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lunes, 21 de abril de 2025

MARATÓN DE ZARAGOZA

Seguimos la temporada. Suma y sigue. Vamos acumulando kilómetros con el único propósito de superarnos a nosotros mismos. Encontrar nuestra mejor versión. Ha llegado la hora de demostrarlo y que mejor lugar que en tu propia casa. Corremos en la Maratón de Zaragoza.

Como ya va siendo habitual, en mi ciudad quemo el último cartucho. Después de centrarnos en la Maratón de Castellón, si sale mal, siempre tenemos una segunda oportunidad  en la capital maña. Esta vez tocó cruz, no conseguí cumplir objetivos así que tocaba resarcirse a orillas del Ebro.

Como ya conté, en navidades tuve una lesión que me dejó fuera de juego durante 3 semanas. Eso provocó llegar muy justo a Castellón. Así fue. Las matemáticas no fallan. Perdí  y tocaba seguir entrenando duro unas semanas más. Así lo hice. Sumé una buena remesa de kilómetros extra y a volverse a poner en la línea de salida.

Amanecía una agradable pero ventosa mañana. Los autóctonos ya estamos acostumbrados. El cierzo siempre nos acompaña. Es algo que tenemos asumido. Seguro que es el único atleta que ha participado en todas las ediciones. Nos acercamos a la plaza del Pilar y nos ubicamos en nuestro cajón. A primera vista no hay muchas caras conocidas. Las fechas este año no han acompañado y la participación de élite ha bajado salvo los africanos contratados por la organización. En féminas si destaca la presencia de Laura Méndez, olímpica en Tokio. 

Salimos y nos vamos posicionando. Mi objetivo es intentar hacer 2:35. Una de las peculiaridades en maratones más familiares son las conversaciones los primeros metros entre corredores. ¿A que ritmo vas a ir? ¿Qué marca quieres hacer? Oigo que Laura quiere hacer 2:40. Se que ir en su grupo sería una gran baza, sobre todo para chupar cámara en la retransmisión de Aragón TV. Mira que me gusta a mi un buen salseo pero esta vez había que intentar ir más rápido. Me adelanto y enseguida me quedo solo. En mitad de la nada. Solo el cierzo y yo.

Vaya 2 monumentos... Fotos de Barrel

Los primeros kilómetros van pasando cómodos. Abandonado pero feliz. Voy viendo caras conocidas entre el público y eso siempre anima. De momento, todo va viento en popa. El recorrido, salvo pequeños cambios, se ha consolidado estos últimos años por lo que me lo sé de  memoria. El principio me gusta bastante. No opino lo mismo de la zona de la Expo. Me parece bastante desangelada. ¿Pero sabéis qué? Te guste o no , te toca pasar así que nos ponemos a ello.

Noto que el grupo de Laura va unos metros detrás. ¿No sería buena idea esperarles y correr en grupo? Ir en solitario tanto tiempo va mermando las fuerzas. Está totalmente estudiado que se gastan muchas más energías pero se ve que hoy estaba en plan llanero solitario. Seguí mi encrucijada hasta el kilómetro 20. Es la parte donde rodeamos el Parque del Tío Jorge. Siempre se me atraganta esta zona. No se que tendrá pero es de mala digestión.

Al paso por la avenida del Puente del Pilar empiezo a oír unos gritos que me resultan familiares pero no lo asocio a nadie. Estoy pasando por una zona bastante desconocida. Me acerco y ahí estaban mi hermana y sobrinos. ¡Más familiares no podían ser! Les saludo y prosigo con mi aventura. Ya me voy notando el paso de los kilómetros. Algo no anda bien. De vuelta al centro y al paso por el Puente de Hierro donde se ubica toda mi familia, paso con una gran sonrisa pero más grande era la fatiga. Hagamos que parezca que todo va bien...

La Virgen del Pilar dice...

A orillas del Ebro ya me adelantan los compañeros que llevaba detrás con anterioridad. Me intento enganchar en vano. Sus ritmos ya me parecen inalcanzables. Vuelvo a pasar por donde mi familia y aunque intento disimular, mi  desencajada figura me debió delatar según me comentaron a posteriori.

Sigo con mi vía crucis. Sobre el kilómetro 28 y al pasar el túnel de Cesáreo Alierta, viendo que dos parciales se me habían ido por encima de 4, decido parar. ¡CORTOCIRCUITO TOTAL! No me había pasado en la vida en una maratón. Se me pasó por la mente abandonar y no lo dude un segundo. Cero capacidad de sufrimiento. Arrinconado en el asfalto vi pasar a Laura y su grupo. Ma agarré a un pequeño hilo de esperanza y retomé el camino.

Nada más lejos de la realidad, a escasos 1000 metros y mientras me estaba tomando un gel para coger energías, decidí parar del todo. Querer y no poder. Es todo un reflejo de la pelea interna que llevaba. Vi pasar a mi compañero Kevin. Le dije: -¡Hasta aquí hemos llegado!-. Frustrado y cabeza gacha me fui andando hacia la meta. Me estaban esperando los familiares. Esta vez no van a disfrutar de mi entrada triunfal, toca hacerlo por la puerta de atrás.

Esta claro que se me ha hecho muy larga la temporada. Igual ya no estamos para tantas semanas de entrenamiento. Tengo que jugarme mi baza a un único pico de forma o espaciarlos en más tiempo. O quizás solo ha sido un mal año. O tal vez haya llegado a mi tope. Tantas preguntas y ahora mismo todas las respuestas son negativas. Dejaremos reposarlo y hacer un pensamiento de forma más cabal.

De momento, lo que toca ahora es un cambio de chip. Una nueva aventura me espera ¿Quizás la más grande que he vivido? No lo sé, pero seguro que disfruto mucho del camino. Me espera nada más y nada menos que la SPARTATHLON


¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: ABANDONO

                                              BANDA SONORA DE LA CARRERA










lunes, 17 de febrero de 2025

MARATÓN DE CASTELLÓN

 Ya estamos inmersos en 2025. Otro año más donde renovar objetivos, ponernos nuevas metas y buscar aventuras que nos hagan crecer. En mi caso, arrancaremos igual pero diferente. Mismo lugar, distinto resultado. Arrancaremos en la "Maratón de Castellón".

Por primera vez habíamos conseguido empezar la preparación con bastante antelación. Sin competiciones de ultrafondo alterando a mi entrenador. Me había juntado con unos amigos para hacer los entrenos de calidad y así exprimirnos aún más. Todo iba genial hasta que ¡ZASCA! Después de unas series de 400 empecé a notar molestias en la ingle. Fueron a más. Diagnostico: Pubalgia y 3 semanas perdidas. Trabajando con mi fisio y con ejercicios de rehabilitación conseguimos controlar las molestias pero a día de hoy aún siguen presentes.

Llegamos a Castellón en muy buena forma pero con la rabia de esas 3 semanas a medio gas (En una preparación tan exigente, perder 20 días es un mundo). No obstante, no nos dejamos amedrentar por la situación. Siguiendo las instrucciones de Fernando, decidimos arriesgar. Hemos venido a jugar. Si perdemos, ya echaremos otra partida en la Maratón de Zaragoza. All-in. Todo al 3:35 el kilómetro.

Salimos bajo una espesa niebla a las 9:17. Minutos después de la 10k donde, a posteriori, Kejelcha iba a conseguir récord del mundo. Como siempre en Castellón, la carrera sale volada. Sus amplias calles animan a llevar una zancada alegre y rápida. Para más inri, vas adelantando a los corredores de la 10k. Eso fortalece más el ritmo crucero.

En los primeros kilómetros consigo enlazar con la tercera clasificada, la keniana Pauline Mutwa. Veo que puede ser una excelente acompañante y me junto a ella. Van pasando los minutos relativamente cómodo aunque se nota que la atleta no está al 100% físicamente. Va por oleadas. Tan pronto acelera y me quedo descolgado como echa el freno y se nos va el ritmo por encima de 3:35.

Agarrado a la élite. Foto de Canofotosports

Cuando afrontamos los últimos metros para llegar al barrio del Grao, después de superar mi querida recta de 4 kilómetros, noto que el ritmo baja bruscamente. ¿Sigo en el grupo? ¿Me voy en busca de nuevas aventuras? Me acojo a mi intrépido espíritu corsario y abandono el barco. Me adelanto en solitario buscando el ritmo marcado por mi entrenador.

Sigue todo en orden, pasamos el 25km. Toca volver hacia le centro. En el momento de retornar a mi recta interminable, apareció un compañero que hacia mucho tiempo que no me visitaba: EL HOMBRE DEL MAZO. Como si de un apagón se tratase, se me fundieron los focos. Se me diluyó la fuerza. Las piernas ya no respondían. La recta de 4 kilómetros que tantas veces he disfrutado, ahora parecía un pasillo interminable.

Intentaba pero no podía. Por mi mente pasaba la posibilidad de parar en el 30. ¿Para que seguir sufriendo si no voy a conseguir los objetivos? Mi próxima preparación lo agradecerá. Por otro lado, mi orgullo me decía: ¿Has venido hasta aquí y vas a abandonar? Anda, anda. ¡No te pares, esgarramantas! Mi pareja me estaba esperando en los últimos kilómetros. ¿Cómo iba a aparecer yo andando? Decidido: NO ME PARO.

Contento de que acabe... Foto de elperiodic.com

La última hora de carrera poco más se puede decir. Sufriendo como nunca. Cuando me adelantaba alguien, mi pundonor intentaba seguirle. Situación que apenas duraba unos segundos. La cruda realidad. El tiempo pasaba muy lento. Ni ver a mi pareja me dio fuerzas. Eso la única vez que la vi, las otras, con la mirada perdida, ni la reconocí. Ya ni enfocaba...

Al final paré el cronometro en 2:38. Muy por debajo de mis expectativas. Al cruzar el arco de meta me alegré solo por acabar con la agonía. Arriesgamos y perdimos. ¿FRACASO? Tampoco lo creo. No todo sale siempre como uno se espera y menos en el deporte. Las circunstancias hicieron que no lo haya podido conseguir esta vez pero me esperan muchos más intentos. La ilusión no se pierde. Al revés, ahora tengo muchas más ganas. Seguir entrenando duro para conseguir un sueño. Seguir entrenado para resarcirme. Seguir entrenando para ser feliz.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 02:38:19
Clasificación general: 17

Clasificación categoría: 5

                                              BANDA SONORA DE LA CARRERA













jueves, 26 de septiembre de 2024

BACKYARD INFINITE RACE VAL D'ARAN

 Así como quien no quiere la cosa, después de un verano más que movidito, llegó septiembre. Mi radar se volvió a activar y busqué algún lugar donde llenar mi vacío competitivo. Navegando por la red, navegando en internet, navegando yo, te encontré: BACKYARD INFINITE RACE VAL D'ARAN.

Voy a empezar la temporada como acabe la siguiente. Dando vueltas en un recorrido de 6,7 kilómetros hasta que no pueda más. Viajamos desde la Backyard de Benabarre hasta la de Val D'Aran y tiro porque me toca.

En junio me quedé totalmente enamorado de esta desconocida modalidad deportiva para mi. Fue muy exigente, dejándome totalmente exhausto, derrotado y llegando al límite pero como esto de sufrir nos encanta, solo pensaba en volver a repetir. 

Viajé con mi pareja a la pequeña localidad de Salardú del pirineo catalán. Un lugar mágico. La primera impresión es que era un marco incomparable para realizar la carrera. Rodeados de verde, montañas y con un aroma a libertad espectacular.

Las previsiones meteorológicas no eran nada halagüeñas. Se esperaban muchas lluvias. De momento, amanecíamos encapotados pero secos. Lo que viene a ser las mejores condiciones para correr. A ver cuanto nos dura...

La organización pone el polideportivo como zona de operaciones. En este lugar se encuentra tanto la zona de salida y meta, como el avituallamiento y la zona de descanso personal. Después de dejarme todo mi material minuciosamente organizado, ya estoy listo para empezar. Lo reconozco, tengo un toc con el orden pero si veo todo en su sitio, mi mente estará más tranquila y por ende, mi cuerpo responderá mejor.

A las 9 da comienzo la aventura. Como siempre, me dejo llevar por la emoción y pongo un ritmo alto siguiendo al primer corredor. Me digo que esta vuelta será de reconocimiento y luego ya iremos ajustando los tiempos. Nada más empezar me doy cuenta que no va a ser un día nada fácil. Salimos directamente subiendo una cuesta por el pueblo para desembocar en otra aún más exigente, ya pisando camino. Volvemos a Salardú y de ahí una rápida bajada hasta el vecino pueblo de Unha. Lo cruzamos siempre en ligero ascenso para salir a un camino que nos unirá con la tercera localidad: Gessa. Aquí daremos unas vueltas por sus calles para cerciorarnos de su belleza para volver al pueblo inicial. En la mencionada Salardú cruzaremos un bosque con bajada trepidante y puente colgante incluido. Llegaremos al parking del polideportivo. Con la miel en los labios, nos desvían para hacer un último bucle por su casco histórico y por fin, llegamos a meta.

Disfrutando. Fotos de la Organización

Primera vuelta completada en unos 40 minutos. Ponemos nota. Nivel de dureza: 8. A partir de ahora habrá que gestionar fuerzas. Saber donde andar y en que lugar apretar. Es todo estrategia. No hay que dar puntada sin hilo si no quieres pincharte y acabar antes de tiempo.

La segunda y tercera vuelta las invierto en marcarme parciales. 7 minutos el principio de la subida por el camino. 20 al llegar a Gessa. En 36 minutos debo pasar por el puente colgante y en unos 44 llegar a meta. De esta manera voy sabiendo si estoy llevando un ritmo correcto y además, tengo 15 minutos para descansar.

El tiempo fue aguantando bien hasta el final de la sexta vuelta. Ya empezaron a hacer acto de presencia las primeras gotas. De momento no les temo mucho, me aprovisiono con un chubasquero pero apenas me lo pongo. Me da mucho calor y la lluvia no es muy persistente. Llego a meta, es la hora de comer. La organización nos deleita con unos macarrones con queso y tomate que me saben a gloria bendita. Me había preparado mi propio arroz, lo guardaré para más adelante. A lo que nos preparamos para salir, la tormenta nos está esperando.

La competición cambia completamente. Me visto para la ocasión y salimos a la guerra naval. A los 5 minutos ya estoy empapado completamente. El impermeable que debía ser "el bueno", está totalmente calado. Llego al pabellón como una bayeta pasada de uso. Lo bueno de estar bajo techo es que te puedes quitar la ropa y secar el cuerpo mientras estás descansando. Si nos llega a salir el día así en la Backyard de Benabarre, hubiera sido un problema muy grande.

Disfrutando mojado

Nos pegamos 3 horas bajo un manto de agua constante. Es tontería cambiarme de ropa porque al momento iba a estar calado otra vez. Además, la bajada que da al puente colgante se ha convertido en un lodazal. Es extremadamente peligrosa. En una curva, salí recto y gracias a un árbol que me paró sino acabo en el rio. Mientras mis extremidades se van arrugando cada vez más, pido clemencia al dios Zeus. Parece que me hace caso y nos da un respiro. Dejamos chubasquero a un lado y lo cambiamos por un fino cortavientos.

En la siguiente vuelta noto dolor en mis plantas del pie. Es la misma sensación que sentí en la Ehunmilak en la que al final me tuve que retirar. Llevaba los pies tan ablandados que se me estaban empezando a agrietar. ¡PELIGRO! Por suerte, en esta modalidad tenemos la posibilidad de revertir la situación. Cambio de calcetines y zapatillas. Pies secos, pies contentos.

Cuando llevamos 9 horas de carrera (60km) empieza el modo nocturno. Es hora de que salga a jugar el factor mente. ¡Calienta que sales! Ahora es más importante el cerebro que las piernas. ¿Seré capaz de gestionarlo bien?

Con la caída del sol y el terreno en peores condiciones, los ritmos bajan. Cada vez hay menos tiempo para descansar. Voy hablando con varios compañeros para hacer las vueltas más amenas. Se ha quedado una noche muy buena. Aunque haya bajado la temperatura no es un problema. Al descansar en un sitio cerrado no te llegas a quedar frío. 

Otro de los bastiones en este tipo de competiciones es la compañía. Saber que al final de cada vuelta te está esperando una persona es indispensable. La persona que me aguantaba pacientemente a mi no podía ser mejor. Mi pareja, armada de paciencia, me recibía con una sonrisa y el más cálido de los arrumacos. El acompañante te anima, te mantiene entretenido y no te hace pensar de más. En estos lares, pensar, lo menos posible.

Nos plantamos en la catorceava vuelta (94km). Mi mente se empieza a desmoronar y lo peor de todo: Mis parte intimas. El escozor empieza a ser TOP. Llevar tantas horas mojado no está ayudando nada. Me impregno en vaselina y polvos de talco cada poco tiempo. ¡Lo intento todo! Es mi talón de Aquiles en las carreras de ultrafondo. Siempre lo sufro y no consigo encontrar la solución. ¿Algún sabio consejo en la sala?

Disfrutando del paisaje

Llegamos a la 15. Mi récord está en 17. Está tan cerca y a la vez tan lejos. Quiero pero no puedo. Me resigno. No puedo más. La que está decidida a no abandonar es mi chica. Me insiste, usa audios de mi familia para convencerme, se enfada, me hecha la bronca. Pasa por todas las fases posibles para hacerme cambiar de opinión pero yo lo tengo más que decidido. Cuando apenas quedan 2 minutos, hace la última intentona: - ¡Yo no te voy a acompañar a ver como dices que abandonas! -. Y se sienta alejada de mi. ¡Ostia, esto va en serio! - Pienso en mis adentros. Cabreado como un mono digo: - ¿Quieres que corra, pues corro? -. Me pongo los manguitos y salgo resignado a la línea de salida.

Es fundamental tener a alguien así a tu lado para no dejar que te rindas cuando sabe que aún puedes dar un poco más. También es inevitable enfadarte sin sentido. Como si fueras un niño. Llevas 15 horas corriendo sin parar y el cerebro lo tienes hecho una esponja. Es como dicen en el fútbol, lo que pasa en el campo, se queda en el campo. Fuera, todos tan amigos. En nuestro caso, fuera es todo AMOR.

Como puedo hago la vuelta 16, bajando los ritmos considerablemente y compartiendo camino con Aritz Vazquez. Después de dos experiencias en Backyard he aprendido que no todo es lo que parece. Los corredores que parecen más fuertes las primeras horas, se acaban evaporando. Por contra, los que pasan desapercibidos son los mejores estrategas y los que se llevan la gloria. Llevaba observándolo en el polideportivo y sin duda era uno de mis favoritos. A estas alturas solo quedábamos 8 en liza.

Acabo la vuelta 16 y decido sacar la bandera blanca. Me rindo. Mi pareja después de verme destrozado la hora anterior, también parece estar de acuerdo. Me he quedado a 2 horas de superar mi mejor marca. Parece poco tiempo y asumible  pero creerme, no podía más. El desnivel acumulado (3100+), la meteorología y el estado de forma me han vencido. Conmigo se retiran varios compañeros. Solo quedan cuatro. Auténticos titanes que van a luchar hasta el final mientras yo, tieso como un palo, me retiro a mis aposentos.

Al final, mi apuesta fue la correcta. Aritz se llevó la victoria con 23 vueltas. Me encanta esta modalidad por la incertidumbre del resultado. En otros deportes puedes imaginar por donde van los derroteros. Aquí todo puede pasar pero con el tiempo te vas dando cuenta de como es la mejor manera de hacerlo. Me queda mucho que aprender y por supuesto que voy a intentar seguir mejorando. Algún día llegaré a las 24 horas. Lo prometo.

Dar la enhorabuena a la organización y voluntarios. Gente muy joven y con muchas ganas. Nos han tratado de maravilla y han creado todo un carrerón. Os auguro un futuro brillante. Tenéis una zona increíble y con vuestra pasión, solo os pueden pasar cosas buenas.

Por mi parte, cierro las carreras de ultrafondo (Igual cae un 24 horas, depende si me deja mi entrenador). Empieza la dura rutina del maratón. Cada vez somos más veteranos y tenemos menos margen de mejora pero disfrutamos intentándolo. Seguiremos rascando segundos mientras podamos.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 16:00:00
Clasificación general: 5

Kilómetros realizados: 107

                                              BANDA SONORA DE LA CARRERA










domingo, 23 de junio de 2024

BACKYARD BENABARRE

 No hay nada más peligroso que te ofrezcan planes nuevos en un momento de euforia, sobre todo en el mundo del deporte. Una vez acabado el Maratón de Zaragoza, me encontré en los vestuarios con mi compañero Jesús. Entre risas y exceso de endorfinas, me comentó una carrera que se iba a celebrar en junio y prometía ser muy divertida. Ni corto ni perezoso, me embarqué en una nueva aventura. Una nueva disciplina: la "Backyard Benabarre".

Había oído hablar de esta nueva modalidad pero la tenía un poco alejada de mi radar. En los últimos años se ha expandido mucho por territorio nacional y hoy en día es muy popular en el mundo del Ultrafondo. Consiste en un recorrido en bucle de 6,7 kilómetros que lo debes hacer en menos de una hora. Si no lo consigues, quedas eliminado. Termina cuando un único participante puede completar el sólo por lo menos una vuelta más que los demás.

A priori parece una tarea sencilla completar 7 kilómetros en un hora. La dificultad radica en conseguir hacer las máximas horas posibles. Entra en juego mucho la estrategia. Aquí no gana el más rápido, sino el que más aguanta. Mi objetivo era completar 24 horas, planificando hacer cada recorrido en unos 45 minutos. Así tendría 15 para descansar y avituallar.

Nos presentamos en Benabarre con Jesús, Joaquín y Esteban, compañeros del Kalandrakas. Es una carrera de autosuficiencia. Nosotros nos teníamos que llevar todo lo necesario para sobrellevar las horas y la estancia. Tienda de campaña, carpa, mesas y sillas. Ya que por edad, tristemente voy dejando atrás la etapa de festivales musicales, poniéndole imaginación, era como estar en el Iboga Summer Festival. Incluso me traje el vaso para entonarme. ¡El que no se consuela es porque no quiere!

El recorrido es en un lugar privilegiado. El Parque de San Medardo. Atravesando bosque por senderos y pistas. Bonito pero exigente. Acumulamos 120 metros de desnivel en cada vuelta. Veremos como van pesando en las piernas...

Empieza la aventura. Foto del Diario de Huesca

Arranca la carrera a las 9 de la mañana bajo una gran animación.. Pongo un ritmo rápido. Esta vuelta me la voy a tomar como estudio, luego ya aflojaré ritmos. Me voy percatando de las zonas de subidas y los diferentes puntos para aprendérmelos. Me junto con Marc Fernandez, compañero de aventuras y una eminencia en el Ultrafondo español. Aprovecho para pedirle consejos de como afrontar la carrera. Me dice: - ¡Lo primero que NO tienes que hacer es lo que estamos haciendo ahora! -. Pues empezamos bien.

Acabamos la primera vuelta en 42 minutos. Nada más llegar debes tocar un cencerro para verificar tu logro. Ejecuto la acción  y rápido a mis aposentos para descansar. Son las 10 de la mañana. Hace ya bastante calor. Opto por cambiarme de camiseta. Una de tirantes, pastilla de sales, agua y a reposar.

La segunda vuelta más de lo mismo. Voy en los primeros puestos con Marc. Se que debería ir más lento pero me siento muy cómodo. Esta vez marcamos 39 minutos. ¡Creo que nos hemos pasado!

En cabeza van siempre tres atletas del Club de Atletismo Pomez Barbastro. Luego vamos variando la posición los demás compañeros pero yo en un par de veces llegué cuarto y a partir de ahí, para el speaker pasé a ser TOP4. Sin quererlo, había conseguido un nuevo mote en mi lista.

Con el gran Francesc. Speaker TOP

Las vueltas pasaban y yo seguía marcando 42 minutos como un reloj. Cambiábamos la dirección del recorrido cada vuelta, así se hacia más ameno. Yo me había marcado 3 puntos de referencia. Si pasaba por ahí en los tiempos estipulados, todo iba en orden. Se que voy muy rápido. Las grandes expertos en esta modalidad estaban marcando parciales de 52 minutos. Soy consciente pero también creo que estaba más cómodo a ritmos más ligeros. Me hubiera saturado ir más lento. O eso creía yo.

En la vuelta 7 me entró un antojo irrefrenable. Hacia mucho calor y solo pensaba en eso. Nada más tocar el cencerro me fui directo a un bar que habían montado los estudiantes de Benabarre. Cervecita con limón bien fría y a descansar. ¡Me sentó de maravilla! Me prometí que si llegaba a la vuelta 10, me iba a auto regalar una cerveza normal. 

Cuando volvimos a salir, con el sol apretando y el reseco de la cerveza, llevaba la boca fatal. Igual no había sido tan buena idea. Vale que me quiera creer que estoy en un festival pero tampoco me tengo que venir arriba. A partir de ahora, me llevaré un bidón de agua en mano para ir refrescándome por el camino.

A estas alturas de la carrera, la participación había caído en picado. De los 170 que empezamos, solo quedaríamos unos 30. Mis compañeros Joaquín y Esteban también habían caído en combate. Habían pasado en un momento de atletas a ayudantes y yo que lo agradecí. La ayuda en estas carreras me voy dando cuenta que es indispensable. Llegar y tenerlo todo preparado es un aval muy importante para que tu solo te dediques a no gastar fuerzas. Yo solía tener 16 minutos. Parecen mucho pero entre pitos y flautas, se pasan volando. Descansar, lo que es descansar, poquito.

Al principio somos muchos...

Llegamos a la vuelta 12. Un punto de inflexión. Se deciden retirar bastantes participantes, entre ellos, mi compañero Jesús y los 3 atletas que iban todo el rato primeros. Eso significa que me quedo yo a la cabeza del pelotón. Tenemos que coger el frontal debido a que son las 9 de la noche. Dentro de poco empezará a anochecer. Es la últimas vuelta que hacemos por el recorrido original. Después, solo iremos por pista para evitar accidentes. Consigo acabar en primera posición. Ya se que no significa nada pero siempre hace ilusión.

La noche va cayendo y con ello la animación tanto en la zona de corredores, como la fiesta interior. Los kilómetros van pesando. Ahora nos toca hacer un trayecto de ida por pista y volver por el mismo sitio. Ante la soledad, siempre viene bien cruzarte con otros compañeros. Vuelvo a acabar primero y sigo manteniendo los parciales de 42 minutos.

El problema ahora radica en los descansos. Empieza a bajar la temperatura. Cuanto más tiempo estás parado, el cuerpo se enfría más. Otra vez caigo en la misma discusión interna. Ya se que podría ir más lento para paliar dicho inconveniente pero el cuerpo me pide ir "ligero". No se actuar de otra forma. De momento me funciona. ¡Vivamos el presente!

Cuando consigo llegar a la vuelta número 15, mis compañeros ya se han ido a la cama pero aparece Miren para suplirles. Como he dicho, la compañía es fundamental. Pese a la compañía, la noche hace estragos en mi. El frío, las rozaduras y lo más difícil de gestionar, la mente, están volviéndose un problema. Intento no pensar. Ser un autómata. Me dirijo a meta como el que va al paredón. Cuenta atrás y volver a empezar.

Acabo la vuelta 16. Por la noche siempre vamos en cabeza 3 compañeros. Nos vamos intercambiando las posiciones. Compartimos algunas palabras pero aquí la guerra es interna. Ya estoy hablando demasiado conmigo mismo. Introspección total. Acabo primero esta vuelta.

La vuelta 17 transcurre por los mismos derroteros. Escozor máximo en las zonas intimas y cerebro desquebrajándose. Sin embargo, sigo manteniendo los parciales. De físico voy bien. De todo lo demás, para reciclar. Al llegar a meta me obsequian con una longaniza de Benabarre. En cada vuelta hacían un sorteo de productos de la zona y después de 17 horas, por fin había sido el agraciado. A estas alturas, quedábamos 14.

Tenía 13 minutos para descansar, para pensar en mi futuro más inmediato. El regalo había sido un soplo de aire fresco pero mi mente estaba decidida a tirar la toalla. Me decía: - Aguanta hasta que seas TOP 10 y ya te retiras -. Enseguida cambiaba de opinión. No tenía lógica seguir. Miren me animaba a seguir pero con la prudencia de estar hablando con un guiñapo que no puede con su vida y empieza a desvariar.

Al final, sobran las palabras...

Avisan de que faltan 3 minutos para emprender la marcha. Quedan 2 minutos. 1 minuto. Me dirijo a meta. 3, 2, 1 y salimos. Al metro me detengo y digo a Germán, el organizador, que mi aventura acaba aquí. Es como Gran Hermano pero no hace falta que me haya echado la audiencia. Abandono yo. Me fastidia no avanzar más. No quedar entre los 10 primeros pero mi mente ha decidido. Fantaseaba con que el amanecer me diera energías renovadas pero aún quedaban 4 horas.

No puedo estar contento porque me había planteado aguantar un día. No ha podido ser. Igual era muy ambicioso sin saber donde me estaba metiendo. La noche me ha rematado. Igual si hubiéramos empezado a las 21:00, quitándonos las horas nocturnas al principio, la aventura tendría otro final. No lo sé. Es muy fácil hablar a toro pasado. Me quedo con lo positivo de haber descubierto la BACKYARD. Una modalidad que me ha encantado. Me ha puesto es su sitio, me ha derrotado pero no se como , salgo enamorado. ¡En los asuntos del corazón, no hay regla de dos!

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 17:00:00
Clasificación general: 11

Kilómetros realizados: 115

                                              BANDA SONORA DE LA CARRERA













jueves, 16 de mayo de 2024

CAMPEONATO DE ESPAÑA 100KM

Acabada la preparación maratoniana, tocaba dar un pasito más. Ampliar zancada y kilómetros. Nada mejor que rematando la temporada en el "Campeonato de España de 100km".

Este año se celebraba en Sotillo de la Adrada (Ávila). Después de participar en las últimas ediciones de Santander y con resultados en caída libre, me apetecía un cambio de aires. Resetear y volver a ilusionarme con esta modalidad. Las condiciones, a priori, parecían las mejores. Muy cerca de mi última maratón, con lo que podía aprovechar entrenos y estado de forma. Además de una mejor climatología.

Por contra, el último mes en el que mi intención era aumentar kilómetros y bajar calidad, al final desembocó en un pequeño caos. Un laberinto de turnos de trabajo, poco entreno y una semana antes de la competición: Un crucero. Como podéis imaginar, los excesos camparon a sus anchas sobre aguas internacionales. 

Con una mezcla rara de ilusión y tranquilidad me presenté en la localidad abulense. Consciente del tramo final tan errático que he llevado pero confiado en mis posibilidades al cien por cien. 

El día se presentaba bastante caluroso. Por suerte, empezábamos a las 7:30. Las primeras horas serían benevolas con nosotros. Luego ya se verá. En la zona de salida, todo bien preparado en las mesas. Geles, hidratos e isotónicos serían mi dieta durante las próximas horas. Para proporcionármelos, los mejores asistentes que uno puede tener, mis padres. Siempre al pie del cañón.

Encerrados en el redil. Foto del Campeonato

Recalcar que el recorrido es igual que en Santander. 20 vueltas a un trazado de 5 kilómetros donde ya nos avisan que es exigente. ¿Tampoco será para tanto no?

Empieza la carrera y todo el mundo sale como si estuviéramos en una 5k. En realidad es así, con la diferencia de que lo debemos hacer 20 veces. Mi intención es ir a ritmo de 4:25 pero los primeros compases salen más rápido. Me dejo llevar por la manada.

Ya en el kilómetro 2 me encuentro con la parte dura del trazado, una cuesta bastante pronunciada que esta vez la hago sin problemas. Ya os contaré dentro de unas horas. Después una larga bajada por zona de sombra muy cómoda y con el suelo recién asfaltado (Lo tuvieron que hacer por la celebración del Mundial la temporada pasada). Cuando llegamos al final del circuito, unos cambios de dirección un poco bruscos y otra subida, esta vez menos exigente. Acabamos con una bajada con mucho desnivel donde sin querer te pones a ritmos muy rápidos y salimos al inicio. 

Una vez analizado el recorrido que vamos a tener que hacer, mi primera impresión es positiva. Hay muchas bajadas para descansar y subir el ritmo. A la segunda vez que lo hago, voy cambiando de opinión. Las bajadas ya no me parecen buena idea, prefiero las subidas. A la tercera, Ya no me gusta ni una ni la otra. ¡Quiero llano!

Con este devenir de sentimientos, va avanzando la mañana. Como siempre, me cuesta entrar en calor pero a la hora ya me empiezo a encontrar bien. Sigo a un ritmo de 4:20 bastante cómodo pero soy consciente de que la batalla acaba de empezar.

Preparando los neumáticos 

No consigo hacer grupeta con nadie. Voy haciendo la goma con Estefanía Unzu y Jessica Tipan. En las subidas adelanto yo y en las bajadas se me escapan. Al final, un trazado con tanto desnivel, es imposible llevar un ritmo constante y cada atleta se desenvuelve mejor en una zona. Entre tanto, me encuentro con mi gran mentor en estas lides, Javier Lozano. Hablamos un poco y me adelanto. Me dice: - Dosifica que queda mucho -. Sus palabras resuenan en mi cabeza con cierto aroma a profecía.

Cuando ya llevamos 3 horas de competición, las zonas de sombra que disfrutábamos al pasar por la arboleda, se habían esfumado. La placida mañana se estaba convirtiendo en un hervidero. Por suerte, en mitad del recorrido había un avituallamiento de agua donde poder refrescarse.

Nos acercábamos al ecuador de la carrera y todo iba bien. El sol ya hacía mella en mi pero no en mi piel. Si llevas como asistente a tu madre, te aseguro que no te dejará empezar una competición sin antes ponerte crema solar. ¡No te va a faltar de nada!

Pasado los 45 kilómetros, como si de una película de M. Night Shyamalan se tratase, aparece un giro de guion que nadie se esperaba. En el fondo, yo si lo esperaba pero no quería verlo. Mis piernas ya no funcionan. La subida antes mencionada ahora mismo me parece el Annapurna. Las bajadas, una tortura para los cuadriceps y los giros, besos envenenados en mis tobillos.

El hombre del mazo observándome

Bajo el ritmo considerablemente, algunos kilómetros caen a 5. Mi cabeza, la gran aliada en estas distancias, decide volverse contra mi. Empiezo a tener sentimientos negativos: ¡Ya no voy a poder mejorar marca! ¡Para que voy a seguir sufriendo! ¡No puedo con este calor! Todo este cocktail cerebral acaba en un desenlace esperado: Me retiro en el kilómetro 55.

No se que me pasa con esta modalidad. Hay un momento en el que empiezo a sufrir y no se darle la vuelta a la tortilla. Mi mente se desquebraja y opto por la solución fácil. Se que mi cuerpo hubiera podido seguir. ¿Qué no hubiera conseguido hacer los objetivos marcados? Seguramente no pero si estaba en condiciones de seguir y acabar, incluso con una buena marca y optar a medallas.

Es cierto que la única vez que he conseguido acabar fue en la edición de Santander 2021. En ese momento hice una preparación especifica solo para esa carrera. Con un volumen muy alto de kilómetros y un número de semanas estudiadas. El resultado no pudo ser mejor. Las siguientes, he confiado en alargar temporada y esperar que lo entrenado con anterioridad me fuera suficiente. El resultado no puede ser peor. Y ya van 3, vivo en el día de la marmota y no aprendo.

Tengo que hacer un pensamiento. Entrenar mi mente para poder superar ciertas situaciones o darme por vencido y aceptar que no es mi modalidad. Buscaré una solución pero de momento toca hacer borrón y cuenta nueva. Toca irse a la montaña. Toca buscar retos diferentes. TOCA DISFRUTAR.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 04:02:14
Clasificación general: Retirado

Kilómetros realizados: 55

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sábado, 20 de abril de 2024

XVII MARATÓN DE ZARAGOZA

Sigue avanzando la temporada a paso firme. Los kilómetros se van acumulando en las ya maltrechas piernas. No obstante, no hay tiempo para claudicar, toca correr en casa, toca disfrutar del "XVII Maratón de Zaragoza".

Al principio de la temporada, allá por noviembre, con mi entrenador fijamos la competición en la capital aragonesa como la fecha perfecta para cumplir objetivos. El punto final a una planificación intensa donde se viera reflejado todo el esfuerzo realizado. Por el camino, añadimos el Maratón de Castellón, únicamente como aliciente para saber si íbamos por el buen camino. Al final, todo salió mejor de lo esperado y cumplimos objetivos antes de tiempo.

Con esta premisa, afrontamos la parte final de la preparación para Zaragoza. Siguieron saliendo lo entrenos dentro de lo esperado pero la motivación había decaído. Era como si mi mente, al conseguir mejor marca personal en Castellón, se hubiera desconectado. Cuesta mantenerte concentrado tanto tiempo, por lo menos yo, rey del despiste. Con esto no quiero poner escusas, mi entrega siempre va a ser total.

Amanece el día perfecto. El cierzo nos da una tregua. Con eso ya somos felices a orillas del Ebro. Arrancamos y enseguida se limpia la carrera. Los grandes favoritos se distancian. El resto de mortales vamos formando una gran serpiente multicolor, cada uno buscando su ritmo. En mi caso, 3:40, incluso, si mi cuerpo me concediera permiso, ajustar a 3:38.

Con toda una Campeona de España. Foto del Maratón

Al primer paso por el puente de Hierro (2km) me junto con Lidia Campo, actual campeona de España de 10km en ruta. Hacía de liebre de la keniana Rita Jeptoo. Me dijo que si me juntaba con ellas, me llevaría hasta el kilómetro 15. Acepté como buen comensal. Espero que no se me atraganté la invitación. Además, como perro viejo que soy, sabía que al juntarme con la primera clasificada, iba a acaparar protagonismo en la retransmisión en directo por Aragón TV. ¡Oye, no todos los días uno puede compartir plano con dos campeonas!¡Que me quiten lo bailado!

Al principio el ritmo marcado era fuerte pero me mantuve pegado. Luego bajó. Lidia constantemente estaba mirando hacia atrás y dando palabras de animo a Rita, que iba haciendo la goma. Yo, tan pronto iba con el gancho o me ponía en cabeza. Le pregunté. Me dijo que su plan era ritmo de 3:32 con una proyección de 2:30 en meta. ¡Me asusté! -¡ A donde voy yo!-. Por suerte, enseguida añadió que se veía obligada a bajar el ritmo. No debía ser el día de Rita. -¡Suspiré aliviado!-.

Cerca ya de esos 15 kilómetros mencionados donde se iba a retirar la liebre, observé que mi ritmo global estaba en 3:41. Se me estaban escapando los parciales así que decidí saltar del barco y navegar en solitario. Cambiaba la película por completo. Ahora era único protagonista. Empiezo a ajustar ritmos y al paso por las Murallas aparecen, incombustibles como siempre, mi familia. Una ayuda extra para empezar con la remontada.

La familia siempre te saca una sonrisa...

A partir de aquí, una pelea a tres bandas, conmigo mismo, piernas y cerebro. Nadie más en el horizonte. Las sensaciones van siendo buenas con el paso de los kilómetros pero no todo lo deseables para conseguir objetivos. Me voy poniendo pequeños retos. El siguiente, llegar a la calle Echegaray y Caballero donde van a estar ubicados otra vez mi familia. Antes de ahí, me encontré a mi cuñado y a lo largo de todo el recorrido, multitud de gente conocida. A mi jefe y niños del Club de Atletismo San José, a compañeros de carreras y amigos que hacen todo mucho más fácil. Es una baza a favor el correr en casa.

Se acercaba el momento temido por todos los atletas. La subida del Paseo Cuellar (33km). A estas alturas, no iba a hacer marca personal y si tenía alguna duda, con las primeras rampas, quedó totalmente confirmado. El ritmo se desplomó. Cambio  de chip. Intentar acabar lo mejor posible en la clasificación. Al paso por el Parque Grande, pude observar los atletas que me precedían. Me puse manos a la obra. Sabía que solo había que llegar el kilómetro 37 y luego pies en polvorosa hasta meta.

Llegando al centro enlacé con José Pablo Salazar. Ya solo quedaban 2 kilómetros. A disfrutar de la algarabía y del ambiente festivo de las calles. Sonrisa en mano, afronté la calle Don Jaime. Nuestro baño de masas particular. Se te ponen los pelos de punta cuando pasas por sus extintos adoquines. Me quedé cerca de Damien Urcun pero ya me fue imposible contactar con él. Al final crucé la meta en octava posición y vislumbrando el fallido cronómetro de 02:37:13. Un sensación triste que enseguida se desvaneció gracias al gran Mariano Navascués que con micro en mano me recibió por todo lo alto.

De crack a crack...

Como he dicho, son sensaciones contradictorias. Sabía que ya llegaba un poco pasado de forma y motivación pero siempre tienes la esperanza de mejorar tiempos. No lo conseguí. Esta vez no pudo ser. Por esa parte no estoy satisfecho pero por otro lado, no deja de ser especial correr en casa y sentirme importante. Todos sabemos y somos conscientes que el nivel es más bajo que en otras maratones pero Zaragoza siempre tiene algo especial. Zaragoza siempre en mi equipo.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 02:37:13
Clasificación: 8
Participantes: 1600

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martes, 27 de febrero de 2024

MARATÓN DE CASTELLÓN (CAMPEONATO DE ESPAÑA MASTER)

Con los años, cada vez compito menos. Antes me inscribía a cualquier carrera y no disfrutaba de la preparación. Ahora soy más consciente de todo lo que rodea a conseguir un OBJETIVO. Me centro en ello y no hago esfuerzos sin recompensa. Llevaba sin ponerme un dorsal desde el TOR DE GEANTS, allá por septiembre. 5 meses después y después de mucho trabajo, vuelvo a una línea de salida, vuelvo al MARATÓN DE CASTELLÓN.

Como todos los inviernos, hablo con mi entrenador y damos forma a la planificación. Dudaba entre Castellón o Sevilla. Al final, por logística y presupuesto, me decanté por la primera opción. Ahora solo tocaba volver a la rutina de entrenamientos. Reencontrarme con los intervalos y las series. Es una relación que cuesta. Al principio todo son desavenencias y crispaciones pero según avanzan las semanas, os acabáis entendiendo, incluso en mi caso, me acabo enganchando. ¡Estoy IN LOVE con las series de 2000!

Llegó la hora del  maratón. Las sensaciones eran inmejorables. Me sentía más rápido que nunca y mi entrenador me lo había ratificado. Me dijo de ir a un ritmo de 3:40. Eso significaba bajar 3 minutos mi marca personal. Personalmente, lo veía un poco utópico pero yo me encomiendo a las sabias palabras de Fernando. Obedecer y correr.

Al ser Campeonato de España, el nivel iba a ser alto. Más posibilidades de hacer una buena grupeta y ver pasar los kilómetros algo más cómodos. Nada más arrancar, como siempre, todo el mundo sale pasado de revoluciones, yo intento ser fiel a los deberes marcados pero el primer kilómetro se me va a 3:30. ¡Menuda calentada para empezar!

¡Ante todo, disfruta de lo que haces! Foto de Canofotosports

Intento regular y no dejar llevarme por impulsos. Hacer mi carrera y olvidarme de los demás atletas. Eso hace que los primeros minutos vaya solo en mi odisea. Para añadirle más ingredientes al cocktail, el viento es intenso. Tengo que lidiar con él en las grandes avenidas por las que nos movemos. Acompañado hubiera sido más llevadero pero se ve que soy un bebedor solitario.

En el kilómetro 16 dejamos atrás la parte edificada y ponemos rumbo al Grao. 4000 metros en forma de recta interminable. Para unos, una bendición, para otros, el mismísimo infierno. Yo me limito a seguir concentrado. Me pongo como meta, alcanzar a un grupo de 3 atletas antes de llegar. Justo cuando volvían a hacer acto de presencia los edificios, conseguí contactar. Me dieron la bienvenida y me puse a su vera pero algo no iba bien. Llevaban un ritmo poco constante. Tan pronto aceleraban como frenaban. Yo, paranoico con el ritmo, cuando veía que íbamos más lento de 3:40, me ponía nervioso. Decidí saltar del barco y proseguir mi camino en solitario. Otra vez más...

Próximo destino: Otro grupo de 3 atletas que corrían en equipo. Eran master 40, ya los tenía fichados de la salida. Me parecían unos buenos compañeros para la parte final del maratón. Misma situación, misma solución. No me gustó el ritmo y seguí mi camino. ¿Estaré siendo poco conservador? ¿Acaso no me vendría bien un poco de compañía para acabar más entero? En estos momentos, no entendía de cábalas. Iba a piñón fijo, no había otra alternativa.

Volví a afrontar la recta que nos llevaba al centro de Castellón como en la ida. Más solo que la una. - ¡Y tan a gusto, oye! -.

Era el kilómetro 30 cuando nos metíamos otra vez bajo el refugio de las calles acompañadas por público. Es un aspecto a recalcar. La gran cantidad de gente que inunda las calles y los numerosos grupos de animación: Batucadas, Discomóvil, gente haciendo zumba, disfraces, aficionados de fútbol, una orquesta... Aunque sea durante unos segundos, todas estas personas te ayudan a dejar a un lado la fatiga. En el fondo, no somos realmente conscientes de lo importantes que son para conseguir nuestro objetivo. ¡GRACIAS!

¡Garrote!

No obstante, las fuerzas empezaban a flaquear, el viento era más intenso. Cuando te daba de cara, el esfuerzo extra era considerable. Lo que antes era una simple brisa, ahora era como empujar una pared. Tocaba apretar los dientes y tirar de rasmia. Kilómetro 33, 34, 35, iban cayendo como una losa. ¿Me habré pasado de rosca? Me temo que si...

Las sensaciones eran muy malas pero los ritmos los conseguía mantener. -¡Venga Tricas, coño! -. Me gritaba a mi mismo. Que todo ese esfuerzo durante meses no quede en vano. A lo lejos vi a un atleta de mi categoría (M35). Era el primero que veía en toda la carrera. Me dio un poco de energía extra para adelantarle. Ya no quedaba nada. Después contacté con una atleta africana y ya se divisaba la meta. El acelerón final. Veía el marcador, está tan cerca, lo consigo, ahora está lejos, no lo consigo, me da igual. Disfruto del momento. Al final 02:35:10.

¡Increíble! Menudo bocado le he dado a mi marca personal. Son cifras que no me imaginaba conseguir nunca. Las veía tan lejanas que ni se me pasaba por la cabeza. Esto solo quiere decir que con mucho esfuerzo y dedicación, se pueden conseguir cosas que no te esperas. Además, para agrandar más mi fantasía, al cruzar la meta, el atleta M35 que había adelantado me dijo que creía que había quedado tercero en el Campeonato de España de mi categoría. ¿QUÉ? Me sentía Bruno Hortelano en Dinamarca. No me lo podía creer. Tenía que cerciorarme bien antes de emocionarme. Miré por internet y si, MEDALLA DE BRONCE. ¡Esto ya es insuperable! Feliz se queda corto.

¡Un sueño! Foto del Periódico del Mediterráneo

En mi caso, un factor fundamental con respecto a otras preparaciones ha sido el manejo del ocio. Nutrición, descanso y deporte los he mantenido más o menos igual pero como ya todos sabéis, mi talón de Aquiles es la fiesta. Esta vez lo he regulado bastante, solo he salido un día durante toda la preparación y digamos que fue un "rodaje suave". No tiene mucho más misterio. Ya lo sabía pero no era consciente de la gran diferencia de resultados. El cuerpo es sabio, más sabio que yo...

No quiero acabar sin agradecer a tod@s los que han colaborado durante estos meses y han sido pieza clave. Mi pareja, la familia, Los compañeros de Andandaeh, mi nutricionista, los fisios, el gimnasio, mis niños del Club San José que tanto me motivan pero especialmente al gurú de todo esto: FERNANDO. Mi entrenador desde que tenía 10 años. Me ha visto crecer, descarrilarme, volverme a enderezar, hemos tomado chupitos, compartido competiciones de atletismo, bailes y carreras. Toda una vida. Estoy seguro que solo él sabe sacarme este rendimiento. Pese a que muchas veces le pitarán los oídos cada vez que me manda series de 150 metros, las hago sin rechistar. El tiene la formula secreta. Próxima parada: Zaragoza.


¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 02:35:10
Clasificación: 16
Clasificación Campeonato de España Master: 7 global /3º de mi categoría


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lunes, 25 de septiembre de 2023

TOR DES GEANTS (330km 24000 D+)

 Ya casi desvanecida en el tiempo y en mi memoria estaba una inscripción que hice en 2020, en tiempos de pandemia. Como todos recordamos, el mundo se paralizó y con ello, la competición. Nos dieron un plazo de 3 años para poder volver a participar. Sin quererlo, habíamos consumido dicho tiempo. No tenía escusa. Tenía que ir al TOR DES GEANTS

Tenía todo un verano por delante para mentalizarme y sobre todo, para entrenar. Pasó el tiempo y al final de la época estival, seguía sin ser consciente de donde me metía y la acumulación de kilómetros había sido más bien escasa. Como el que va a una 10k, yo partía hacia los Alpes...

Una vez en tierra italianas, con mi compañero Rober, estábamos a escasas horas de afrontar 330 kilómetros por el valle de Aosta. Para completar esta aventura tendremos 150 horas.

No suelo ser una persona que se ponga nerviosa. Aquí tampoco, igual por la ignorancia en la que me hallaba. Con esa venda en los ojos empezó la carrera. Aquí las bolsas de vida son cada 50 kilómetros y entre medio tienes diferentes avituallamiento donde comer o dormir. Vallamos por partes: 

  • Courmayeur - Valgrisenche (48km 3750 D+)

Arrancamos recorriendo las calles del pueblo entre multitud de aplausos y sonidos de cencerros. Ya casi sin darnos cuenta, afrontamos la primera subida. 1500 metros de desnivel positivo para abrir boca. Más que cualquier subida que haya entrenado este verano. ¡Empezamos bien! 

Debido al buen tiempo y la frescura de piernas, hago cumbre asombrado por la exigencia pero cómodo. Bajamos hasta la Thulie y enseguida vuelve el ascenso. Tras 1400 metros de desnivel, coronas Col Passo Alto (2856m). Esto se pone serio.

Tras un empinado descenso de 2km y 500 D-, aparece un cartel de información sobre la próxima subida: Col de la Crosalie, 550 D+. -¡Que bien en comparación a los otros dos! ¡Un respiro! - Pienso ingenuamente. Nada más empezar ya se intuyen unas zetas interminables. Izquierda, derecha, izquierda, derecha, esto no se acaba. No sé si la información estaba mal o se me está empezando a atragantar la cosa. 

Al hacer cumbre, toca ponerse el dorsal y sin más dilación, vamos hacia la primera base de vida. Desde Planaval hay un pequeño tramo donde disfruto por primera vez. Varios kilómetros por un bosque paralelo al río donde trotar tranquilamente y mentalizarse de lo que está pasando y lo que queda por pasar...

  • Valgrisenche - Cogne (54km 4137 D+)
En la base de vida nos lo tomamos con relativa calma, comemos bien, llamamos a España y abrigarnos un poco, solo añado unos manguitos. Además, cojo los bastones que tenía guardados en la bolsa. Nunca uso pero en esta aventura es más que obligatorio si no quieres morir en el intento.

Siguiente destino: Col Fenetre (2843m). Poco a poco vamos ascendiendo. Ya me he mentalizado que me tengo que ir acostumbrando a que los desniveles superen los 1000 metros. Siempre asociamos esta faceta a lo duro en una carrera de montaña. Discrepo. Una vez coronado el punto más alto, nos toca afrontar 5 kilómetros de vertiginosa bajada, descendiendo 1200 metros. ¡Esto si que es duro! Un "rompepiernas" donde las rodillas piden clemencia. Las bajadas no son muy técnicas pero son tan empinadas que parece que el tiempo se congele. No avanzas.

Llegamos a Rhemes-Notre Dame por pura inercia, plato de pasta y a seguir en modo bucle. otros 1200 D+ hasta Col Entrelor (3004m). En este tramo empiezan mis primeros momentos de frustración. ¡Esto no se acaba nunca! ¡No puedo más! Además, por la noche se magnifica. Debido a la oscuridad, no ves lo que queda pero si lo intuyes. Ves la luz de los frontales a lo lejos...muy a lo lejos y aún hace más dura la subida.

Postureo pero triste

Último tramo, piedras, agarres de vía ferrata y al fin, la cima. Nada más coronar veo a una compañera vomitando por el esfuerzo. No me extraña. Afrontamos la bajada con el mayor de los desagrados. Lo estoy pasando muy mal. Ahora mismo todo es negativo. Llego a Eaux Rousses (78km) con la firme convicción de abandonar. Tengo una discusión conmigo mismo y decido parar a dormir.

Mi primera impresión es surrealista total. Una carpa con 10 camillas ocupadas por atletas o cadáveres, no me quedó muy claro. Esperé a que alguien se levantase y allí que me tumbé yo. Tapones, cinta en los ojos y a dormir una hora. Mis divagaciones no me permiten conciliar el sueño y a los 40 minutos salí de aquel lugar. Por lo menos mis piernas habrán descansado.

Ahora tocaba ir al punto más alto de la carrera: Col Loson (3294m). 12 kilómetros en los que los primeros los voy haciendo muy cómodo siguiendo a un inquietante corredor que se llama Giorgio Maquiavelo. Por mi parte, había recuperado alegría y fuerzas. Incluso las ganas de estar aquí. Llegamos a una zona donde hay unas casas forestales y al girar descubrimos un valle que me deja enamorado. ¡Que hermosura! estos paisajes son otro nivel. Recalcar que llevamos 90km y 9000 D+. Una autentica barbaridad.

Según nos acercamos a la cima, la cosa se complica. Llegados a un punto pedregoso me encuentro con unos voluntarios y una corredora en el suelo. Se había producido un derrumbe y estaba afectada. Le había dañado la pierna. Mientras sigo avanzando, llegó el helicóptero de rescate que se las vio y las deseo para poder acceder al lugar. Al final todo salió bien.

Descenso muy fácil hasta el refugio Vittorio Sella donde me encuentro a mi compañero Rober. Decidimos afrontar la bajada juntos hasta la siguiente base de vida. En cuanto el terreno se complica, se me escapa. Rocas gigantes con las que soñaré varios días que me van mermando la moral. Ahora si que si. Decido abandonar. Vale la broma. Llamo a mi novia para contárselo. Como ya me conoce lo dramático que soy, me anima a que me duche, descanse y que después de todo eso, vuelva a preguntarme si quiero abandonar...

  • Cogne - Donnas (47km 1383 D+)
Como alumno aplicado que soy, hago todo lo que me dice menos dormir. Intento hacerlo pero no lo consigo. Mi mente no está por la labor. Salgo del camastro, aviso a Rober y emprendemos la marcha. Lo de abandonar lo dejamos para más adelante.

Los primeros kilómetros van pasando amenos mientras conversamos. Rober y yo nos complementamos bien. Hablamos pero lo justo, sin agobios. Todo fluye. Se va acercando el anochecer antes de afrontar la subida al Col Finestra di Champorcher (2826m) 

Nos ponemos el frontal y esperamos comer algo en el refugio Sogno pero para nuestra sorpresa, está cerrado. Tiro de barrita y para arriba. Inesperadamente, este ascenso lo disfruto. ¡La primera vez! Algo está cambiando en mi interior. Empezamos a descender y nos vuelve a pasar lo mismo. El refugio Miserin también está cerrado y eso no ayuda psicológicamente. Por fin llegamos a Dondena (125km). Aquí Rober se para a dormir. Yo me noto fresco y opto por seguir.

Nuestros víveres apilados...

Me pongo los cascos y acompañado de música, hago el descenso con una sensación de plenitud inmensa. ¡Me alegro de estar aquí! Los estados de ánimo en el Tor des Geants son igual de inestables como el perfil de carrera. Voy por una zona de praderas con gigantes piedras que me recuerda a Castroviejo, cerca de mi pueblo Vinuesa. Todo esto, mientras suena en mis oídos "America" de Nino Bravo. ¡Un momento tan mágico como peculiar!

El descenso de 20 kilómetros hasta Donnas del que tan mal me habían hablado, yo lo estoy disfrutando. Es más, echo en falta que fuera de día. Yo soy un enamorado de recorrer pueblecitos y en esta zona atravesamos varios, tanto habitados como abandonados. No los puedo degustar en todo su esplendor. Llegamos a Pont Bosset (140km). Hasta ahora le doy mi premio a pueblo favorito. ¡Que bonito! Antes de llegar a la base de vida tendrás un repecho que te pilla de sorpresa y una empinada y bonita calle que recorrer de principio a fin en la localidad de Bard.

  • Donnas - Gressoney (51km 4584D+)
Llego a la base de vida sobre las 5 de la mañana. Decido dormir y ya salir cuando sea de día. Otra vez no lo consigo. El calor no me deja esta vez. Aprovecho el tiempo en curarme un poco los pies y cambiar de zapatillas. Me encuentro a Rober, lleva un vía crucis con las ampollas y está curándole la podóloga. 

El siguiente tramo donde nos mete la organización es un bello ascenso donde subirás entre 100 y un millón de escaleras de piedra, no me acuerdo muy bien. Entre medias, pasas por el avituallamiento de Perloz (156km) donde degustar zumo de naranja natural y por otras pequeñas localidades de cuyo nombre no me acuerdo. Todas ellas acondicionadas con fuentes gigantes. en esta zona tienen el agua por castigo. Hay más fuentes que personas. En cada una de ellas voy echando tragos que sacian mi sed. El calor es asfisiante.

Vamos dejando las casas atrás pero seguimos subiendo, ahora solo por naturaleza hasta el Refugio de Coda (167km). En 18 kilómetros hemos subido 2800 metros de desnivel. ¡Nada más!

Semejante esfuerzo lo curamos a base de pizza y focaccia. Aquí la manera de olvidar las penas es gracias a los avituallamientos. Pasta, queso, embutido, dulces y caldo se encargan de ello.

Destrozado pero contento

Seguimos nuestro camino y mientras deambulamos por una zona muy irregular, nos empieza a llover. Toca sacar el chubasquero. El tramo en que nos encontramos no es nada agradable. La lluvia tampoco ayuda. Llego al refugio de Barma bajo de moral. Decido dormir una hora. Es la primera vez que soy consciente de haber dormido, aún con todo, me levanto antes de tiempo. Salgo al salón y ahí está Rober. Me tomo un plato de polenta que me maravilla, al igual que el refugio. Mi favorito hasta ahora. Nos abrigamos y salimos pese a la lluvia, no queda otra...

A partir de este momento y según va cayendo la noche, el infierno se acerca. La oscuridad se cierne sobre mi. Pese a nuestros intentos de llegar a tiempo, con caída incluida, nos tenemos que poner el frontal antes de llegar al avituallamiento del Lago Chiaro. Degustamos unos embutidos que son de otro nivel. Rober y yo damos buena cuenta de ello dejando los platos bien relucientes. Aquí la jefa es la señora Antonia, una pena no coincidir justo en uno de sus famosos platos.

Al salir empieza la penitencia. Este tramo se nos hace eterno. No llegas a hacer grandes desniveles pero es un terreno muy poco agradecido. No te permite avanzar. Todo lleno de rocas resbaladizas. Le tenemos que sumar el frío y la intensidad de la noche. Para más inri, mi compañero se está quedando literalmente dormido mientras corremos. En una de esas desconexiones cerebrales, se tropezó y acabó su cuerpo en el suelo y su bastón en unos matorrales. Nos preocupamos, mejor descansar cinco minutos aunque sea en un piedra. 

Se acabó el descanso, seguimos con ganas de que aparezca el avituallamiento pero éste no aparece. Vueltas y vueltas y nada. Vemos unas luces a lo lejos pero no es. Yo ya no se si son alucinaciones, mala hostia o ganas de acabar con todo. Después de mucho jurar al vacío, llegamos a Niel (191km).  Descalabro total. Si pudiera, hubiera abandonado aquí mismo. Otra vez más. Pedimos dormir 2 horas y nos llevan a una tienda de campaña. Todo muy bien organizado pero lo único que consigo hacer es dar vueltas en el camastro. Envidio aquellos que roncan plácidamente.

Salimos con más pena que gloria hacia la siguiente base de vida. Mientras ascendemos al Colle Lazoney (2394m) nos empieza a llover un poco. A los minutos la lluvia es más intensa y a lo que nos queremos dar cuenta, estamos empapados y tiritando de frío. Corremos lo más rápido posible para llegar al siguiente refugio. Desesperación. Al final, divisamos una luz a lo lejos. Es el avituallamiento de Ober Loo. Entramos y eso parece "Salvar al soldado Ryan". Soldados envueltos en mantas. Otros dormidos sobre la mesa. Los más inquietos, abrazando un tazón de caldo. Todo esto en un silencio implacable.

Nos hacemos un hueco entre ellos y esperamos las palabras mágicas: - ¡Ha dejado de llover! -. Nos abrigamos con lo seco que nos queda en la mochila y partimos hasta Gressoney (204km). Hemos sobrevivido.

  • Gressoney - Valtournenche (36km 2749 D+)
Hemos sobrepasado el kilómetro 200 y toca un merecido descanso. Ducha y a la cama. Aprovechando que voy a descansar en una colchoneta gigante de escalada, opto por no ponerme despertador. Que mi cuerpo desconecte lo que necesite

Pasadas 2 horas empiezo a remolonear. Mi mente pide movimiento. Me reclino.  Parece que mi cuerpo no opina lo mismo pero obedece a regañadientes. Guardo todo en la bolsa. A estas alturas es una tarea harta complicada. Como algo y 5 horas después salgo a la calle.

Voy andando tranquilamente por las calles del pueblo. Una larga recta de 2 kilómetros. Fantaseo con una frase que me dijo Rober: -Si sales de Gressoney, acabas seguro -. Cuando la carretera se inclina empiezo a notar algo raro. Que ligero que voy...¡Los bastones! Pues nada, vuelta a la base de vida. Lo peor de todo, no será la última vez...

Nuestro hotel 5 estrellas...

Pese al contratiempo, me siento lleno de energía. Subo Alpenzu feliz de la vida. Siguiente parada: Col Pinter (2781m). Subimos bajo una ligera lluvia pero no me importa. Estoy disfrutando. Parece que pasar los 200km me ha cambiado el chip.  Me prometo a mi mismo no volver a quejarme sin una razón de peso. La ascensión se me hace muy amena. ¡Incluso la bajada! Hay una zona complicada de cuerdas, piedras y bastante expuesto. Me parece hasta divertido.

Seguimos bajando por verdes praderas y atravesando pueblos que apunto en mi memoria para volver algún día. En un momento dado, me encuentro el camino ocupado por ganado. Espero pacientemente a que pasen mientras un hombre me instiga a que cruce, que no pasa nada. Todo esto, mientras 2 toros intentar montar a sus respectivas compañeras. No sé. Decido esperar.

Llegamos a Champoluc (220km). Reponemos los víveres y seguimos la ascensión. Es sorprendente lo bien que me encuentro. Llegó al refugio Grand Tournalin (2551m). Hago sonar los cencerros bajo una inmensa sonrisa. A la salida toca volver a ponerse el frontal. En este tramo podemos coleccionar varias cimas sin apenas esfuerzo (Col de Nannaz y Col des Fontaines) y seguidamente a por la penúltima base de vida. 

  • Valotournenche - Ollomont (47km 3404 D+)
Llego bastante entero pero decido dormir. Es la tercera noche y habré dormido solo 4 horas. Me tumbo en los odiados camastros. La historia se vuelve a repetir. No consigo dormir. Salgo cabizbajo y retoma la marcha. Veo a Rober, será nuestro último encuentro...

Mientras avanzo, estoy pensando en la falta de sueño que llevo. Me pregunto si me puede repercutir mucho. Creo un drama donde no lo hay y al llegar al refugio de Barmasse (242km) solo pienso en dormir. Dos horas por favor. Paso un poco de frío pero descanso bien. Es la primera vez que me llama el voluntario sin adelantarme yo a la hora propuesta. ¡Que alegría!

Salgo con energías renovadas pero enseguida vuelve el drama. Esta vez real. Me entra un sueño atroz. Busco soluciones. Me pongo música, canto, salto, me doy bofetadas pero nada funciona. Diviso el avituallamiento Bivacco Vareton. Veo la luz. Pienso que ayudará a espabilarme. Nada más lejos de la realidad. Emprendo la marcha y a los minutos vuelve Morfeo a por mi. Para colmo, voy bordeando un desfiladero. Noto que las rodillas ya no responden. Se bloquean. Piden clemencia. Me asusto y me siento en una piedra. Formo un ovillo con mi cuerpo y cierro los ojos. Dejo la luz del frontal encendida a modo de alarma. Al poco tiempo ,no sé cuanto pasó, abro los ojos y me levanto. Hemos conseguido recargar la batería corporal un porcentaje pequeño pero suficiente para continuar.

Con sueño pero contento

El esperado amanecer llega. Seguimos avanzando pensando en dormir. El refugio la Magia lo desecho ya que las camas están en el mismo comedor. Tendremos que esperar al siguiente. Entre medias y con el sol a pleno rendimiento, decido echar otra "minisiesta". Esta vez sin temer por mi vida, me tumbo en una pradera.

Repuesto de nuevo, empiezo el ascenso. Me veo muy fuerte pero al llegar al refugio Di Cuney (2655m) opto por dormir una hora. Voy a ser precavido. El sitio me parece espectacular y consigo descansar algo. Punto positivo para este refugio.

En el siguiente tramo coronarás Col de Chabaly (2684m) y Col de Vessonaz (2787m). Para ser sincero, no tengo gran recuerdo de esta zona. Poco más puedo aportar.

En Oyace (273km) descanso cuerpo pero no mente. Me tumbo para dar un respiro a mis maltrechas rodillas antes de afrontar la penúltima gran subida al Col Brison (2519m). Esto me anima. Casi lo hemos conseguido.

Pese a la lluvia, asciendo con entusiasmo y la bajada con calma total.  No es el momento de una torcedura inesperada. Sigo avanzando siguiendo las balizas y al llegar a un poblado, las marcas desaparecen. Me he perdido. Doy vueltas por todos lados y ni rastro de señales hasta que al fondo de un sendero veo un conjunto de banderines. Llego y para sorpresa, hay hacia las dos direcciones. ¿Qué hago? Tengo miedo de haberme saltado un punto de control. Ante la duda de si subir o bajar, mi cuerpo lo tiene claro. Opto por las señales que me hacen descender. Por fortuna, a los pocos minutos llego a Berrio Damon (285km) Les cuento mi altercado. Me dicen que las culpables son las vacas. Se ve que se cansan de su dieta única en hierba y de vez en cuando se les antoja comerse unos banderines.

  • Ollomont - Courmayer  (47km 2905 D+)
Después del tenso final, llego a Ollomont y paro a descansar. 1 hora. Como ya es habitual, se vuelve a repetir la situación y los camastros no me dejan conciliar el sueño. Salgo al comedor y como si de un restaurante se tratase, elijo mi plato favorito sobre un menú de 10 opciones: "Pasta al pomodoro".

Salgo del pabellón con más pena que gloria. Hace frío y tengo sueño. Empezamos a ascender por una pista muy cómoda. Se avanza rápido. Enseguida un cruce brusco a la izquierda y el desnivel se encrudece. Hay que tirar de riñón hasta llegar al refugio Letey Champillon (290km) Pregunto sobre el siguiente punto donde poder dormir y me dicen que son 15 kilómetros. Los sopeso más o menos 30 segundos y pido descansar una hora. No antes sin degustar el mejor "brodo" de la carrera. Premio a los voluntarios más simpáticos.

A la hora me levanto pero oigo un ruido intenso que proviene del exterior. ¡Está lloviendo a cantaros! Me vuelvo a la cama hasta que dejo de escucharlo. He dormido mas o menos mal, lo esperado pero toca seguir, otro compañero está solicitando cama y es hora de dar el relevo.

Empieza la subida bajo una intensa oscuridad. Delante de mi hay un corredor francés. Me pregunta si se hablar su idioma. Le contesto con una negativa. Le llego a entender que le da igual que yo solo hable así no se duerme. Y así pasaron los siguientes minutos, yo hablando español, el francés. No nos enteramos de nada pero combatimos el sueño.

Achicharrado pero contento

Me da pena y me siento medio culpable pero es que el compañero va muy lento y al final el que me estoy durmiendo soy yo. Para combatirlo decido correr, es un terreno propicio y hay que aprovechar. Para darle más epicidad  a mi huida, empieza a caer una intensa lluvia. Le sumamos la niebla y la visibilidad es nula. No se ve más allá de un metro. A donde llega la luz del frontal.

Se hace interminable la bajada y el frío empieza a ser importante hasta que por fin llego a Ponteille (297km). Abro la puerta y hay 4 voluntarios mayores en su salsa. Haciendo salchichas, gambas, patatas asadas. Se les ve felices. No me da la misma impresión los corredores. Todos mojados, con mantas y dormidos sobre las mesas. Se les ve derrotados. Interesante mezcla.

Yo me uno a los segundos. Me escondo bajo una manta y dejo pasar los minutos. Mente en blanco y desconexión. Es mejor no pensar en la situación. Cuando amaina la lluvia, salgo al exterior y a seguir la marcha. Empieza un descenso por pista muy rápido. Se intuye que es muy cómodo pero el agua no ayuda. Yo creo que la noche sumado a la concentración que debes llevar para no caerte, provoca somnolencia en el cuerpo humano. Todos, incluido yo, nos vamos quedando dormidos mientras corremos. Algunos prefieren sentarse en un ribazo pese a seguir lloviendo. Yo me dejo llevar por la inercia de la bajada.

Llegamos a Saint Rhemy (305km) y pido dormir una hora. Espero que la última en esta aventura. Me llevan a los sótanos de una iglesia y me dejan ahí frente a mi camastro. Esta vez es más grande. Me tumbo y lo siguiente que recuerdo es el voluntario llamándome. ¡He conseguido dormir bien! Por lo menos me voy con un buen sabor de boca.

Toca afrontar la última ascensión, el mítico Col Malatra (2920m). Debido al frío, lo empiezo con toda la ropa puesta, chubasquero, pantalón impermeable y térmica pero a los pocos minutos ya me sobra todo. Es de día y eso se nota. Me desnudo y en busca del Refugio Frassati (316km). la Hora dormida a pleno rendimiento me ha sentado fenomenal. Subo con una alegría inusitada pese a mis 300 kilómetros en las piernas. Voy adelantando corredores gracias a mi ascenso trotón. No muy rápido pero constante.

Llegamos al refugio, reponemos un poco y enseguida emprendo el camino. Solo me quedan 2 kilómetros para hacer cumbre. Se está poniendo niebla. No se puede contemplar las vistas privilegiadas en las que nos debemos hallar. Metros antes de llegar, se oyen aplausos, levanto la mirada y ahí están, junto al voluntario, unas bonitas cuerdas donde agarrarte. Son el preámbulo antes de coronar el último escollo. Ahora dicen que es todo bajar hasta meta...

La niebla no deja ver el valle que tenemos enfrente. Solo tienes la opción de agachar la mirada fija al suelo y descender. En tu mente ya piensas que lo tienes, solo es dejarte llevar, sin ningún tipo de prisa hasta el avituallamiento de Entre Deux Sauts (322km). Cojo mi último trozo de queso y salgo a paso relajado.

Mientras divago en todo lo vivido durante estos 5 días me empiezan a adelantar corredores. De repente les ha entrado las prisas. ¿No tienen suficiente ya? Me siento mal. No voy a ser el único en andar. Me pongo a correr como si no hubiera un mañana, persiguiéndoles. Vamos bordeando una montaña en un continuo sube y baja. Nada exigente pero a estas alturas parece el Tourmalet. Hay un momento dado que ya se me empieza a hacer bola. Saco la bandera blanca y me pongo a andar hasta llegar hasta el último, ahora si, avituallamiento.

Ya solo queda bajar. Trote suave pero con mucho cuidado. No la podemos liar ahora. Mientras desciendo empiezo a oír unos gritos a mi espalda. Efectivamente, me había vuelto a dejar los bastones. 

Acaba la naturaleza, entramos en el pueblo y según toco asfalto me pongo a correr a ritmo de 5k, o eso sentí yo. Volando y con una sonrisa más grande que mis ojeras, entre a la recta final, crucé el arco y grite con todas mis fuerzas. Alcé los bastones al aire como si de William Wallace se tratase. Una felicidad inmensa invadió mi cuerpo. Ya no notaba nada de fatiga. Se había esfumado.

Contento, muy contento

Al final la aventura ha durado 122 horas. Muchos altibajos mentales, paralelos al recorrido que íbamos haciendo. Siendo sinceros, creo que he sufrido más que disfrutado pero como siempre nos pasa en estas situaciones, una vez conseguido, todo compensa. 

Es increíble el poder de superación que tiene la mente y cuerpo humano. Antes de la carrera no era consciente de donde me metía. Durante toda la carrera, mi pensamiento constante era que no lo iba a conseguir. Al final de la carrera pienso que puedo con esto y mucho más. ¡Podemos hacer lo que nos propongamos! Solo hace falta pasión y RASMIA.


Como colofón final vamos a dar los PREMIOS DE LA ACADEMIA:
  • Mejor Refugio: Refugio de Barma
  • Mejor Avituallamiento: La señora Antonia en el Lago Chiaro
  • Mejor Ascensión: Col Pinter
  • Ascensión más odiable: Col de la Crosalie
  • Pueblo más bonito: Pont Bosset

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 122:41:16
Clasificación: 181
Desnivel Acumulado: 29608


                                             BANDA SONORA DE LA CARRERA