Seguimos la temporada. Suma y sigue. Vamos acumulando kilómetros con el único propósito de superarnos a nosotros mismos. Encontrar nuestra mejor versión. Ha llegado la hora de demostrarlo y que mejor lugar que en tu propia casa. Corremos en la Maratón de Zaragoza.
Como ya va siendo habitual, en mi ciudad quemo el último cartucho. Después de centrarnos en la Maratón de Castellón, si sale mal, siempre tenemos una segunda oportunidad en la capital maña. Esta vez tocó cruz, no conseguí cumplir objetivos así que tocaba resarcirse a orillas del Ebro.
Como ya conté, en navidades tuve una lesión que me dejó fuera de juego durante 3 semanas. Eso provocó llegar muy justo a Castellón. Así fue. Las matemáticas no fallan. Perdí y tocaba seguir entrenando duro unas semanas más. Así lo hice. Sumé una buena remesa de kilómetros extra y a volverse a poner en la línea de salida.
Amanecía una agradable pero ventosa mañana. Los autóctonos ya estamos acostumbrados. El cierzo siempre nos acompaña. Es algo que tenemos asumido. Seguro que es el único atleta que ha participado en todas las ediciones. Nos acercamos a la plaza del Pilar y nos ubicamos en nuestro cajón. A primera vista no hay muchas caras conocidas. Las fechas este año no han acompañado y la participación de élite ha bajado salvo los africanos contratados por la organización. En féminas si destaca la presencia de Laura Méndez, olímpica en Tokio.
Salimos y nos vamos posicionando. Mi objetivo es intentar hacer 2:35. Una de las peculiaridades en maratones más familiares son las conversaciones los primeros metros entre corredores. ¿A que ritmo vas a ir? ¿Qué marca quieres hacer? Oigo que Laura quiere hacer 2:40. Se que ir en su grupo sería una gran baza, sobre todo para chupar cámara en la retransmisión de Aragón TV. Mira que me gusta a mi un buen salseo pero esta vez había que intentar ir más rápido. Me adelanto y enseguida me quedo solo. En mitad de la nada. Solo el cierzo y yo.
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Vaya 2 monumentos... Fotos de Barrel |
Los primeros kilómetros van pasando cómodos. Abandonado pero feliz. Voy viendo caras conocidas entre el público y eso siempre anima. De momento, todo va viento en popa. El recorrido, salvo pequeños cambios, se ha consolidado estos últimos años por lo que me lo sé de memoria. El principio me gusta bastante. No opino lo mismo de la zona de la Expo. Me parece bastante desangelada. ¿Pero sabéis qué? Te guste o no , te toca pasar así que nos ponemos a ello.
Noto que el grupo de Laura va unos metros detrás. ¿No sería buena idea esperarles y correr en grupo? Ir en solitario tanto tiempo va mermando las fuerzas. Está totalmente estudiado que se gastan muchas más energías pero se ve que hoy estaba en plan llanero solitario. Seguí mi encrucijada hasta el kilómetro 20. Es la parte donde rodeamos el Parque del Tío Jorge. Siempre se me atraganta esta zona. No se que tendrá pero es de mala digestión.
Al paso por la avenida del Puente del Pilar empiezo a oír unos gritos que me resultan familiares pero no lo asocio a nadie. Estoy pasando por una zona bastante desconocida. Me acerco y ahí estaban mi hermana y sobrinos. ¡Más familiares no podían ser! Les saludo y prosigo con mi aventura. Ya me voy notando el paso de los kilómetros. Algo no anda bien. De vuelta al centro y al paso por el Puente de Hierro donde se ubica toda mi familia, paso con una gran sonrisa pero más grande era la fatiga. Hagamos que parezca que todo va bien...
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La Virgen del Pilar dice... |
A orillas del Ebro ya me adelantan los compañeros que llevaba detrás con anterioridad. Me intento enganchar en vano. Sus ritmos ya me parecen inalcanzables. Vuelvo a pasar por donde mi familia y aunque intento disimular, mi desencajada figura me debió delatar según me comentaron a posteriori.
Sigo con mi vía crucis. Sobre el kilómetro 28 y al pasar el túnel de Cesáreo Alierta, viendo que dos parciales se me habían ido por encima de 4, decido parar. ¡CORTOCIRCUITO TOTAL! No me había pasado en la vida en una maratón. Se me pasó por la mente abandonar y no lo dude un segundo. Cero capacidad de sufrimiento. Arrinconado en el asfalto vi pasar a Laura y su grupo. Ma agarré a un pequeño hilo de esperanza y retomé el camino.
Nada más lejos de la realidad, a escasos 1000 metros y mientras me estaba tomando un gel para coger energías, decidí parar del todo. Querer y no poder. Es todo un reflejo de la pelea interna que llevaba. Vi pasar a mi compañero Kevin. Le dije: -¡Hasta aquí hemos llegado!-. Frustrado y cabeza gacha me fui andando hacia la meta. Me estaban esperando los familiares. Esta vez no van a disfrutar de mi entrada triunfal, toca hacerlo por la puerta de atrás.
Esta claro que se me ha hecho muy larga la temporada. Igual ya no estamos para tantas semanas de entrenamiento. Tengo que jugarme mi baza a un único pico de forma o espaciarlos en más tiempo. O quizás solo ha sido un mal año. O tal vez haya llegado a mi tope. Tantas preguntas y ahora mismo todas las respuestas son negativas. Dejaremos reposarlo y hacer un pensamiento de forma más cabal.
De momento, lo que toca ahora es un cambio de chip. Una nueva aventura me espera ¿Quizás la más grande que he vivido? No lo sé, pero seguro que disfruto mucho del camino. Me espera nada más y nada menos que la SPARTATHLON.
¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!
Tiempo: ABANDONO
BANDA SONORA DE LA CARRERA