sábado, 25 de octubre de 2025

SPARTATHLON (246km 2823 D+)

Cuando empiezas a dar los primeros pasos en el ULTRAFONDO, siempre sobrevuelan por tu cabeza una serie de competiciones de obligada participación. Al principio suena utópico pero con mucho esfuerzo, poco a poco, ese sueño parece más factible. Después de muchas caídas y posteriores auges. Tras mucha paciencia, ese sueño se va a cumplir. Voy a ir a la SPARTATHLON.

Es la carrera más emblemática. El principio de todo. Te adentra en la historia de Filípides. Aquel valiente hemeródromo griego (Soldados que se dedicaban a correr) que fue desde Atenas a Esparta (246km) corriendo para avisar del ataque inminente de los Persas. Muchos siglos después, cada mes de septiembre, 400 valientes intentan emular sus pasos. En 2025 voy a ser uno de ellos.

El proceso es difícil. Primero tienes que conseguir una marca mínima muy exigente para poder optar a ir (180km en 24 horas), luego tener suerte en el sorteo y por último, abonar la abultada inscripción (1250€). Pese al susto inicial al escuchar la cifra, la inscripción incluye 6 días de hotel a pensión completa, transportes y eventos especiales varios. Hay que tomárselo como unas vacaciones...

Los 2 primeros días son de aclimatación. La delegación española nos alojamos en el Hotel Congo junto a otros países como México, Noruega o China Taipéi. Entre mucha comida, historias infinitas con mis compañeros, recogida de dorsales y algún entreno, nos presentamos el sábado a las 7 de la mañana en las faldas del Partenón. Por delante, 246 kilómetros para recorrerlos en un máximo de 36 horas.

La convivencia los días anteriores han calmado mis nervios. Los españoles hemos creado una familia increíble y eso me ha dado mucha seguridad. Solo por estar presente en un evento así, la salida es más una celebración que una carrera. Todo es felicidad.

Momentos previos. Foto de Spartathlon

Como era de esperar, todo el mundo sale corriendo bastante ligero, sin miedo al futuro. Los primeros kilómetros son para salir de Atenas ¡Que gigante es la ciudad! En subida constante, todos corriendo, parece que está prohibido andar y yo no voy a romper las reglas. Enseguida me encuentro a Víctor y a partir de aquí empezaría un largo binomio. 

Las primeras horas son bastante caóticas. El recorrido es por carretera y con tráfico abierto. El ruido es inmenso. A uno le cuesta acostumbrarse que camiones enormes te adelanten a dos metros de distancia. Víctor me va dando consejos mientras me aclimato a la situación. Llegamos al primero avituallamiento importante (Eleysina, 20km) a ritmo de 5 el kilómetro.

Me dice que va a bajar el ritmo pero parece que se le ha roto el reloj. Va incluso más rápido. Los avituallamientos son cada 4 kilómetros. A estas alturas vamos una grupeta bastante colorida. Italianos, polacos, franceses, americanos y españoles unidos en una misma misión. En los puntos de control nos esparcimos pero luego, como si tuviéramos un imán, volvemos a enlazar.

A partir del kilómetro 30 parece que el entorno se vuelve más benévolo, por lo menos visualmente. Vamos paralelos al mar Egeo, con unas vistas impresionantes y transitamos por carreteras más pequeñas por lo que el trafico disminuye también. ¡Bendito silencio! Solo interrumpidos por los cláxones de los aficionados.

Seguimos rodando a un ritmo alegre, bebiendo y reponiendo energías en todos los avituallamientos con paradas cortas pero necesarias. Sin duda, en esta carrera no hace falta llevar mochila ni accesorios. Tienes acceso al agua cada pocos minutos. En el punto de control de Megara (39km) me había dejado un gel. Mientras lo tomaba, estuve charlando con los voluntarios sobre mis tatuajes, incluso me pidieron fotos. ¡Y a mi que me gusta presumir! Soy un cuadro en movimiento y hay que lucirlo.

El maratón lo pasamos en 3:36. Muy rápido, nos auto avisamos pero seguimos sin el freno echado. ¿Nos estaremos inmolando? lo descubriremos más adelante...

En un momento dado, cuando iba con el argentino Santiago Trull (Ya compartimos vivencias en el 100k de Santander donde salió ganador), seguimos unas flechas amarillas mezcladas con cruces rojas. Indicaciones contradictorias cuanto menos. Iluso de mi, no me percaté. A los pocos minutos me empezó a dar mala espina. Paré. Miré a mis espaldas y no se vislumbraba ningún corredor. Retrocedí sobre mis pasos y efectivamente, nos habíamos equivocado. 2 kilómetros de regalo. ¡Como no vamos a hacer pocos!

Al tiempo, conseguí enlazar con mi compañero Víctor y proseguimos nuestra aventura, bajando el ritmo un poco. Nos acercábamos a uno de los puntos importantes de la carrera. El canal de Corinto (80km). Eso significaba que íbamos a dejar el mar atrás y adentrarnos en la meseta griega. Era hora de hacernos un selfi por lo conseguido hasta ahora, relajarnos, comer un poco de pasta y hablar con los acompañantes españoles.

Foto obligatoria

Una vez recargamos energías, volvimos a coger ritmo pero ya cada vez costaba mantenerlo. A partir de aquí en las subidas intentábamos andar. Nos íbamos haciendo la goma con otros compañeros. Ellos iban constantemente corriendo a un ritmo lento y nosotros alternábamos ritmos rápidos y caminar. El reloj estaba cerca de las 7 de la tarde, eso significaba que tocaba ir sacando el frontal. En cualquier momento el sol se escondería y empezaría el largo tramo nocturno.

Personalmente, mi cuerpo estaba bastante cansado. Tantas horas corriendo por el asfalto me estaban causando mella. Por suerte, antes de llegar a (Halkeion, 114km) había una subida de 1500 metros. La hicimos andando y esos 15 minutos de relax me salvaron la vida. Necesitaba un descanso para mis doloridas articulaciones. A partir de ahí volvimos a encontrarnos mejor y ya con la noche encima llegamos a Nemea (122km)

En este avituallamiento tenía cambio de ropa. La camiseta de la delegación española, de roja se había transformado en blanca de todas las sales perdidas por mi cuerpo. Nos lo tomamos con calma. Arroz, parada al baño y esperamos a Bernabéu que nos había alcanzado y estaba dándose un masaje. Aquí, con todos ustedes todo un referente español en la Spartathlon, a mi solo me que escuchar y aprender.

Proseguimos la ruta los 3 juntos, siempre al ritmo alegre que marcaba Víctor. En compañía, todo es mejor. Es verdad que la estrategia de Bernabéu es llevar los líquidos encima y no parar en todos los avituallamientos. Yo intentaba amoldarme a esa manera de actuar pero cada vez me costaba más. Me empezaba a descolgar y reenganchaba a duras penas hasta que al final los iba perdiendo de vista.

Al llegar a Malandreni (140km), me estaban esperando para seguir juntos pero yo necesitaba reconectar con la carrera. Las bajadas ya nos las podía hacer corriendo debido al dolor de cuádriceps y cuando en una competición así no puedes avanzar en zonas con desnivel negativo, mal vamos. Necesitaba sentarme, reposar, ordenar mis ideas y proseguir, aunque fuera solo. Nos despedimos, deseamos buena suerte y nos vemos en Esparta.

La compañía, lo mejor

Hasta el siguiente punto de control lo hice prácticamente andando. Mi cabeza ya se había desconectado del juego. Había apagado la consola mental. Llegué a Lyrkeia (148km) bastante abatido. A partir de aquí empezaba la subida exigente hasta el Partenio. Mierda. Mientras escribo estas palabras me entra angustia. Punto y final. Mi cuerpo estaba dolorido, como es normal, pero mi mente es la que estaba derrotada. No supe gestionar los sentimientos. Me bloqueé y decidí abandonar. A las primeras de cambio me rendí. No supe sufrir y  aquí, esto se paga muy caro. Pese a las insistencias de todo el mundo: Novia, voluntarios, compañeros, no quise escuchar nada. Me escondí en mi mismo y tiré la toalla. K.O MENTAL.

Me arrepiento muchísimo de mi forma de actuar. Creía que llegaba fuerte mentalmente a la carrera pero está claro que no. En cuanto sentí los primeros problemas físicos, me derrumbé. ¡Parezco nuevo! Con todo lo que he pasado para conseguir llegar hasta aquí y ahora me hago esto. No tengo perdón. Bueno, tampoco vamos a tirarnos tantas piedras a nuestro propio tejado. Ya me he fustigado demasiado hasta que me he atrevido a escribir esta crónica. De todo se aprende. La próxima vez volveré más fuerte, más preparado y nadie me podrá parar, ni siquiera YO mismo.

Todo lo que vino después no hace más que reafirmarme en mi equivocada decisión. Ya me lo avisaron pero no quise escuchar. ¡No abandones!¡No te montes en el autobús de la muerte! Cuanta razón tenían. 8 horas de penitencia me pasé en ese bus hasta que me llevaron a Esparta. Os podéis imaginar el ambiente desolador del interior del vehículo. Un silencio sepulcral, solo interrumpido por el crepitar de las mantas de supervivencia. Fuera estaba cayendo el diluvio universal. Dentro, el diluvio lo llevaba cada uno dentro. Por lo menos me quedo con la compañía de Virginia, Una experimentada atleta argentina (Finisher en 7 ocasiones) que me enseñó a como enfocar la carrera la próxima vez que vaya. !Gracias por tus palabras!

Dar la enhorabuena a todos mis compañeros que acabaron o no. Sois todos superhéroes. Víctor, mi compañero de 140 kilómetros, contigo fue todo mucho más fácil. Buen tándem hicimos. Bernabéu, cuanto he aprendido y espero hacerlo en futuras ediciones. Santi, el otro aragonés, tenemos que quedar en Andorra para entrenar y volver el año que viene más fuertes. José Antonio, nuestro gurú del viaje, siempre velando por el grupo. Víctor, un enamorado del Ultrafondo, da gusto ver su pasión. David, es todo lo que representa la Spartathlon, su beso a Leónidas va a pasar a los anales de la historia. Marc, que decir de él, el español más joven en finalizar la carrera, ya me gustaría tener su fuerza mental. Josep, se quedó  a 26 kilómetros de llegar, lo diste todo y no se puede reprochar nada. Iván, cuarto en la general y un ejemplo a seguir. Mito. Sin olvidarme de los acompañantes. Nos hicisteis más ameno el sufrimiento con vuestro apoyo. Gracias. Gracias a todos.

Los últimos dos días en Atenas fueron un sentimiento agridulce. Disfrutando con mis compañeros de las comidas y cenas de gala pero con una tristeza interna que aún la sigo manteniendo. Ahora queda reponerse, volver a intentar conseguir la mínima y esta vez, SI que SI, llegar a Esparta como sea.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 17:46:19
Clasificación general: Retirado

Kilómetros: 148

                                              BANDA SONORA DE LA CARRERA