Mi anterior experiencia la hice contratando un servicio que te llevaba la mochila de un lugar a otro para más comodidad (Jacotrans) pero esta vez quería vivirla íntegramente, llevando la casa a cuestas. En este articulo os dejo todo lo relacionado con el equipaje que llevé:
"Camino de Santiago corriendo: ¿Que llevo en la mochila?"
Etapa 1: Logroño - Nájera (29,6 km)
Cogí el bus desde Zaragoza a las 9 de la mañana y 2 horas más tarde ya estaba en la capital riojana. Estaba indeciso si ir a algún albergue a que me sellaran la compostelana o empezar directamente el camino. Al final ,con el miedo a que se me hiciera muy tarde, partí directo a Nájera. Son casi 30km de recorrido y no quería llegar muy tarde.
Como viene siendo habitual, no empiezo a correr hasta que no dejo la población atrás. Me costo bastante cruzar el inmenso Parque de San Miguel (¡Que delicia! Si viviera aquí ya se a que parque iría a entrenar) y una vez acabado puse en marcha la maquinaria.
Valla de las Cruces en el Alto de la Grajera |
Pasada esta primera localidad mi cuerpo empezaba a carburar. Todo el trayecto discurre por sendas o caminos rodeados de viñedos sin ninguna sombra en la que refugiarse. Para el peregrino que viene de tierras navarras, el contraste del paisaje es bastante llamativo. Los campos más verdes y las arboledas dejan paso a terrenos más áridos y cultivos de vid que se pierden en la lejanía. ¡Aquí es donde un peregrino forja su leyenda!
Llegados a Ventona, decido parar a tomar algo en un bar y rápidamente emprendo el camino, una indicación marcaba Nájera a 11km y eso me dio energías. Una hora después entraba en el pueblo donde me hospedaba. La etapa no es dura físicamente pero la distancia y la escasez de sombras le dan cierto nivel.
Iglesia de la Asunción, Navarrete |
Un albergue muy limpio pero pequeñito. Tuve la mala suerte de ser el único español, si a eso le sumamos mi nivel de ingles de preescolar, ya os podéis imaginar la situación. No obstante, hice mis esfuerzos por conectar con mi compañero francés. No obtuve resultados y decidí salir a ver que me deparaba esta bonita villa.
Pase la tarde comiendo y descansando a la orilla del río Najerilla hasta que una breve tormenta me hizo salir escopeteado hacía un bar, un par de cervecitas y para el albergue que a las 10 es el toque de queda. Lo que no sabía es que mi compañero francés era una maquina de generar todo tipo de ruidos, algunos hasta desconocía de su existencia, resultado: Primera noche en blanco.
Mural en el Albergue Nido de Cigueña |
SIGUIENTE ETAPA
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