Una carrera de estas circunstancias, tan lejos de casa, después de un viaje muy largo, con cambio brusco de temperatura, solo se puede enfocar de una manera: DISFRUTAR. Evidentemente, eso sería lo razonable pero en el interior de todo corredor siempre está presente ese sentimiento de competir y dar lo máximo. La ilógica lógica del "runner".
Llegué a la ciudad de la Habana el viernes por la noche junto a otros dos enamorados de este país, mi padre y mi tío, entrenadores eventuales. La recogida del dorsal para los extranjeros es en el Hotel Nacional. Ahí mismo te dan la medalla. Yo no soy partidario de que te la den antes. El único que se lo merece es aquel que llega a meta.
Que "Gozadera" correr en la Habana |
Los corredores nacionales deben acudir al Coliseo de la Ciudad Deportiva. En su caso, la participación es gratuita, fomentando una gran fiesta del deporte con cerca de 6000 participantes. Además, los alumnos finalistas tendrán la asignatura de educación física convalidada.
La salida era a las 7 de la mañana para evitar lo máximo posible las horas de más calor. Como si fuera mi primer maratón, me levanté lleno de nervios y con una sonrisa de oreja a oreja. Mi desayuno consistió en pan con jamón adquirido el día anterior en una de las múltiples "ventanitas" que inundan las calles. Todo aquel que ha visitado Cuba sabe de lo que hablo.
Me dirigí a la salida donde ya reinaba la multitud. Había modalidades de 5, 10, 21, 42 y discapacitados. 20 minutos antes, los cajones de salida ya estaban abarrotados. No había ningún control. Me ubiqué lo más adelante posible pero no se podía avanzar más. En ese momento, la megafonía anunció la presencia de un invitado muy especial: WILL SMITH. Me giré y ahí estaba él, rodeado de guardaespaldas pero muy cercano a la gente. ¡Siempre podré decir que gané al Príncipe de Bel Air!
Will Smith en plena crisis |
El recorrido eran 2 vueltas por el centro de la Habana, recorriendo zonas tan míticas como el Capitolio, la plaza de la Revolución o el Malecón. Mi estrategia era ir a ritmo de 3 horas. La salida, al estar tan retrasado, consistió en ir adelantando a multitud de personas. La variedad era ilimitada. Desde niños hasta personas ancianas andando. Lo que más me llamó la atención era la cantidad de gente que iba abrigada cuando yo estaba "acalorado perdido". Me dijeron que estábamos en mitad de una ola de frío. Por mas que busqué, no la encontré.
Los kilómetros iban pasando y me encontraba muy bien aunque el calor era ya significativo y no eran ni las 8 de la mañana. El Malecón lleno de gente pescando, la algarabía de las calles, los edificios. Estaba en modo turista, fotografiando con la mirada todos los rincones posibles. En su contra, he de decir que no había mucha afición por las calles. Creía que los cubanos iban a ser más pasionales y transmitirnos a los corredores toda su energía pero no fue así. Lo más ruidosos, los turistas españoles y australianos.
Los primeros 21 km los compartí con una corredora, Liuris Figueredo, iba con libre así que supuse que sería una buena referencia. Pasé el ecuador de la carrera en los tiempos previstos. A partir de ahora nos quedábamos solos los valientes del maratón. Como en muchas otras carreras, era hora de correr en solitario y donde la cabeza pasa a tener un papel protagonista.
Una vez me adentré en el Malecón por segunda vez, apareció el "Pajarón del Siglo". El calor era agobiante, mi cuerpo no paraba de sudar y la corredora se alejaba cada vez más. La deshidratación se unió a mi ritmo de carrera, haciéndome parar y andar. Por suerte, los avituallamientos son abundantes. A los lejos divisaba uno. Me hidraté por dentro y por fuera y proseguí mi calvario. A estas alturas, la estrategia había cambiado dramáticamente. Opté por bajar el ritmo a 5 minutos el kilómetro e intentar no andar. Ir a un ritmo lento pero constante.
Hay que avisar que este maratón, pese a lo que se pueda pensar, no es para nada llano. Salvo la zona que bordea el mar, el resto son calles bastante irregulares. Te encontrarás con subidas que romperan cualquier ritmo posible y bajadas para poder recuperar. Un sube y baja de sensaciones. Tus piernas tardaran en perdonarte.
La RECUPERACIÓN es vital |
Por el kilómetro 35, a la altura de la plaza de la Revolución, aupado por la presencia de Ernesto y Camilo, volvieron a resurgir las fuerzas. Adopté un ritmo más alegre mientras iba adelantando corredores caídos en batalla. Como podéis imaginar, los abandonos son abundantes y el Señor del Mazo tiene bastante trabajo extra. Su día es como nochebuena para Papa Noel. Si decides venir, enfoca la carrera de una forma conservadora y sobretodo, no pienses en hacer mejor marca personal.
Llegué al Capitolio desfondado y empapado. Vacío pero inmensamente feliz. El tiempo final (03:18:30) deportivamente hablando es un fracaso. Planteé mal la carrera. Subestimé la climatología. Si hubiera hecho la primera parte de la carrera más lenta, el tiempo final sería mejor, incluso habría evitado la pájara. Ya tengo excusa para volver en 2019.
La parte emocional ha sido increíble. Correr por las calles de la Habana es muy emocionante. Quizás, la pega más grande es la ausencia de público, sobretodo en la llegada a meta, muy desangelada. Contrasta la gran participación de corredores con el escaso animo por parte de la ciudadanía.
Todo lo demás es para NO olvidar. Me quedé una semana visitando todo lo que pude. Desde el maravilloso paisaje que rodea a la provincia de Pinar del Río, con playas paradisíacas incluidas. Pasando por Trinidad, la majestuosa villa colonial y acabando en la localidad de Santa Clara, donde se forjó una de las batallas claves de la Revolución por parte de Ernesto Che Guevara. Todo esto en compañía de mi padre. El fue el que me transmitió el amor por esta tierra. Sin duda, era el compañero perfecto para llevar a cabo esta aventura y vivirla juntos. ¡Hasta la victoria siempre!
!Va por ti PRIMO!
Tiempo: 03:18:30
Clasificación general: 18
Participantes que acabaron: 239
BANDA SONORA DE LA CARRERA
RECOMENDACIONES
- Donde cenar: Como he dicho antes, soy fan de las famosas "ventanitas" callejeras. La otra opción es ir a los paladares. En este caso, del que más grato recuerdo guardo es PEPO'S en la ciudad de Viñales. Comida criolla a muy buen precio.
- Donde dormir: Hostal Corona. Situado en pleno centro de la Habana. Sin duda, uno de los mejores recuerdos que me llevo. Tanto la dueña Barbara como su hija son unas perfectas anfitrionas.
- Que visitar: No me puedo quedar con solo una cosa. Playas paradisíacas como Cayo Jutías. El mausoleo del Che para aprender historia. Paseos por las calles de Trinidad y visitar su casa de la música. Haya donde vayas, disfrutarás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario