Amanece un nuevo día en el Camino. Me junto con Alejandro para desayunar. El pobre lleva el tobillo como una pelota de tenis, se debate entre seguir o volverse a casa. Es muy duro planificar una aventura con tanta dedicación y que a las primeras de cambio, se trunque de la manera más injusta. ¡Espero que tu elección haya sido la correcta y GRACIAS por los tapones, mi cuerpo te lo agradecerá! Me despido y emprendo una dura etapa, 33 kilómetros por delante me esperan.
Ha salido un día muy fresco y con bastante aire. Personalmente hubiera preferido algo de sol pero seguro que mi delicada piel lo habrá agradecido. Toca abrigarse con el cortavientos que hasta el momento aún no lo había tenido que usar.
Voy adelantando peregrinos, caras conocidas, ya me conocen todos como "el loco que va corriendo". Sobre el kilómetro 9 entramos en la provincia de Burgos, ahora entiendo el cambio de temperatura que nos va a acompañar durante todo lo que queda de aventura.
Entrada a Burgos |
Aquí las piernas ya empiezan a pesar, junto al viento que inexplicablemente siempre te va a ir de cara, hacen el recorrido más duro de lo que en verdad es. Una vez llegados a Espinosa, solo quedan 3 kilómetros pero tomatelos con calma que antes de divisar la meta te espera un buen repecho.
Salida de Belorado |
Paso la tarde junto a Pilar, aquella veterana peregrina de la leyenda de la fuente salada que me topé el día anterior, que me sigue ilustrando con sus historias y anécdotas. También coincido con un compañero valenciano con el que intentamos cambiar el mundo mientras tomamos la fresca y un compatriota oscense que su camiseta de la Ruta de los 12 Castillos de "Os Andarines d'Aragón" le delata.
Hoy hay que intentar descansar lo mejor posible. Mañana nos esperan 38 kilómetros hasta la capital burgalesa. Además, nos metemos en zona de monte, donde tanto espero disfrutar. Nos ha llovido gran parte de la tarde por lo que se espera una noche fresquita, pediremos una manta y junto a los tapones del oído, promete ser una noche muy plácida.