viernes, 17 de diciembre de 2021

24 horas de Ultrafondo en pista de Barcelona

Se va terminando el año. Un convulso 2021 empieza a expirar y con ello las últimas competiciones. Quería acabar con nuevos objetivos. Finalizar con un reto diferente, de gran envergadura: "24 horas de Ultrafondo en pista de Barcelona".

Es una disciplina que llevaba varias temporadas rondando mi cabeza pero después de participar en el "Campeonato de España de 100k en Ruta de Santander" la idea acabó de tomar forma. Quiero probar cosas nuevas antes de centrarme otra vez en la dura vida del maratoniano.

Mi planificación iba a consistir en mucho trabajo aeróbico. Tiradas largas y acumulación de kilómetros a unos ritmos controlados. A priori, algo monótono pero asequible pero la realidad ha sido otra. Compaginar 2 trabajos con largas sesiones y para ser sinceros, algo de falta de motivación, no ha resultado fácil. No obstante, llegaba a la cita con muchas ganas de vivir una experiencia nueva.

Una vez llegué a las pistas de Can Dragó, se respiraba un ambiente diferente. De camaradería. En su gran mayoría, son atletas que se conocen desde hace muchos años y reina la alegría sobre la tensión. Todo son risas, reencuentros y ganas de pasarlo bien. 

Llegué con mi caja preparada con todo el avituallamiento, ropa, saco de dormir y una inexperiencia total. Los veteranos en estas lides llevaban carpas, tiendas de campaña y todas las provisiones para pasar 24 largas horas. Incluso los compañeros murcianos, su zona está decorada con ristras del mejor embutido.

Tiempos de Bonanza. Fotos de Andreu Giménez
 
Se acercaba la hora de empezar. 10 minutos antes nos fueron presentando uno a uno a todos los participantes mientras nos hacían pasillo. Los gladiadores dispuestos a salir al foso. 

Salimos a las 12 del mediodía. Los atletas de las 24 horas tienen que ir por las calle 6, 7 u 8. Cada vuelta son 437 metros. A las primeras de cambio me doy cuenta de que va a ser una experiencia un tanto extraña. Las primeras vueltas van cayendo y no consigo ser consciente de la situación. Mi mente va divagando, preguntas tales como: ¿Pero que locura es esta? - ¿Está pasando de verdad? se repiten una y otra vez.

Poco a poco voy siendo consciente de la situación. Pongo el cerebro en modo "martillo pilón" e intento pensar lo menos posible. Ritmo constante de 5:15/5:30 y que sea lo que Filipides quiera. Por suerte, coincidí con mis amigos Joaquín, Bonacho y Jesús del Club Kalandracas. Tenían su propia carpa y fueron tan amables de acogerme bajo su techo.

Mi estrategia nutricional es comer o beber cada medía hora. Aprovecharía también a cada hora, hacer una vuelta andando e ingerir algún alimento más solido para facilitar su digestión. La realidad fue diferente. Me sentía tan cómodo en estos ritmos que no paré de correr hasta las 6 horas. Igual esto fue el principio del fin.....

Justo en ese momento, con la caída del sol, aproveché para abrigarme un poco y comer un tupper de macarrones que me había preparado. Durante 2 vueltas estuve avituallando y cuando volví  a correr ya nada volvió a ser lo mismo. Seguí a un ritmo constante pero más lento. Cambié la forma de actuar y andaba una vuelta cada media hora.

Antes de la batalla

Estaba teniendo también bastante problemas de rozaduras en las partes más intimas. Estaba más irritado que el culito de un bebé. Varias paradas en vestuarios tuve que efectuar para intentar sanar los problemas. A todo esto, le sumamos que la cabeza iba perdiendo su energía a gran velocidad. Cuanto más lento iba, mi mente más rápido se desquebrajaba.

El número de kilómetros que llevaba era bueno (112km) pero solo pensar en todas las horas que me quedaban por delante dando vueltas a un mismo circuito de 400 metros resultaba ser un escollo demasiado alto. Cuando se acercaba el ecuador de la competición ya había tomado la decisión de parar. Aprovechar que a las 12 horas ya generas unos resultados para esta disciplina (Las hay de 6, 12 y 24 horas), cumplir con ese cometido y abandonar.

Justo cuando se cumplió la medianoche, como si de Cenicienta se tratase, cogí el saco de dormir y me desparramé en el suelo del gimnasio. Me dolían tanto las piernas que era imposible conciliar el sueño pero por lo menos estaba descansando y lejos de la pista. Cuando mi cuerpo decidió dejar de dar vueltas buscando una posición cómoda, me levanté y fui al calor de la compañía humana. Contrarrestaba con el frío intenso de la noche.

Refugiado en la carpa y con mis compañeros, el paso del tiempo se me hizo bastante ameno. Entre risas y ánimos a los corredores que seguían en batalla, fueron pasando las horas. Cuando el frío ya se apoderó de mi cuerpo por completo, decidí ir a ducharme. ¡Que gran idea! Agua caliente y cuerpo relajado. No se si por casualidad o conscientemente, en vez de ponerme ropa normal, me cambié con la muda de correr.....

Después de 10 horas en barbecho, con el sol ya como protagonista y mi compañero Joaquín en la pista, decidí volver al ruedo. La ropa ya la llevaba puesta y mis piernas totalmente descansadas, pedían volver a ser castigadas. Varias vueltas con mi amigo mientras los compañeros me daban la bienvenida (Esto de llevar el pelo rojo ayuda a que se queden contigo).

Con amigos todo es más fácil

Cuando Joaquín decidió andar, me quise dar mi pequeño homenaje. Acabar con buen sabor de boca. Necesitaba intentar dejar atrás las malas sensaciones. Me puse a buen ritmo y con la sonrisa como bandera hasta que la organización hizo sonar el pitido final.

Al final acabé con 130 kilómetros recorridos, lo que equivale a 297 vueltas. Muy lejos de los objetivos que me había planteado. Es cierto que está disciplina me ha superado completamente. Llevaba la falsa idea que al tener bastante experiencia en carreras de ultra en montaña (He estado durante más horas en competición), me iba a amoldar bien. Pero no ha sido así. Son conceptos antagónicos.

En montaña el tiempo pasa más rápido. Cambias de paisaje, paras en los avituallamientos tranquilamente, la técnica de pisada va variando, corres, andas, subes, bajas. En pista es todo totalmente monótono. Además, la idea de tener que andar me superaba. Pasar largos tramos de la noche andando es algo que no he podido asimilar. Mi pensamiento ha sido: - Para tener que estar andando, mejor me retiro -.

Es algo que tengo que trabajar porque si quiero volver a intentar esta disciplina se que van a llegar esos momentos y los tendré que saber tratar. Deportivamente, siento que es un fracaso pero de él voy a aprender y volver más preparado.

A todos mis compañeros de pista los veo como superhéroes y superheroínas. Me impresiona la fuerza mental que han demostrado sobre todo cuando eran las horas más frías de la noche y ahí seguían, luchando sin parar. Alucinante, de verdad. ¡A vuestros pies!

Por lo demás, afrontamos 2022 con algo más de normalidad. Vuelven los maratones y con ello las duras sesiones de trabajo específico. Bienvenidas series...

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 24:00:00
Clasificación general: 74

Kilómetros: 130km

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lunes, 29 de noviembre de 2021

MARATÓN DE SAN SEBASTIÁN

 Han sido meses muy complicados para los eventos deportivos pero poco a poco todo va volviendo a la normalidad. Las pruebas van reapareciendo en el calendario y en esta última parte del año se han aglomerado muchas en las ciudades más importantes. En principio no tenía pensado participar en ninguna de ellas pero un día recibí una llamada y no pude decir que no a tan suculenta oferta: Ser liebre del Maratón de San Sebastián

En 2019 ya pude ejercer dicha función. Las cosas no salieron tan bien como me hubiera gustado por diferentes motivos (Aquí os dejo mi primera experiencia en el Maratón de San Sebastián). Era la oportunidad de resarcirme.

Mi misión era liebre de SUB3. Una responsabilidad muy grande. Como ya sabéis, popularmente se dice que bajar de 3 horas en maratón es como subir en escalafón en esto del deporte popular. Llevaba varios años sin entrenar a los ritmos exigidos en estas lindes. Además, estoy preparando la prueba de ultrafondo 24 horas de Can Dragó y la preparación es totalmente diferente. Las dudas eran bastante palpables pero me agarré a mi experiencia y a algo que nunca falla: Cruzar los dedos.

Respaldados por los guerreros

Me presenté en Donostia con mi fiel compañero Lorenzo (Una liebre con solera) y Fran, nuevo adicto a esto de la distancia reina. Ya de camino en coche tuvimos que lidiar con un temporal de nieve y una vez llegamos a la capital, la lluvia fue una compañera inseparable. Se avecinaba una carrera épica.

Minutos antes de la salida, el agua caía ferozmente mientras las liebres nos resguardábamos en el esplendido estadio de Anoeta (Reale Arena). Con arenga incluida en manos de Josetxo, manos unidas, grito de guerra y salir al ruedo. 

Me puse en el cajón correspondiente con mi compañero Alberto. Es un corredor bastante veterano y conocido en la ciudad así que no podía estar mejor respaldado. Nos ponemos la mochila a la espalda con el banderín ondeante. 3, 2, 1 y a correr. Enseguida cogemos el ritmo deseado (4:15) pero al cabo de los pocos minutos estoy notando una molestia en la espalda. Algo me está rozando. Decido intentar arreglarlo pero lo que consigo es romper la mochila. Primer contratiempo. Decido coger el banderín con la mano y emular a Osaka en los Juegos Olímpicos de Tokio. Eso si, lo suyo fueron unos pocos metros y a mi me quedan 40 kilómetros.

Concentración antes de la batalla

La primera parte de la carrera voy muy concentrado. Con muchas dudas de poder ejercer bien mi trabajo porque siento las piernas muy pesadas. Me entran muchas dudas, además, estamos llevando un ritmo un poco más alto de lo normal (Unos 3 segundos por kilómetro). A la hora de carrera empezó a caer chuzos de punta. Nos hubiera venido muy bien llevar unos limpiaparabrisas en la cabeza. Además, la parte de la playa de la Zurriola el viento era intenso. Imaginaros la situación con mi banderín en la mano. Un mezcla de epicidad y club de la comedia.

Según me fui encontrando con viejos conocidos como Luis y Javi, mi confianza fue creciendo y con ello, se fueron disipando las dudas. Pasamos la media en 01:29:17. Habíamos conseguido unos 40 segundos de colchón para la parte final. Me hubiera gustado haber ajustado mejor los tiempos pero con la climatología que nos acompañaba, mantener un ritmo continuo se antoja más complicado. Lo siento por los corredores a los que les haya podido influir negativamente.

Pasado el ecuador, mi compañero se cambió por Ibon. Piernas nuevas para acompañar a las mías. Aunque a estas alturas, me sentía bastante seguro de todo. Siempre me cuesta entrar en calor. Ahora era cuando mejor me encontraba.

Ajustamos mejor los tiempos aunque el clima seguía siendo bastante desfavorable. Al volver a pasar por Zurriola, el banderín de mi compañero se lo llevó el viento. No podíamos tener más infortunios.....o si.

Con respecto al grupo, seguía bastante compacto. Es una gozada llevar a tantos corredores. En mis anteriores experiencias de liebre tanto en San Sebastián como Pamplona, el número de componentes era bastante más escueto. Es una motivación más el poder llevar a tanta gente a conseguir sus objetivos.

Una vez que volvíamos a pasar la avenida de Tolosa, sabemos que solo es girar y ya es todo tramo favorable hasta la meta. Justo cuando pasábamos por el túnel, la guinda final al pastel. A mi compañero Ibon, que me había relevado en llevar el banderín con la mano, se le cayó al suelo. Pensé: -¡Que ahí se pudra! -. Me arrepentí en el momento, retrocedí y lo rescaté. No os podéis imaginar lo que cuesta agacharse en una situación así. Un pequeño sofoco en forma de sprint y vuelta al grupo. 

Serpiente Multicolor. Fotos del Diario Vasco
Serpiente Multicolor. Fotos del Diario Vasco

Cuando pasábamos por la Concha, decidimos separarnos. Ibon se puso al frente con los participantes que estaban más fuertes y yo me descolgué para quedarme con los que iban con las fuerzas más justas. Aquí es cuando las piernas empiezan a fallar. Se por experiencia propia que cuando te vas descolgando del grupo, los segundos empiezan a caer como una losa. Este es el momento de poner todo lo que tienes en tu mano e intentar que no se hundan. 

La verdad es que todos se comportaron como unos titanes y aguantaron hasta el final. Apretando los dientes y con la mente fría, consiguieron bajar de 3 horas. Me siento muy orgulloso de todos ellos, como no se rindieron y superando todas las adversidades que el día nos había deparado. ¡Sois muy grandes!

Por mi parte, una experiencia increíble. Empecé con muchas dudas y respeto pero se fueron disipando conforme pasaban los kilómetros y veía tanta gente detrás de mi. Es una autentica gozada. Como corredor siempre había admirado el trabajo de las liebres (La de veces que hasta me han empujado para que no me rindiera) y el vivirlo desde el otro prisma es aún más emocionante.

Espero poder ejercer esta función en otras muchas competiciones y seguir disfrutando de este magnifico deporte como es el atletismo.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 02:59:10
Clasificación general: 228

Participantes finalistas: 1007

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martes, 3 de agosto de 2021

Etapa 2: Bolibar - Bilbao (50km)

 Amanece un nuevo día. A priori parece que va a ser más llevadero aunque el monte va a seguir presente. Enseguida nos adentramos en él y me encuentro con una zona fabulosa. Unas escaleras en mitad de la maleza. Completamente mimetizadas. Su bajada ayuda a sobrellevar el desnivel negativo.

Las piernas van bien de momento aunque en un pie empiezo a notar la manifestación de las temidas ampollas. No suelo tener muchos problemas en este aspecto pero después de la dura y húmeda jornada de ayer, todo es posible.

Sin darme cuenta llego a Gernika, gran símbolo de la Guerra Civil y victima del primer ataque aéreo indiscriminado contra un población indefensa y su población civil, plasmado en el famoso cuadro de Picasso. Mi idea era hacer un poco de turismo por sus calles pero empezó a llover. Me debato entre esperar a que escampe o seguir con la ruta.

Viendo el percal, me enfundo mi chubasquero de asesino de "Se lo que hicisteis el último verano" y prosigo. Nunca se sabe, puede llover 10 minutos o todo el día. Parece que hoy me va a tocar la segunda opción. El agua cada vez es más abundante. Si a esto le sumamos que estamos en el interior del monte y lleno de barro, la situación se pone divertida....

¡Menudas casitas se ven!

Pasan las horas y no para. Te va minando la moral. Solo ves la parte negativa. - ¡Que coño hago aquí! - me pregunto. Me voy a tumbarme a la playa que estaré mejor.

Menos mal que mientras divago bajo la lluvia, me voy aprovisionando de lo que la tierra vasca me ofrece: Peras, manzanas y hasta un fruto que no se lo que era. Solo puedo decir que era más ácido que el humor de Pedro Reyes. También ayuda mucho la compañía de los tremendos caseríos que vas encontrándote. Hermosas y floridas fachadas para deleite de los peregrinos.

Llego a Goikoelezalde y las nubes por fin dejan de trabajar. Me quito el odiado chubasquero y toca volver a correr hasta Zamudio. Lo malo es que las piernas ya no van. Cuando la cabeza falla, irremediablemente las piernas desconectan.

Haciendo Gemelo 

Ya que no hice los deberes en su día. No me estudié el recorrido por lo que cada vez que llego a una población, me informo de las rutas a través de sus paneles informativos. En Zamudio me dicen que solo me separa un monte de Bilbao, para ser más concretos, el Monte Avril.

¡Menuda subidita! Hasta los caracoles me adelantan. Por fin llego a la cima y ya solo queda dejarse llevar hasta entrar en las primeras calles de la capital vizcaína. Busco el albergue más cercano pero para variar, está lleno. Me dirijo a mi segunda opción: Quartier Hostel. Un gran edificio de 4 plantas pero sin posibilidad de lavar y tender la ropa así que tengo que ir a una lavandería. ¡Con lo que me gusta el momento campamentos con mi jabón Lagarto! Además, me fastidia bastante tener que pagar 6 euros para lavar 4 cosas.

Hechos los deberes, es el momento cervecita....Segunda etapa finalizada.


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domingo, 1 de agosto de 2021

Etapa 1: San Sebastián - Bolibar (75km)

 Fiel a mi cita anual con el CAMINO DE SANTIAGO, emprendo una nueva aventura. El año pasado finalicé el Francés así que había que buscar nuevos horizontes. Con todos los días que había podido conseguir de vacaciones y por las maravillas que me habían hablado, opté por hacer el Camino del Norte.

Tenía muchas ganas de empezar, esta parte de España es espectacular y quería conocerla en primera persona. Sigue siendo un momento difícil en cuanto al COVID. El virus sigue presente y hay que tener cuidado, no obstante, creo que actuando con cabeza no hay ningún peligro en este tipo de vacaciones.

El primer contratiempo me lo encontré nada más empezar. Todos los albergues de Irún están cerrados por lo que decidí empezar desde San Sebastián. Era la mejor combinación desde mi ciudad, Zaragoza. Llegué un lunes por la tarde y me hospedé en el "Downtown River Hostel". Gran ambiente de gente joven pero sin apenas peregrinos.

Mientras dormíamos con las ventanas abiertas por normativa Covid, empecé a escuchar un ruido constante. Alzo la cabeza y....¡Está lloviendo! Menuda forma de empezar. Opto por no alargar la espera. Si me tengo que mojar, mejor cuanto antes. Me visto, ajusto mochila, zapatillas y salimos a disfrutar del paseo de la Concha. Al principio es solo "chirimiri" pero según vamos adentrándonos en el Monte Igeldo, la lluvia empieza a arreciar. Saco mi chubasquero amarillo pollo radioactivo y me cubro con él. Curiosamente me lo compré el año pasado en la "Maratón de San Sebastián".

¡Vistas de lujo!

La ruta no es nada sencilla. Un continuo sube y baja por los montes que rodean la costa. A eso le sumamos el agua y la incomodidad de ir envuelto en un plástico. Por lo menos, siempre corres con vistas al mar.

Vas pasando por varios pueblos costero. Al ir por el monte, siempre obtienes una bella panorámica antes de adentrarte en sus calles. Orio, Zarautz, Zumaia. Sus playas están desiertas debido al clima que nos acompaña. De momento me quedo sin baño....

Mi planificación de esta primera etapa, al verse alterada por el contratiempo de Irún, fue un poco improvisada. Me quedaré a dormir en Deba. Una hora antes de llegar empecé a ver unos carteles que no me gustaron un pelo. Decía así: -Albergue de Deba cerrado temporalmente -. ¡Ups! Pues nada, habrá que seguir hasta el siguiente lugar. Markina, a 16 kilómetros. No queda otra, como dijo Rajoy a Bárcenas.......¡Se fuerte!

Lo que no sabía es que íbamos a dejar la costa y nos metíamos de lleno en la montaña. Otro cartel informativo me alertó de ello. La cosa se pone sería. Parece una carrera de trail, solo me falta el dorsal. Tener cuidado con esta zona, son muchos kilómetros sin localidades ni fuentes. Al fin llego a Markina y el albergue público está cerrado. Llamo al otro albergue que hay y...... ¡Lleno!

¡Cuidado con lo que haces!

Por lo que parece, hoy la suerte no está de mi lado. Llamo al albergue del siguiente pueblo para asegurarme que hay plazas o sino me quedo a dormir en una marquesina, no puedo más. Por suerte, si que había hueco. Otro bonus track de 5 kilómetros más hasta llegar a Bolibar. Está vez más tranquilo porque se que va a tener un final feliz. Mi salvavidas fue el "Albergue Usandi". El dueño, impecable. Me dio por teléfono todas las contraseñas para entrar y que me fuera duchando. Luego se acercaría para cobrarme. Consigo que me hagan un bocadillo en el bar del pueblo ya que había acabado muy cansado y no me apetecía cocinar. 

En el albergue había una televisión gigante, perfecto para ver la Eurocopa. Una familia de Castellón (Con la que hago muy buenas migas, son también corredores), 3 extranjeros y 2 chicos jóvenes somos los privilegiados de ver el penalti fallado por Morata. España eliminada y yo a la cama.


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martes, 15 de junio de 2021

CAMPEONATO DE ESPAÑA 100KM EN RUTA

2021 está siendo muy complicado a nivel deportivo pero poco a poco vamos viendo la luz. En mi caso, durante los primeros meses del año siempre estoy inmerso en la preparación de alguna maratón. Siendo consciente que una prueba de asfalto de estas características era imposible que se celebrara, busqué otras alternativas. Dándole vueltas a la situación, al final opté por un objetivo mayúsculo: "Campeonato de España 100km en Ruta".

Entrenar un maratón es una ardua tarea. Son muchos días a la semana con entrenamientos bastante específicos. En el caso del ultrafondo, la preparación es diferente. Tendría que acumular un volumen mayor de kilómetros pero la intensidad sería mucho más moderada. Pensé que ante la incertidumbre de si se podría llevar a cabo o no la competición elegida, el preparar algo que no me supusiera un desgaste mental elevado, era lo apropiado. El año pasado me ocurrió justo esa sensación. A menos de un mes de participar en el Maratón de Zaragoza, empezó el confinamiento. Fue muy frustrante y no quería volver a pasar por eso.

Así que manos a la obra. Decidí empezar a prepararme en febrero. 5 días a la semana de entrenamiento con solo uno de ellos como trabajo específico. El resto estaría conformado por rodajes y tiradas largas con ritmos moderados. La fuerza la trabajaría con rutas por montaña y días de gimnasio. Iría aumentando los kilómetros según fueran avanzando las semanas. A priori, un plan de trabajo bastante llevadero.

Al principio todo era alegría...

Por supuesto, mi objetivo no solo iba a ser participar. Ya que me pongo, lo hago a lo grande. Iba a entrenar para conseguir el récord de Aragón (07:45:19). Mi punto de partida será hacer el kilómetro en 4:30, de esta manera pararía el cronómetro en 07:30:00. Visto así, parece que es un ritmo bastante cómodo, pero no nos engañemos, lo tendré que mantener durante 100 kilómetros.

Fueron 4 largos meses de preparación. Llegando a acumular hasta 160 kilómetros a la semana. Con la participación en la "Ultra sierra nevada" de por medio. Tenía bastante miedo a que mis piernas aguantaran tal volumen de carga pero por suerte  no sufrieron ningún percance. Lo rocambolesco es que el único problema muscular que tuve fue en el hombro. Solo fue un susto, ya que en todo momento estuve en manos de fisioterapia Zaragoza y se encargaron de solucionarlo.

Con todo esto que os cuento, llegó el día de la competición: 12 de Junio en Santander. Llegaba con la moral por las nubes. Los test que había hecho un mes antes (Probando también la alimentación en carrera) me habían salido genial. Sentía que estaba en un momento de forma formidable. Sin duda, es la mejor manera de afrontar un reto así. Si la confianza es plena, ya tienes mucho ganado.

La carrera se celebra en el Parque de las Llamas sobre un recorrido de 5 kilómetros que tendríamos que completar 20 veces. Tu mismo te puedes preparar tu propio avituallamiento y dejarlo en una mesa en la zona de meta. Como siempre, confié plenamente en el trabajo de Patricia Lambea, mi nutricionista. El menú se compondría de geles, hidratos en polvo, isotónico, agua y pastillas de sales. Toda una espiral de sensaciones para el paladar.

Son las 7 de la mañana y empieza la carrera. El cielo está encapotado y esto es una gran alegría. Sabía que tenía que tener la cabeza bien amueblada y no dejarme llevar por las emociones iniciales. A 4:30 es un ritmo bastante cómodo para mi. Es fácil caer en la tentación de ir más rápido. Iba bien mentalizado de no caer en esta trampa. Lo siento por mi club ANDANDAEH, ya se que no puse en practica nuestro lema "A fuego hasta reventar" pero la situación requería ser más prudente esta vez.

Aún con todo, marcaba ritmos de 4:25. Como la hormiguita en la fábula, iba guardándome 5 segunditos para cuando llegará el duro invierno. Me junté con un compañero las primeras vueltas. El marcaba el ritmo hasta que llegábamos al avituallamiento. Entonces se paraba y yo seguía hasta que me volvía a pillar. Así estuvimos en bucle durante bastantes kilómetros.

Me sentía en plenitud. Pasaban los minutos e incluso mejoraban las sensaciones. A cada paso de meta, megafonía iba informándome que subía puestos en la clasificación. Marqué mi mejor parcial en el ecuador de la carrera. A estas alturas ya me había quedado en solitario. Aunque parezca que este sistema de vueltas es como si fueras un hamster en una rueda, a mi me gustó. Estás constantemente cruzándote con corredores y lo hace más ameno.

Todo no podía ir tan bien. Me decía a mi mismo: - ¿Dónde está la trampa? -. Efectivamente, tardó en llegar pero ahí estaba. Sobre el kilómetro 70 empezó a caer un sol de justicia. Si a esto le sumas que no había ninguna sombra en todo el trazado, la trampa es mayor. Las sensaciones dieron un cambio radical. Mi gozo y ensoñación se transformaron en sufrimiento y realidad. Las cuestas que antes ni las percibía, ahora me parecían la subida al Moncayo. Los cambios de sentido se convertían en una thermomix para mis tobillos. En la parte del avituallamiento opté por caminar mientras bebía, esperando así recuperar fuerzas. Los ritmos por minuto bajaban drásticamente. 

De sufrir no te escapas

Por suerte, en este tipo de aventuras mis Pantojos siempre me acompañan. Sabía que cada 5 kilómetros iba a ver a mi familia desgañitándose. Sin duda, su presencia hizo que no me acabara de rendir nunca. El calor era extremo y todos los corredores estábamos pasando penurias. El tener un apoyo constante a tu lado es fundamental. De hecho, el punto de inflexión lo marco mi sobrino Asier. Sobre el kilómetro 90, al pasar a su lado decidí caminar un poco. Él, con la inocencia de su edad, sorprendido mi gritó: -¡Tío! ¿Qué haces? ¿Por qué te paras? -. No era consciente de que estaba exhausto y que si era una carrera, lógicamente, lo que tenía que hacer era correr. Tenía más razón que un santo. Me cambió la mentalidad y volví a resurgir.

Volví a subir el ritmo. Si os digo la verdad, no se de donde saqué la fuerza. Las cuentas matemáticas que hacía en mi cabeza para ver si iba a poder conseguir el récord de Aragón me parecían imposibles de realizar. Para ser sinceros, a estas alturas me costaba sumar 2 + 2. Dejé todos mis pronósticos para la última vuelta. Kilómetro 95 y ahora si que si, o me cae un meteorito encima o nadie me puede arrebatar conseguir mi objetivo.

Para darle más epicidad al momento, justo cuando iba a cruzar la meta, coincidía con el paso de Juan Romero. Un referente del deporte aragonés, gran persona y poseedor del récord durante varios años. Fue un momento mágico. Como si recogiera su testigo. Las nuevas generaciones. No se, a mi me pareció increíble. El destino me dijo él. 

Sensaciones Únicas

Paré el cronometro en 07:33:56 en octava posición. Acababa de conseguir mi objetivo, marcar la mejor marca aragonesa de la historia en esta modalidad. Ni en mis mejores sueños había imaginado algo así cuando empecé en el atletismo. Mientras escribo estas líneas sigo estando en una nube y eso que ya ha pasado tiempo para digerirlo. ¡Si la felicidad plena existe, debe parecerse mucho a los que siento!

Dar las GRACIAS a todo la gente que me ha acompañado en esta aventura. ¡Lo hemos conseguido! Esta victoria es parte vuestra, ya os iré invitando a unas cañas según os vaya viendo. Después de tanto trabajo, la celebración tiene que estar a la altura.

Empecé a correr en 2013 haciendo un tiempo de 55 minutos en una 10k y hoy me encuentro en mitad de un sueño, sin creérmelo aún, contándoos esta experiencia . No se muy bien como he llegado hasta aquí, lo que si que se, es quien es el autentico culpable de todo esto:

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 07:33:56
Clasificación general: 8

Participantes finalistas: 62


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domingo, 18 de abril de 2021

ULTRA SIERRA NEVADA (97,5km 5480 D+)

 Está siendo una época convulsa para todo el mundo. Llevamos meses difíciles pero poco a poco vamos viendo la luz al final del túnel. En el ámbito deportivo no es menos. Las competiciones se van abriendo paso y una de las pioneras en 2021 ha sido "Ultra Sierra Nevada". Por supuesto, debía y tenía que estar presente.

Después de varios cambios de fecha, se pudo celebrar el día 9 de abril. Era mucha la incertidumbre de todos los participantes. Cruzábamos los dedos para que la situación pandémica fuera benevolente y por suerte, así fue. Quería volver a sentir esa sensación de nerviosismo preparando la mochila. Revisando una y otra vez el material obligatorio. Haciendo tupper de comida como si no hubiera un mañana. Observando la previsión meteorológica. ¡Como lo echaba de menos!

Una vez todo listo, tocaba un largo viaje de 750 kilómetros conduciendo. Para no llegar tan cansado, decidí hacer el trayecto en 2 días, parando a dormir a mitad del camino. Otra cosa no, pero este fin de semana voy a coleccionar kilómetros para aburrir.

Llegué al mediodía a mi querida Granada. Comer, recoger dorsal, intentar descansar, cenar y al lío. La salida se hacía desde el centro de la ciudad a las 22:00. El protocolo COVID exigía una salida escalonada para mantener la distancia de seguridad y todos con las mascarilla puesta hasta salir de la zona céntrica. Unos minutos previos muy intensos con la animación de Depa y Chito, música distorsionada por las ganas y empieza la cuenta atrás.

Los primeros kilómetros por las calles de Granada son en continua subida. Opto por hacerlo trotando para ir ganando posiciones, ya tendremos tiempo durante toda la noche de andar. Cuando salimos al monte, toca encender el frontal. ¡Ya no me acordaba lo que era correr en la oscuridad!

Los primeros kilómetros van pasando rápido. Transcurren por sendas de tierra muy divertidas. Un continuo tobogán que no da descanso. Enseguida me doy cuenta que la luz que proyecto no es muy potente. Las pilas las había comprado hace unas horas en una gasolinera. ¿Será que mi frontal está estropeado de no usarlo durante tanto tiempo? Voy con mucha precaución y ayudándome con la iluminación de otros compañeros.

Sobre el kilómetro 20 está el segundo avituallamiento en Beas de Granada. Mi idea era cambiar las pilas pero entre bocadillos de pavo y plátanos, se me fue el santo al cielo. Proseguí con mi danza en la oscuridad. Cada vez veía menos. Además, mis tripas empezaban a darme guerra. Había estado consumiendo hidratos durante las horas previas a la carrera pero no se había efectuado ninguna salida. La teoría dice que todo la que entra, tiene que salir. No tenía otra opción. Me desvié del camino y efectué una parada en "boxes", esta vez en forma de olivo.

¡Por fin un dorsal!

Un contratiempo solucionado. Ahora tocaba arreglar el tema de la iluminación. Lo conseguí en Cortijo de Aguas Blancas, avituallamiento del kilómetro 35. Reemplazo de pilas y.....¡Se hizo la luz! Menudo cambio, ¿Cómo había estado durante 4 horas corriendo así? Insensatez es mi segundo nombre.

Empieza una nueva carrera. Soy otro corredor. Además, nos acompaña una noche espectacular. Estoy disfrutando como hace mucho no lo hacía. Pero ya se sabe, en una carrera de ultra distancia, en cualquier momento, todo puede cambiar. Empezó a gotear. No estaba seguro si iba a ser el preludio de una tormenta. Por pereza, decidí no ponerme el chubasquero. Era mejor mojarme que deshacer el Tetris que había tenido que hacer para meter todo en la mochila.

Por suerte, solo se quedó en 4 gotas pero según íbamos tomando altitud, hacia acto de presencia una densa niebla que te impedía ver más allá de 2 metros. Es más, diría que en alguna ocasión estaba inmerso en el interior de alguna nube. No se veía absolutamente nada. Como decían en La Historia Interminable, mi película favorita: - ¡Una extraña especie de nada lo destrozó todo! -.  Tenías 2 opciones, o enfocar al suelo en busca del sendero o hacia al frente, esperando ver las balizas. Entre una y otra se me hacia el tiempo eterno. Creía haberme perdido constantemente pero hoy el karma estaba conmigo y salí airoso de la situación. Según descendíamos, decíamos adiós a la NADA, me monté en mi Ártax particular y a seguir con la aventura.,

En el kilómetro 62 ( Pinos de Genil) estaba la bolsa de vida. A este punto, llegamos pasadas las 8 horas. Aún seguía siendo de noches. Tantas horas nocturnas acaban minando la moral. La solución para evitar la negatividad viene en forma de macarrones. Algo calentito que echar al cuerpo siempre viene bien. Entre "ganchada y ganchada" me voy cambiando de ropa. Ahora, mientras escribo estas líneas me doy cuenta de lo ansias que soy. Me tomaba el avituallamiento como si me fuera la vida en ello, en vez de relajarme y hacer las cosas con pausa. Será mi forma de disfrutar.....

Cuando salgo de esta localidad, se que la verdadera carrera empieza ahora. Un continuo ascenso hasta la meta. ¡Empieza la guerra! El primer tramo transcurre por una especie de infraestructura abandonada. Un acueducto que parece colosal. Hubiera sido genial haberlo disfrutado de día. Iba siguiendo a un compañero mientras pasábamos por estrechos túneles. Uno de ellos estaba lleno de basura. El que me predecía juró: - ¡Vaya, ya lo habían podido limpiar! -. A mi me pareció raro que estuviera así. Razón no me faltaba, nos habíamos perdido. Sin querer, habíamos seguido rectos, embelesados por los pasillos de hormigón. Tocaba retroceder y volver al cauce correcto. Resultado: 1 kilómetro de propina.

Una vez reorientados, tocaba subir. Poco a poco se iba abriendo paso el sol. Es una sensación increíble. Todos los males se evaporan, las fuerzas vuelven a florecer. Además, podemos empezar a disfrutar de las vistas que nos rodean. Un imponente embalse para hacer la delicia de los corredores. 

Sigo a rueda del compañero creyendo que estaba llevando un buen ritmo y que yo no puedo ir más rápido pero en un momento dado se paró en seco y me dijo: -¡Anda, pasa y dale duro! -. No se si fueron sus palabras o que me había acomodado a un ritmo por debajo del que podía llevar pero me sentí super fuerte. Como si me hubiera comido unas habichuelas mágicas de Dragon Ball. 

A partir de aquí todo fue poderío físico. Iba pasando corredores. Corriendo cada vez que el terreno lo permitía. Además, ahora el recorrido era unos senderos en forma de zeta que tanto me gusta. Son más largos pero menos exigentes. me recuerdan a las típicas subidas del Tour de Francia. Por lo visto, no todo el mundo piensa igual. Un corredor decidió hacer todo el recorrido recto, acortando sin ningún pudor. No se que consigue haciendo eso, solo se engaña a si mismo. No es mi guerra, yo sigo a lo mío. Martillo pilón.

En el 86 llegamos a Pradollano, la estación de esquí. Aquí llega la guinda al pastel. Quedan 10 kilómetros. Hacer cumbre en la Veleta y volver a bajar. Todo esto acompañado de nieve. Los voluntarios nos indican que hará mucho frío así que decido ponerme la térmica de manga larga. En cuanto vamos a empezar el tramo con nieve, toca ponerse los crampones. La primera vez que los utilizo, no se como irá la cosa....

Empiezo a subir y no parece tan difícil, agarran de maravilla, dan mucha sujeción y eso que yo no uso bastones. Nos quedan 1000 D+ en apenas 5 kilómetros. Toda la fuerza que tenía, la voy perdiendo a cada paso. Se me hace interminable. para más inri, el calor es sofocante y me estoy cociendo. ¡Maldita térmica!

En el horizonte solo se ve nieve y más nieve. Vas siguiendo el sendero de pisadas de los anteriores corredores pero no se atisba el final. El recorrido formado por varias curvas impide verlo. Aumenta así la dureza. En estos momentos mi fortaleza mental es la que se tambalea. Lo único que me consigue seguir tirando para adelante son los ánimos de los esquiadores y la gente que sobrevuela sobre nosotros en el telesilla.

Al final, después de mucho deambular como en la película "Viven", veo el Veleta y la zona de avituallamiento ,situada un poco más abajo. Subimos a 3100 metros de altura, la mayor de todas las carreras organizadas en la península. Ya solo queda bajar aunque viendo lo que he sufrido, me espero lo peor.

Bajamos paralelos a la pista de esquí, por un lateral para no molestar a los que están practicando dicho deporte. Empiezo con miedo, ya sabéis, las bajadas no son lo mío. Después de unos metros titubeantes, le pillo el tranquillo y empiezo a descender cual jabalí sin frenos. ¡Menuda gozada! estoy disfrutando como un niño, incluso haciendo carreras con los esquiadores. Ya se me ha olvidado el sufrimiento anterior, no quiero que acabe.

Después de unos minutos gloriosos, volvemos a poner pie en tierra firme y directos a la meta. Me quito los crampones, los alzo al aire como si de una ofrenda se tratase y cruzo el arco eufórico. Primera carrera del año finalizada y en un marco incomparable. Para el cronómetro en 15:39, mejorando mis previsiones iniciales.

Ha sido una carrera espectacular. Para mi gusto, demasiadas horas de noche pero por lo demás, perfecto. Protocolo COVID impecable. Con público ya habría sido otro nivel. Me siento muy orgulloso de mi rendimiento siendo que no estoy preparando montaña y con fuerzas renovadas para afrontar los que nos queda de temporada.

Ahora queda centrarse en el Campeonato de 100k en Ruta de Santander. ¡Que no pare la fiesta de kilómetros!

!Va por ti PRIMO! 

Tiempo: 15:39:34
Clasificación general: 46

Participantes: 450

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lunes, 1 de febrero de 2021

ETRAIL ZARAGOZA (JUSLIBOL 12km 500 D+)

 Empieza un nuevo año pero nada ha cambiado. Seguimos inmersos en la era COVID y con ello, la desaparición de competiciones presenciales a nivel amateur. Para los amantes del atletismo solo nos queda las carreras virtuales. La temporada pasada ETRAIL ZARAGOZA nos alegró un poco la vida dándonos la opción de competir y este año, visto la buena acogida, vuelven a repetir. Varias carreras por toda la provincia de Zaragoza con diferente dificultad. Un gran abanico de diversión. ¡A que esperas y empieza a disfrutar!

Para los habitantes de Zaragoza, al estar confinados perimetralmente, solo podemos optar a Juslibol. Al tratarse de un barrio rural, podemos participar. Las demás, de momento tendremos que esperar.

Es un recorrido de 12 kilómetros y 500 desnivel positivo. Si vienes en coche, la mejor opción es aparcar en el campo de fútbol. ¿Empezamos?

Hay que estar muy atentos al recorrido. La salida y la llegada se encuentran cerca por lo que debemos tenerlo claro y no equivocarnos a la primera de cambio. Saldremos directamente cuesta arriba y campo a través. Enseguida unos repetidores, las famosas Antenas. El primer "calentón" pero no se te ocurra andar, aún estamos frescos.

No te vas a aburrir

En cuanto llegamos al final de la cuesta, nos arrimamos a la derecha, paralelos a una valla. No la abandonaremos hasta la primera bajada seria. Ten precaución porque es muy empinada y resbaladiza, no querrás acabar en el suelo.

Cambiamos la valla por una verja militar. Si estás corriendo y empiezas a oír disparos, explosiones y demás sonidos que harían temblar al mismísimo Hulk Hogan, no te asustes, nuestros vecinos de camuflaje estarán de maniobras. Es una vergüenza que tengan tantas hectáreas y los civiles dispongamos de un pequeño espacio. Pero bueno, eso es otro debate....

Todo este tramo es muy corrible. Aprovecha a ganar tiempo al cronometro. Cuando nos acercamos al Castillo de Miranda toparemos con otra de las partes difíciles de la carrera. Varias bifurcaciones que nos harán dudar. Mi consejo, estudiártelo bien el día de antes. Yo lo que suelo hacer es inventarme una mini canción con todos los cruces de caminos. Hoy sería así: - ¡Derecha, izquierda, derecha, derecha. izquierda! -. La tarareas durante todo el día anterior y ya no te la podrás sacar de la cabeza.

En uno de estos recovecos, los creadores del recorrido han tenido un detalle con los que nos gusta posturear. Pasarás por el mirador del Castillo de Miranda. Ideal para hacerte un selfi y así aprovechar para descansar.

El postureo me puede

Ahora nos tocará un tramo de escaleras. Tendremos que bajar 200 escalones para desembocar en los Galachos. Es un recorrido pequeño y no hace falta agua pero si necesitas beber puedes tomar un pequeño desvío hasta el centro de interpretación, ahí encontrarás una fuente.

Dándole la vuelta al dicho, todo lo que baja tiene que subir. Iremos paralelos a una gran pared de piedra y enseguida tendremos una corta pero dura subida. Aprieta los dientes y tira de cuádriceps. Ahora tendremos casi 3 kilómetros con sus 3 pechugazos. Son pequeños pero a más de uno se le atragantarán. Más vale que los mastiques bien.

Ya queda poco, aguanta. Salimos a un pista pero enseguida nos toca volver a subir. Quizá sea el tramo más técnico. Para cuidado. Al llegar arriba, prácticamente está todo el trabajo hecho. Nos desviaremos por un descenso culebreante hasta parar en Juslibol. Solo lo veremos de reojo. Desvío a la izquierda por lo que parece que es un barranco pero....¡NO! Evita equivocarte y sube por la zona rocosa.

Tic, tac, tic, tac, ya llegas al final. Espera a salir a la pista y déjate llevar. No te desvíes de ella hasta llegar a la meta. Prohibido no acelerar en esta parte.

Gran recorrido que se han marcado mis colegas de fatigas Sergio y Cristian. Visto el poco espacio que disponemos los corredores en Juslibol, es muy difícil hacer una ruta que no acabe pareciéndose a un laberinto pero ellos lo han conseguido.

Va a ser muy divertido ver todo el movimiento de posiciones que va a tener la clasificación estos días. Los zaragozanos lo vamos a quemar. Cuando abran las fronteras, espero que otros muchos vengan a conocer la zona.

El juego empieza en 3  2  1 ¡A FUEGO! 

Toda la información sobre la competición en el siguiente enlace:

https://rankingetrailzaragoza.wordpress.com/



sábado, 23 de enero de 2021

ETAPA 6: ARZÚA - SANTIAGO DE COMPOSTELA (40km)

 Último día. Mi aventura llega a su fin. Ha sido una semana muy intensa, con momentos buenos y otros peligrosamente malos. Hubo bastante incertidumbre y dudas sobre la consecución del reto. No estaba seguro de llegar al día de hoy pero una vez más, el cuerpo me ha vuelto a sorprender. ¡Casi lo he conseguido!

El planteamiento inicial era dividir las etapas en un kilometraje equitativo. Por circunstancias varias, lo he ido modificando sobre la marcha y al final decidí dejarme este último día como el menos exigente. Será una jornada tranquila, donde disfrutar de mis últimas horas en el Camino. Recordar todo lo vivido e intentar almacenarlo en mi memoria, aunque eso es fácil. Son recuerdos difíciles de olvidar.

Una vez empezamos el trayecto, nos adentramos en una bajada arbolada repleta de peregrinos. Al principio de cada jornada me suelo encontrar muchos. Mientras los voy adelantando, nos deseamos buen camino mutuamente. Llevamos 300 kilómetros en las piernas pero hoy me siento más liviano que nunca. El cuerpo me pide correr. ¿Habré llegado al punto sin retorno de Forrest Gump? ¿Podré dejar de correr al llegar a Santiago?

Cuando pasamos por la localidad de A Calle me encuentro con uno de los bares más llamativos que he visto. Casa Tía Dolores se hace llamar y la decoración de su terraza consiste en miles y miles de botellas de cristal con mensajes de peregrinos. Es una pena no poder dejar el mío. El ser tan madrugador me ha arrebatado mi momento zen. La Tía Dolores aún no había abierto.

Pequeños regalos del Camino

Sin darme cuenta llego al mojón de 21 kilómetros. Solo me queda una Media Maratón. Quien me iba a decir a mi, cuando fotografíe el primero que me encontré, con una cifra que asustaba nada más leerla, que 5 días después iba a estar en esta situación...tan feliz.

Embargado por la felicidad y el despiste, me paso O Pedrouzo. En esta localidad tenía pensado sellar. No pasa nada, ya lo haré más adelante. Lo que no me puedo olvidar es de reponer fuerzas. Llevamos la mitad de la etapa y aunque sea el último día, la alimentación debe seguir siendo igual de importante. Lo malo, es que mis existencias son escasas. Me tengo que conformar con un mendrugo de pan. 

Mientras saboreaba tal manjar cruzando un denso bosque me encontré con mis amigos los "bicigrinos". Hemos ido toda la semana como Tom & Jerry. Ahora te pillo yo, ahora me pillas tu. Nos ponemos al día y nos instamos a vernos ya en la plaza del Obradoiro. Pasan unos pocos minutos y ahora soy yo el que les pillo. Han pinchado. Percances del camino. Lo juro que no he sido yo.

¡Ya no queda nada!

Van pasando los kilómetros y se empieza a divisar la meta a lo lejos. Llego al Monte do Gozo. Un parque donde descansar y contemplar las vistas. Ya se saborea la llegada. Me recuerda la sensación de una carrera de ultra distancia. En cuanto empiezas a ver los edificios donde está el final, sientes una liberación increíble. En la carrera sería el momento ideal para acelerar y exprimirte del todo. Hoy no. Hoy toca disfrutar de la entrada a Santiago y ser consciente de todo lo que has dejado atrás hasta llegar aquí.

En la rotonda final antes de entrar en las calle vuelvo a pillar a los "bicigrinos". Otra vez han pinchado. No lo habían hecho en los 300 kilómetros anteriores y hoy, dos veces. Caprichos del destino. Está pequeña circunstancia ha provocado que al final llegará yo antes. Emulando a un programa de televisión: "Hoy en CAMINO DE SANTIAGO, el hombre ha vencido a la maquina".

Llego a la plaza del Obradoiro y la liberación es total. Una sensación increíble. Te sientes tan diminuto al lado de la Catedral pero a la vez tan grande por la gesta que acabas de lograr. Por fin lo he conseguido. Han pasado 5 años desde que empecé mi primera etapa. Poco a poco, cuando sacaba una semana de vacaciones, hacia un pequeño tramo. Cada vez me enganchaba más y soñaba con el momento que ahora acabo de vivir.

Prueba Superada


Ahora toca disfrutar. Voy a por mi merecida Compostelana, al hostal a asearme y de cabeza al casco viejo. Todo el mundo me ha hablado maravillas de esta ciudad, pienso exprimirla lo máximo posible.

Esta experiencia ha sido una de las mejores de mi vida. No solo deportiva. Va mucho más allá y cualquiera que ha emprendido el Camino alguna vez, sabe de lo que hablo. Son muchas las voces, los más puritanos, que critican mi forma de hacerlo. Suelen caer en una inequívoca opinión de que CORRIENDO no se disfruta. Los comentarios más escuchados: - El Camino se hace andando para saborear cada momento o no es una competición, haciéndolo así pierde toda su esencia -. Evidentemente, están equivocados. Mi forma de disfrutar es llevarlo a cabo como más me gusta. Yo disfruto corriendo, por ende, disfruto haciéndolo así. Lo saboreo todo mucho mejor y me siento más completo. Seguramente, andando no me llenaría tanto. ¡Cada forma es totalmente valida!

Mi aventura se acaba aquí pero seguro que nos volvemos a encontrar. Ya estoy tramando cosas nuevas. Ésta relación no ha terminado.....acaba de empezar. ¡BUEN CAMINO!


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