Amanece un nuevo día. A priori parece que va a ser más llevadero aunque el monte va a seguir presente. Enseguida nos adentramos en él y me encuentro con una zona fabulosa. Unas escaleras en mitad de la maleza. Completamente mimetizadas. Su bajada ayuda a sobrellevar el desnivel negativo.
Las piernas van bien de momento aunque en un pie empiezo a notar la manifestación de las temidas ampollas. No suelo tener muchos problemas en este aspecto pero después de la dura y húmeda jornada de ayer, todo es posible.
Sin darme cuenta llego a Gernika, gran símbolo de la Guerra Civil y victima del primer ataque aéreo indiscriminado contra un población indefensa y su población civil, plasmado en el famoso cuadro de Picasso. Mi idea era hacer un poco de turismo por sus calles pero empezó a llover. Me debato entre esperar a que escampe o seguir con la ruta.
Viendo el percal, me enfundo mi chubasquero de asesino de "Se lo que hicisteis el último verano" y prosigo. Nunca se sabe, puede llover 10 minutos o todo el día. Parece que hoy me va a tocar la segunda opción. El agua cada vez es más abundante. Si a esto le sumamos que estamos en el interior del monte y lleno de barro, la situación se pone divertida....
¡Menudas casitas se ven! |
Pasan las horas y no para. Te va minando la moral. Solo ves la parte negativa. - ¡Que coño hago aquí! - me pregunto. Me voy a tumbarme a la playa que estaré mejor.
Menos mal que mientras divago bajo la lluvia, me voy aprovisionando de lo que la tierra vasca me ofrece: Peras, manzanas y hasta un fruto que no se lo que era. Solo puedo decir que era más ácido que el humor de Pedro Reyes. También ayuda mucho la compañía de los tremendos caseríos que vas encontrándote. Hermosas y floridas fachadas para deleite de los peregrinos.
Llego a Goikoelezalde y las nubes por fin dejan de trabajar. Me quito el odiado chubasquero y toca volver a correr hasta Zamudio. Lo malo es que las piernas ya no van. Cuando la cabeza falla, irremediablemente las piernas desconectan.
Haciendo Gemelo |
Ya que no hice los deberes en su día. No me estudié el recorrido por lo que cada vez que llego a una población, me informo de las rutas a través de sus paneles informativos. En Zamudio me dicen que solo me separa un monte de Bilbao, para ser más concretos, el Monte Avril.
¡Menuda subidita! Hasta los caracoles me adelantan. Por fin llego a la cima y ya solo queda dejarse llevar hasta entrar en las primeras calles de la capital vizcaína. Busco el albergue más cercano pero para variar, está lleno. Me dirijo a mi segunda opción: Quartier Hostel. Un gran edificio de 4 plantas pero sin posibilidad de lavar y tender la ropa así que tengo que ir a una lavandería. ¡Con lo que me gusta el momento campamentos con mi jabón Lagarto! Además, me fastidia bastante tener que pagar 6 euros para lavar 4 cosas.
Hechos los deberes, es el momento cervecita....Segunda etapa finalizada.