Así como quien no quiere la cosa, después de un verano más que movidito, llegó septiembre. Mi radar se volvió a activar y busqué algún lugar donde llenar mi vacío competitivo. Navegando por la red, navegando en internet, navegando yo, te encontré: BACKYARD INFINITE RACE VAL D'ARAN.
Voy a empezar la temporada como acabe la siguiente. Dando vueltas en un recorrido de 6,7 kilómetros hasta que no pueda más. Viajamos desde la Backyard de Benabarre hasta la de Val D'Aran y tiro porque me toca.
En junio me quedé totalmente enamorado de esta desconocida modalidad deportiva para mi. Fue muy exigente, dejándome totalmente exhausto, derrotado y llegando al límite pero como esto de sufrir nos encanta, solo pensaba en volver a repetir.
Viajé con mi pareja a la pequeña localidad de Salardú del pirineo catalán. Un lugar mágico. La primera impresión es que era un marco incomparable para realizar la carrera. Rodeados de verde, montañas y con un aroma a libertad espectacular.
Las previsiones meteorológicas no eran nada halagüeñas. Se esperaban muchas lluvias. De momento, amanecíamos encapotados pero secos. Lo que viene a ser las mejores condiciones para correr. A ver cuanto nos dura...
La organización pone el polideportivo como zona de operaciones. En este lugar se encuentra tanto la zona de salida y meta, como el avituallamiento y la zona de descanso personal. Después de dejarme todo mi material minuciosamente organizado, ya estoy listo para empezar. Lo reconozco, tengo un toc con el orden pero si veo todo en su sitio, mi mente estará más tranquila y por ende, mi cuerpo responderá mejor.
A las 9 da comienzo la aventura. Como siempre, me dejo llevar por la emoción y pongo un ritmo alto siguiendo al primer corredor. Me digo que esta vuelta será de reconocimiento y luego ya iremos ajustando los tiempos. Nada más empezar me doy cuenta que no va a ser un día nada fácil. Salimos directamente subiendo una cuesta por el pueblo para desembocar en otra aún más exigente, ya pisando camino. Volvemos a Salardú y de ahí una rápida bajada hasta el vecino pueblo de Unha. Lo cruzamos siempre en ligero ascenso para salir a un camino que nos unirá con la tercera localidad: Gessa. Aquí daremos unas vueltas por sus calles para cerciorarnos de su belleza para volver al pueblo inicial. En la mencionada Salardú cruzaremos un bosque con bajada trepidante y puente colgante incluido. Llegaremos al parking del polideportivo. Con la miel en los labios, nos desvían para hacer un último bucle por su casco histórico y por fin, llegamos a meta.
Disfrutando. Fotos de la Organización |
Primera vuelta completada en unos 40 minutos. Ponemos nota. Nivel de dureza: 8. A partir de ahora habrá que gestionar fuerzas. Saber donde andar y en que lugar apretar. Es todo estrategia. No hay que dar puntada sin hilo si no quieres pincharte y acabar antes de tiempo.
La segunda y tercera vuelta las invierto en marcarme parciales. 7 minutos el principio de la subida por el camino. 20 al llegar a Gessa. En 36 minutos debo pasar por el puente colgante y en unos 44 llegar a meta. De esta manera voy sabiendo si estoy llevando un ritmo correcto y además, tengo 15 minutos para descansar.
El tiempo fue aguantando bien hasta el final de la sexta vuelta. Ya empezaron a hacer acto de presencia las primeras gotas. De momento no les temo mucho, me aprovisiono con un chubasquero pero apenas me lo pongo. Me da mucho calor y la lluvia no es muy persistente. Llego a meta, es la hora de comer. La organización nos deleita con unos macarrones con queso y tomate que me saben a gloria bendita. Me había preparado mi propio arroz, lo guardaré para más adelante. A lo que nos preparamos para salir, la tormenta nos está esperando.
La competición cambia completamente. Me visto para la ocasión y salimos a la guerra naval. A los 5 minutos ya estoy empapado completamente. El impermeable que debía ser "el bueno", está totalmente calado. Llego al pabellón como una bayeta pasada de uso. Lo bueno de estar bajo techo es que te puedes quitar la ropa y secar el cuerpo mientras estás descansando. Si nos llega a salir el día así en la Backyard de Benabarre, hubiera sido un problema muy grande.
Disfrutando mojado |
Nos pegamos 3 horas bajo un manto de agua constante. Es tontería cambiarme de ropa porque al momento iba a estar calado otra vez. Además, la bajada que da al puente colgante se ha convertido en un lodazal. Es extremadamente peligrosa. En una curva, salí recto y gracias a un árbol que me paró sino acabo en el rio. Mientras mis extremidades se van arrugando cada vez más, pido clemencia al dios Zeus. Parece que me hace caso y nos da un respiro. Dejamos chubasquero a un lado y lo cambiamos por un fino cortavientos.
En la siguiente vuelta noto dolor en mis plantas del pie. Es la misma sensación que sentí en la Ehunmilak en la que al final me tuve que retirar. Llevaba los pies tan ablandados que se me estaban empezando a agrietar. ¡PELIGRO! Por suerte, en esta modalidad tenemos la posibilidad de revertir la situación. Cambio de calcetines y zapatillas. Pies secos, pies contentos.
Cuando llevamos 9 horas de carrera (60km) empieza el modo nocturno. Es hora de que salga a jugar el factor mente. ¡Calienta que sales! Ahora es más importante el cerebro que las piernas. ¿Seré capaz de gestionarlo bien?
Con la caída del sol y el terreno en peores condiciones, los ritmos bajan. Cada vez hay menos tiempo para descansar. Voy hablando con varios compañeros para hacer las vueltas más amenas. Se ha quedado una noche muy buena. Aunque haya bajado la temperatura no es un problema. Al descansar en un sitio cerrado no te llegas a quedar frío.
Otro de los bastiones en este tipo de competiciones es la compañía. Saber que al final de cada vuelta te está esperando una persona es indispensable. La persona que me aguantaba pacientemente a mi no podía ser mejor. Mi pareja, armada de paciencia, me recibía con una sonrisa y el más cálido de los arrumacos. El acompañante te anima, te mantiene entretenido y no te hace pensar de más. En estos lares, pensar, lo menos posible.
Nos plantamos en la catorceava vuelta (94km). Mi mente se empieza a desmoronar y lo peor de todo: Mis parte intimas. El escozor empieza a ser TOP. Llevar tantas horas mojado no está ayudando nada. Me impregno en vaselina y polvos de talco cada poco tiempo. ¡Lo intento todo! Es mi talón de Aquiles en las carreras de ultrafondo. Siempre lo sufro y no consigo encontrar la solución. ¿Algún sabio consejo en la sala?
Disfrutando del paisaje |
Llegamos a la 15. Mi récord está en 17. Está tan cerca y a la vez tan lejos. Quiero pero no puedo. Me resigno. No puedo más. La que está decidida a no abandonar es mi chica. Me insiste, usa audios de mi familia para convencerme, se enfada, me hecha la bronca. Pasa por todas las fases posibles para hacerme cambiar de opinión pero yo lo tengo más que decidido. Cuando apenas quedan 2 minutos, hace la última intentona: - ¡Yo no te voy a acompañar a ver como dices que abandonas! -. Y se sienta alejada de mi. ¡Ostia, esto va en serio! - Pienso en mis adentros. Cabreado como un mono digo: - ¿Quieres que corra, pues corro? -. Me pongo los manguitos y salgo resignado a la línea de salida.
Es fundamental tener a alguien así a tu lado para no dejar que te rindas cuando sabe que aún puedes dar un poco más. También es inevitable enfadarte sin sentido. Como si fueras un niño. Llevas 15 horas corriendo sin parar y el cerebro lo tienes hecho una esponja. Es como dicen en el fútbol, lo que pasa en el campo, se queda en el campo. Fuera, todos tan amigos. En nuestro caso, fuera es todo AMOR.
Como puedo hago la vuelta 16, bajando los ritmos considerablemente y compartiendo camino con Aritz Vazquez. Después de dos experiencias en Backyard he aprendido que no todo es lo que parece. Los corredores que parecen más fuertes las primeras horas, se acaban evaporando. Por contra, los que pasan desapercibidos son los mejores estrategas y los que se llevan la gloria. Llevaba observándolo en el polideportivo y sin duda era uno de mis favoritos. A estas alturas solo quedábamos 8 en liza.
Acabo la vuelta 16 y decido sacar la bandera blanca. Me rindo. Mi pareja después de verme destrozado la hora anterior, también parece estar de acuerdo. Me he quedado a 2 horas de superar mi mejor marca. Parece poco tiempo y asumible pero creerme, no podía más. El desnivel acumulado (3100+), la meteorología y el estado de forma me han vencido. Conmigo se retiran varios compañeros. Solo quedan cuatro. Auténticos titanes que van a luchar hasta el final mientras yo, tieso como un palo, me retiro a mis aposentos.
Al final, mi apuesta fue la correcta. Aritz se llevó la victoria con 23 vueltas. Me encanta esta modalidad por la incertidumbre del resultado. En otros deportes puedes imaginar por donde van los derroteros. Aquí todo puede pasar pero con el tiempo te vas dando cuenta de como es la mejor manera de hacerlo. Me queda mucho que aprender y por supuesto que voy a intentar seguir mejorando. Algún día llegaré a las 24 horas. Lo prometo.
Dar la enhorabuena a la organización y voluntarios. Gente muy joven y con muchas ganas. Nos han tratado de maravilla y han creado todo un carrerón. Os auguro un futuro brillante. Tenéis una zona increíble y con vuestra pasión, solo os pueden pasar cosas buenas.
Por mi parte, cierro las carreras de ultrafondo (Igual cae un 24 horas, depende si me deja mi entrenador). Empieza la dura rutina del maratón. Cada vez somos más veteranos y tenemos menos margen de mejora pero disfrutamos intentándolo. Seguiremos rascando segundos mientras podamos.
¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!
Tiempo: 16:00:00
Clasificación general: 5
Kilómetros realizados: 107
BANDA SONORA DE LA CARRERA