miércoles, 6 de abril de 2022

XV MARATÓN DE ZARAGOZA

Hace 2 años, justo cuando me encontraba en mi mejor estado de forma, nos sorprendió la pandemia y todo lo que supuso. Se paralizó todas las competiciones deportivas y con ello, muchas ilusiones. Las mías estaban depositadas en la Maratón de Zaragoza. Ahora, una vez que nos vamos acercando a la normalidad  y vuelve a retomar la carrera, era hora de quitarse la espinita. 

Este año, como aliciente, también es Campeonato de España Absoluto y Máster. Una ocasión ideal para codearse con grandes atletas y disfrutar de una ambiente no antes visto en la capital aragonesa. El ganador, si hace la mínima, consigue billete directo para el Europeo por lo que vendrán muchos aspirantes a hacerse con esa plaza.

En mi caso, las sensaciones eran bastante contradictorias. Tenía muchas ganas de participar y hacer un buen papel. Por el contrario, la pandemia me había disipado un poco la vena competitiva. No sentía esas "mariposas" que te hacen querer entrenar duro y ya sabemos que sin esfuerzo y disciplina, la maratón no perdona. Empezamos tarde la planificación por un imprevisto navideño en forma de Covid. Si a esto le sumamos mi talón de Aquiles.....¡Volvieron a abrir los bares! El estado de forma en que llegué no era de lo más halagüeño.

Gracias a esos kilos de más y la falta de kilómetros en mis piernas, la presión que sentía era mínima. Mi entrenador ya me lo ratificó: - No te preocupes, tu disfruta. No estás preparado para los ritmos que queremos pero tu sal para hacer 2:40 y si petas, que te quiten lo "bailao", ya tendremos tiempo de prepararla mejor en un futuro -.

¡Como un tranvía! Foto de "Frutocfotos"

Pues nada, yo soy un mandado y así me lo planteé. La mañana salió muy fría, con los termómetros marcando 0 grados y con mucho cierzo por lo que la sensación térmica era mucho menos. Me vestí y encima me puse el pijama. No sonará "cool" pero es muy efectivo. Al participar en el Campeonato de España, nos llamaron al cajón bastante antes de empezar por lo que ahí nos concentramos todos los atletas en el cajón de salida como si fuéramos las reses antes del pistoletazo del jueves "la Saca". Carrera continua y saltitos para entrar en calor y cuando quedaban 5 minutos me despojo del pijama y a colocarse a la línea de salida.

En esta edición había bastantes atletas africanos, por lo que el espectáculo no iba a faltar. Salida muy multitudinaria para lo que estamos acostumbrados en Zaragoza. Enseguida se pone un ritmo endiablado y para mayor satisfacción, hay muchos atletas para poder ponerte en una grupeta. En otras ediciones, ya corres en solitario casi desde el principio.

Fiel a los ritmos que me marcó Fernando, me uno a un grupo bastante numeroso en donde estamos varios compañeros de fatigas, entre ellos, Jorge y Nélson.  En este grupo también se sitúan las primeras féminas españolas. Se presupone que es un buen lugar donde situarse. Además, con las rachas de viento que hay, se agradece ir acompañado.     

Cuando nos adentramos en las largas avenidas del barrio de la Almozara voy notando que me cuesta seguir el ritmo. Voy haciendo la goma. En todas las competiciones me cuesta entrar en calor, debo ser de combustión lenta. Me siento como aquel rinoceronte que sufre para seguir la estampida en "Jumanji".

A la entrada de la Expo, coincidiendo con los cambios de dirección que hay en esta parte del recorrido, veo como se van alejando los compañeros. El gran grupo se rompe en dos. Yo me quedo en uno minúsculo donde apenas somos 6 e incluso empiezo  a descolgarme también. ¡DANGER!

¡Menudos 3 monumentos! 

Analizando la situación y viendo que no estamos ni en el kilómetro 10, me digo a mi mismo: - Tricas, como te quedes solo, apaga y vámonos -. Me tomo un gel y acelero para no perder la estela de mis compañeros. ¿Un buen sofocón? Si, pero era necesario.

Una vez dentro del grupo me siento querido, arropado y mis fuerzas se reestablecen. Me empiezo a sentir bien. Mi respiración se nivela. Esto marcha...

Cuando llegamos al avituallamiento del kilómetro 15, me hidrato y un inesperado arrebato me invade. No se explicar el porqué pero decido acelerar y dejar mi querido grupo atrás. Quizás sea porque estamos corriendo sobre las vías del tranvía. ¿Será que estoy como un tren y he sentido una conexión especial?

Todo el trabajo realizado anteriormente para volver a quedarme solo. En mitad de la nada. Lo malo es que ha sido cosa mía. Me debato en aminorar la marcha pero ya es tarde. ¡No puedo parar! El grupo que me precede lo veo pero está bastante alejado y ya he gastado el número de sofocos por hoy. 

Los kilómetros van pasando en solitario pero a un ritmo constante (3:47). El plan está funcionando a la perfección. Cuando sobrepasamos el puente de Hierro empiezo a ver carteles y pompones. Ya están ahí mi familia y amigos. Empiezan a gritar y eso contagia al resto de personas, que se unen al bullicio. Parece que han visto a Brad Pitt. Me siento una estrella. Ya me lo dijo un compañero al finalizar: - ¡Vaya familia tienes, son puro espectáculo!

En el kilómetro 27, encarando la calle San Vicente de Paul, empiezo a notar que el engranaje ya no funciona tan bien. A partir de ahora comienza el tramo más complicado de la carrera hasta desembocar en el Parque Grande. Desniveles algo positivos en donde las piernas sufren y la mente divaga. No ayuda nada el ir en solitario. Solo me acompaña el cierzo y no es el mejor colega que uno quiere tener.

Cuando se me empieza a desencajar la mandíbula es indicio de que algo va mal. Toca apretar los dientes e ir pensando que ya queda poco. La llegada al paseo Cuellar es como una patada en las...sensaciones. Veo que el público nos mira con pena. El ritmo cae drásticamente. 

Dándolo todo

Nos adentramos en el parque José Antonio Labordeta. El lugar de entrenamiento de muchos zaragozanos. Empiezo a escuchar pisadas. ¡Seres humanos a la vista! Me pillan 4 compañeros y me agarro a ellos como si fuera el quinto elemento. Se que nos queda un último repecho traicionero y ya será todo tramo favorable hasta el final. De tanto apretar dientes me voy a quedar sin esmalte.

Kilómetro 37 y bajamos hacia la meta. Ahora empieza el sálvese quien pueda. Pongo a funcionar la maquina como si fuera una rave de Pocholo, ya sabéis: -¡Chiqui pum, chiqui pum! -. Acelero a todo lo que dan mis piernas hasta llegar a la calle Don Jaime donde consigo enlazar con Elena García, la segunda clasificada. Curva a la derecha y entrada en meta en 02:43:02.

No es mi mejor tiempo pero no es para nada un mal resultado. Ya me dijo Fernando, mi entrenador. No estaba para MMP pero si para bajar de 2:45. Que ojo tiene. Al ir sin ninguna presión he disfrutado muchísimo. El día no acompañó pero los ánimos de tanta gente conocida lo compensaba. Es una gozada correr en casa y.....¡He participado por primera vez en un Campeonato de España de Maratón!

Esta carrera me ha servido para darme cuenta que pese a llevar una mala preparación, sigo teniendo piernas para hacer grandes cosas. Es un estimulo para preparar las siguientes competiciones. Ha vuelto a reavivar mi gen competitivo para ser más constante en el día a día. Volveré a la nutricionista, a entrenar más fuerte y salir de fiesta, lo que es salir, no lo voy a dejar pero lo intentaremos moderar. Palabrita del niño Jesús.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 02:43:02
Clasificación general: 35

Clasificación de mi categoría: 7

                                               BANDA SONORA DE LA CARRERA







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