martes, 9 de junio de 2015

Camino de Santiago corriendo: Etapa 4

Torres del Río - Logroño (20km)

Amanece en la bonita localidad navarra al son de los cantos de los pajarillos que hace que me levanté a las 6:30. Nota importante para futuras incursiones en el Camino de Santiago: Indispensable llevar tapones para los oídos. ¡Cuantos minutos de descanso hubiera ganado gracias a ellos!

Es el último día de esta apasionante aventura. Me da mucha pena que se acabe aquí ahora que le estaba cogiendo el tranquillo. Desayuno con Anne tranquilamente y nos despedimos hasta que nos volvamos a encontrar en el camino, ella sale andando y yo decido apurar los minutos sentado en la terraza del Albergue Casa Mariela. Quiero guardar en mi mente los máximos fotogramas posibles del momento y reflexionar sobre todo lo vivido. 



Esta etapa me la voy a tomar con mucha calma, disfrutando de cada paisaje y despidiendome de los compañeros con los que he compartido vivencias todos estos días. La primera en encontrarme precisamente es Anne, sentada en un banco mientras escribe sus reflexiones, nos despedimos ya definitivamente hasta un nuevo encuentro. Al poco de despedirme me encuentro con los 3 mosqueteros de Cuenca con los que hago mucha parte del camino andando y divagando sobre la aventura a emprender en 2016. 

Esta etapa no es dura físicamente. Tiene partes del camino que están muy bien empedradas y unas bajadas por pista que hacen que me acuerde de algunos de mis compañeros de ANDANDAEH y de lo que disfrutarían bajando a toda velocidad por ellas. Además, corre una ligera brisa que hace el trayecto más agradable. Estoy cerca de Viana cuando me encuentro con el gran Maximiliano, un señor con el que compartí habitación el primer día y que a pesar de sus problemas físicos en los pies, solo tenía palabras de optimismo y una gran sonrisa para acompañarlas. ¡Me quito el sombrero ante la actitud de muchos peregrinos!



Llego a la única localidad que hay en todo el recorrido: Viana, un majestuoso pueblo donde hago una parada junto a otro compañero de San Sebastian con el que he compartido camino también durante estos días y me incita a que haga el "Camino Aragonés". 

He realizado estos 10 primeros kilómetros en 1 hora y 18 minutos, por lo que podéis ver, casi todo el trayecto andando. Así que decido hacer la otra parte del camino más fuerte y entrar en mi meta los más pletórico posible. Me encuentro muy cómodo, el trayecto es bastante favorable. La gran urbe riojana se divisa al fondo, ahí está el final de esta gran experiencia.

Llego a Logroño y lo primero que hago es ir directamente a la calle Laurel. Ahí degusto dos de mis tapas preferidas: el mini del Bar Lorenzo Tio Agus y la exquisitas papas bravas del Bar Jubera. Después de hacer feliz a mi estomago, me voy al Albergue Entresueños que es donde me esperaba la mochila. El lugar es un hotel normal pero con dos plantas reservadas para los peregrinos, me cuesta 5 euros usar sus instalaciones ya que no me voy a quedar a dormir. Me ducho y preparo la mochila por última vez, el siguiente destino es Zaragoza, es la vuelta a la rutina.

Atrás dejo 4 días muy intensos donde ha habido momentos de soledad, incluso diría de aburrimiento ya que no acostumbró a viajar solo. Pero los momentos buenos prevalecen de manera holgada. Todas las palabra que había oído acerca de esta experiencia son totalmente ciertas. No diré que me he encontrado a mi mismo ni que el camino me ha cambiado pero si puedo decir que es uno de los viajes que más me ha llenado. A partir de ahora empieza la planificación de un nuevo recorrido, esta vez más largo y con llegada a Santiago y espero que todos esos sentimientos que se han quedado a la mitad, los consiga completar.


                                              ¡BUEN CAMINO!

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