesia y me dejan ahí frente a mi camastro. Esta vez es más grande. Me tumbo y lo siguiente que recuerdo es el voluntario llamándome. ¡He conseguido dormir bien! Por lo menos me voy con un buen sabor de boca.

Toca afrontar la última ascensión, el mítico Col Malatra (2920m). Debido al frío, lo empiezo con toda la ropa puesta, chubasquero, pantalón impermeable y térmica pero a los pocos minutos ya me sobra todo. Es de día y eso se nota. Me desnudo y en busca del Refugio Frassati (316km). la Hora dormida a pleno rendimiento me ha sentado fenomenal. Subo con una alegría inusitada pese a mis 300 kilómetros en las piernas. Voy adelantando corredores gracias a mi ascenso trotón. No muy rápido pero constante.

Llegamos al refugio, reponemos un poco y enseguida emprendo el camino. Solo me quedan 2 kilómetros para hacer cumbre. Se está poniendo niebla. No se puede contemplar las vistas privilegiadas en las que nos debemos hallar. Metros antes de llegar, se oyen aplausos, levanto la mirada y ahí están, junto al voluntario, unas bonitas cuerdas donde agarrarte. Son el preámbulo antes de coronar el último escollo. Ahora dicen que es todo bajar hasta meta...

La niebla no deja ver el valle que tenemos enfrente. Solo tienes la opción de agachar la mirada fija al suelo y descender. En tu mente ya piensas que lo tienes, solo es dejarte llevar, sin ningún tipo de prisa hasta el avituallamiento de Entre Deux Sauts (322km). Cojo mi último trozo de queso y salgo a paso relajado.

Mientras divago en todo lo vivido durante estos 5 días me empiezan a adelantar corredores. De repente les ha entrado las prisas. ¿No tienen suficiente ya? Me siento mal. No voy a ser el único en andar. Me pongo a correr como si no hubiera un mañana, persiguiéndoles. Vamos bordeando una montaña en un continuo sube y baja. Nada exigente pero a estas alturas parece el Tourmalet. Hay un momento dado que ya se me empieza a hacer bola. Saco la bandera blanca y me pongo a andar hasta llegar hasta el último, ahora si, avituallamiento.

Ya solo queda bajar. Trote suave pero con mucho cuidado. No la podemos liar ahora. Mientras desciendo empiezo a oír unos gritos a mi espalda. Efectivamente, me había vuelto a dejar los bastones. 

Acaba la naturaleza, entramos en el pueblo y según toco asfalto me pongo a correr a ritmo de 5k, o eso sentí yo. Volando y con una sonrisa más grande que mis ojeras, entre a la recta final, crucé el arco y grite con todas mis fuerzas. Alcé los bastones al aire como si de William Wallace se tratase. Una felicidad inmensa invadió mi cuerpo. Ya no notaba nada de fatiga. Se había esfumado.

Contento, muy contento

Al final la aventura ha durado 122 horas. Muchos altibajos mentales, paralelos al recorrido que íbamos haciendo. Siendo sinceros, creo que he sufrido más que disfrutado pero como siempre nos pasa en estas situaciones, una vez conseguido, todo compensa. 

Es increíble el poder de superación que tiene la mente y cuerpo humano. Antes de la carrera no era consciente de donde me metía. Durante toda la carrera, mi pensamiento constante era que no lo iba a conseguir. Al final de la carrera pienso que puedo con esto y mucho más. ¡Podemos hacer lo que nos propongamos! Solo hace falta pasión y RASMIA.


Como colofón final vamos a dar los PREMIOS DE LA ACADEMIA:
  • Mejor Refugio: Refugio de Barma
  • Mejor Avituallamiento: La señora Antonia en el Lago Chiaro
  • Mejor Ascensión: Col Pinter
  • Ascensión más odiable: Col de la Crosalie
  • Pueblo más bonito: Pont Bosset

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 122:41:16
Clasificación: 181
Desnivel Acumulado: 29608


                                             BANDA SONORA DE LA CARRERA