domingo, 23 de noviembre de 2025

24 HORAS EN PISTA OLOT

 Se está acabando 2025. Ha sido un año muy exigente con una gran cantidad de kilómetros en las piernas. Quizás sea la temporada donde más volumen he metido, por eso, queda ya poca gasolina en el deposito pero hay que gastar la última baza que me queda. Vamos a cerrar el telón participando en las "24 horas en pista de Olot".

El día siguiente de mi abandono en la "Spartathlon" empezó el arrepentimiento. Estaba muy disgustado por haberme rendido antes de tiempo cuando estaba completamente preparado para llegar a Esparta. Mi cabeza me dejó solo. La única manera de quitarme esa sensación no era otra que volver a Grecia. La mala noticia es que tenía que volver a hacer la marca mínima para clasificarme y ¡Se me acababa el tiempo! Tenía que conseguirlo antes de año. Mis compañeros me hablaron de una competición que se hacia por primera vez en noviembre. No lo dudé. Miré mi calendario de trabajo. Perfecto, no curro. Inscrito. Sencillo.

Así me presenté la semana antes de viajar a Olot con escasa preparación. La verdad que la temporada se me está haciendo larga y ya no estoy para muchos alardes. ¿Igual es mejor llegar algo fresco? Me autoconvencía mientras preparaba otra vez la maleta de supervivencia del corredor de Ultrafondo. La única norma que hay: Tu mete de todo por si acaso.

Mirar que delicia de sitio

La verdad, solo por correr en las pistas de Olot, merece la pena ir. Está considerada una de las más bonitas del mundo. Su integración con la naturaleza es espectacular. Naturaleza y tartán se fusionan en uno para regalarnos una obra de arte.

No me había fijado en los inscritos pero nada más bajar a las pistas empecé a ver caras conocidas por todos lados. Siempre somos los mismos valientes (o descerebrados, según se mire) en esta disciplina. Monto con calma mi avituallamiento mientras nos ponemos al día con los compañeros. Todo tiene un aroma familiar muy sano, desde la organización hasta los acompañantes. Es como si fuera la quedada de los sábados con los amigos.

Recordar lo que venía a buscar aquí. Necesito la marca mínima para optar a participar en la Spartathlon. La forma de conseguirlo es hacer 120 km en 12 horas o 180 km en las 24. Mi idea es clara. Intentar conseguirlo en 12 horas y si no llego, no me quedaría más remedio que seguir toda la noche hasta conseguir cumplir los 180 kilómetros que piden.

La cuenta se hace rápido. Para conseguirlo, tengo que ir a un ritmo de 6 minutos el kilómetro. A priori parece fácil pero estate tu así 12 horas. Te aseguro que no tiene nada de sencillo. Mi idea es hacer como la hormiga, acumular kilómetros al principio para cuando vengan los momentos difíciles tener un buen colchón. Si lo consigo, luego ya tendré tiempo de hacer la cigarra. La teoría la tengo, a ver como aplico la practica...

Hemos tenido suerte y de momento el día es perfecto. Empezamos a dar vueltas a un ritmo alegre y disfrutando del entorno. La primera hora hago 11km. La segunda, 22km. Todo va genial. Voy alternando momentos en solitario con alegres conversaciones con los compañeros. Javi Lozano, un fijo en estas lides. Yo creo que ha estado en todas las competiciones en las que yo he participado y siempre es un verdadero placer compartir pista con él. Marc, ya coincidimos en varias ocasiones haciendo de liebres en maratones. Javier y Víctor, espartanos donde los haya. Germán, el cerebro de la "Backyard Benabarre". Toda una lista de ilustres invitados.

Cuando llevamos 4 horas y media, consigo llegar a los 50 kilómetros. Hasta ahora no había parado de correr. Todos del tirón. Soy consciente de que no puedo seguir ese ritmo. Sería inmolarme. Es hora de cambiar de estrategia. Mi nueva misión: Correr media hora y andar una vuelta. Es una manera de descansar un poco pero sin dejar de sumar kilómetros.

Lo que más miedo me da es la soledad de la noche. Ahora a las 6 ya estamos a oscuras y se que va a ser un punto clave. Luchar contra mis miedos. La mejor manera que se me ocurre para combatirlos es la música. Cuando llevamos ya bastantes vueltas sin compañía de sol, decido sacar mi nuevo acompañante: Melendi. "Sin noticias de Holanda" es un disco de culto y no me bajo de este barco. Con la tontería, a ritmo de rumba se me ha pasado una hora volando. 

Siempre con una sonrisa

Me veo obligado a quitarme la música porque empieza a llover. De momento parece que es solo para asustar así que no cambio los planes. Cuando la intensidad empieza a ser importante, paro a cambiarme de ropa. Me pongo una camiseta térmica pero no uso chubasquero ni nada. Está lloviendo pero tampoco tengo la sensación de que me moleste demasiado.

Las horas van pasando, nos acercamos a los 100 kilómetros y mis cuentas para hacer la mínima se vuelven laberintos. Parece que me estoy enfrentando a la conjetura de Goldbach y prácticamente solo estoy sumando 2 + 2. Mi cerebro, ya de por si limitado empieza a ir justito. Los ritmos han bajado considerablemente. Busco referencias de los tiempos que llevo cada vez que paso por meta y solo hace que ponerme más nervioso.

Pido ayuda a los acompañantes para que me vayan cantando los kilómetros que llevo. Cuando quedan 2 horas, tengo que hacer 19. Estoy andando por la cornisa. No me puedo despistar. ¡Si ni siquiera he podido ir al baño para no perder tiempo!

Decido dar todo lo que me quede en la siguiente hora. Es el momento de arriesgar todo al rojo. Quiero, si puedo, no llegar a los últimos minutos pidiendo la hora. Me pongo a velocidad de crucero. En realidad voy a 5 pero mi sensación es que estoy volando. Sigue Tricas, sigue. Llego a la última hora y me quedan 8 kilómetros por hacer. Parece que lo he conseguido.

No obstante, no me quiero arriesgar. Ya no me fio de nada. Sigo corriendo hasta que llego a los 119km. Que alivio. Troto las 2 últimas vueltas y reto conseguido: 120km. No os creáis que me sobró mucho. Ahora descanso, tomo agua y sigo andando hasta que se cumple las 12 horas. En total: 120 kilómetros de sufrimiento y 800 metros de alivio.

Los compañeros me felicitan y me animan a seguir. Habría podido hacerlo pero en cuanto conseguí la mínima mi cerebro desconectó y dejó de mandarle las señales oportunas a mis piernas. Ya no podía correr más. Tampoco había ninguna necesidad. No íbamos a hipotecarnos los próximos entrenamientos por venirnos arriba. El único aliciente es que iba primero en la clasificación. ¿Y porque no seguiste? Pues igual me faltó ambición pero tampoco me arrepiento. Hice lo que dije que venía a hacer y me voy más que contento.

Paseíto mañanero con el ganador

Me fui a dormir y a las 9 de la mañana volví a la pista para ayudar a mis compañeros en sus últimas horas de lucha. Es hora de darles ánimos y conversación para tenerles entretenidos. Tras 11 kilómetros más para mi colección, llegaron las 12 del mediodía. Llegó el final. Una experiencia brutal en un marco incomparable. Cada vez me estoy enamorando más de esta disciplina. El ambiente que se respira aquí no se puede comparar con nada.

Dar la enhorabuena a la organización. En su primera edición han conseguido generar algo muy bonito. Todos los atletas nos vamos con una sonrisa en la cara y deseosos de volver. No hay mejor señal que esa para saber que habéis hecho un trabajo increíble. Yo me voy con el corazón lleno, la mínima bajo el brazo y con la sensación de que cierro un año con un halo de esperanza, porque el resto ha sido para olvidar. 2025 no quedará en mi recuerdo pero espero que el año que está por entrar si lo sea. Esparta, a la segunda va la vencida.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 24:00:00
Clasificación general: 12

Kilómetros: 131

                                               BANDA SONORA DE LA CARRERA