Seguimos apurando todas las opciones que nos da el reducido calendario. Cada día se suspenden pruebas tanto de atletismo como de trail. Es muy difícil encontrar alguna superviviente, por eso, cuando das con una, te tiras de cabeza hacia ella. No importa la distancia ni la fecha. Mi siguiente destino es Zamora y la culpable: Ultra Sanabria.
Hay varias distancias y modalidades pero yo, como dice mi Club Andandaeh, siempre a la larga. Mi carrera consiste en 3 etapas:
- Viernes: 34,7 km 2150 D+
- Sábado: 43 km 2220 D+
- Domingo: 32,5 km 1640 D+
El centro neurálgico es en San Martín de Castañeda, un bonito pueblo situado en el parque natural del lago de Sanabria. Me separan 7 horas de viaje pero eso no va a ser un impedimento. Además, estoy de estreno. Me he comprado un coche muy amplio con la finalidad de usarlo como dormitorio en mis escapadas. Todo fue muy improvisado. Me lo dieron el miércoles y al día siguiente partía ya hacia Zamora. Quitar todos los asientos, poner un colchón en la parte trasera y en marcha. 600 kilómetros para hacerle rodaje, así de buena mañana. Voy con mi compañero Blasco, un experto ya en el mundo "Furgo", así que estoy en buenas manos.
Después de un largo viaje, mis piernas están al rojo vivo y mis posaderas se han quedado en un estado vegetativo constante. Llegamos a nuestro destino. Una gran zona verde nos espera. Aparcamos y vamos a por nuestro......¡DORSAL!.....¡Que ilusión me hace escribir esta palabra! Damos un paseo, ceno mis improvisados macarrones y a dormir al coche. Seguimos de estreno.
Amanezco a las 6 de la mañana helado. Rondamos los 0 grados. Debido a la pandemia, no hay lavabos ni duchas disponibles así que hay que improvisar. Como todo ritual antes de una carrera, necesito ir al baño pero la situación no es la más idónea. Oscuridad y frio, mucho frio. Tendré que correr con la tripa llena.
Nos tenemos que montar en un autobús que nos llevará a la localidad de Escuredo. Una hora de viaje y para más inri, nos dejan a 2 kilómetros ya que es imposible acceder con un vehículo de grandes dimensiones. En ocasiones así, la mascarilla viene hasta bien. Te protege la cara de las bajas temperaturas. Mirémosle el lado bueno.
Nos toman la temperatura, revisión de material y a la zona de salida. Somos 100 participantes y salimos en dos tandas de 50 separadas por 10 minutos. El orden de salida es según nuestro currículo deportivo, evidentemente, yo salgo en el segundo grupo. Una vez ubicados en el pasillo central, hay esparcidos estratégicamente conos para ponernos cada corredor en uno de ellos y así mantener la distancia de seguridad. El speaker narra un discurso digno de película, los pelos de punta y no por el frío. Con esa emoción, empezamos a correr.
Pasados los primeros metros y ya con los corredores esparcidos, me guardo la mascarilla. Tenemos 5 kilómetros para entrar un poco en calor. Pasado esta distancia empieza la gran atracción de hoy. La subida a Peña Negra. 3000 metros de una pedrera espectacular. Grandes bloques de piedras que tienes que seleccionar estratégicamente para no meterte la hostia del siglo. Al principio me parece super divertido. Siento que estoy jugando a Humor Amarillo y que el Señor Miyagi me va a salir de algún recoveco en cualquier momento.
Pasan los minutos y la cosa ya no me parece tan graciosa. Además, tengo unos compañeros que no para de hablar. Me están poniendo la cabeza como un bombo. La pandemia me está volviendo un asocial con gran pasión por la soledad. Igual es por eso que me gusten tanto las carreras de larga distancia...
Hacemos cumbre pasadas 2 horas y 30 minutos. Tela. Telita. Tela. Llegamos al punto más alto de la carrera (Vizcodillo 2121m). Las rocas que hemos tenido que subir, ahora toca bajarlas. Estamos en la cara del monte que da la sombra. Las piedras están congeladas. Gracias a los voluntarios que nos avisan y nos guían como si fueran un GPS sino, mi culo aún seguiría en tierras zamoranas. Tenemos que ir con un cuidado brutal. Salvo la situación sin ninguna caída. Raro en mi.
Pasamos por la laguna Maliciosa y toca la subida al Alto del Peñon. Voy con un compañero con el que nos vamos haciendo la goma, yo me separo en las subidas pero enseguida enlaza cuando descendemos. Llegamos al avituallamiento (16km) y ahí empieza un largo y monótono cortafuegos. Tiene un suelo muy pedregoso y continuos altibajos. Es una parte muy fea pero que hay que hacerla lo más rápido posible. Tengo que aprovechar mi vena asfaltera.
Mientras voy avanzando, me invaden los pensamientos más inesperados. Estoy en una larga y llana recta. No me preguntéis porque pero estaba pensando en Nino, jugador de fútbol. Me decía a mi mismo: - Que ejemplo Nino, con 40 años y jugando en Primera División -. Mientras mi cabeza divagaba, no se como, pero tropecé y acabe de cabeza en el suelo. Con la elegancia que me caracteriza, hice una voltereta, me levanté y seguí corriendo como si nada. Oteé el horizonte y maldecí que no me hubiera visto nadie. Fue una caída digna de grabación. No obstante, es el colmo que no me caiga en la pista de hielo anterior y lo haga en la mas absoluta llanura.
En el kilómetro 27 llegas al pico Faeda (2024m) y a partir de aquí 5 kilómetros de bajada cronometrada. No es mi guerra y bajo con mi particular torpeza. Además, es una zona que se debió quemar en el pasado y hay mucho trozos negruzcos de madera con los que hay que tener mucho cuidado si no quiero volver a besar el suelo. No se me hace demasiado larga. Mira que los descensos son mi talón de Aquiles pero eran tantas las ganas que tenía de competir que hoy todo me va bien.
Cruzamos un río, último avituallamiento que paso de largo y 3 kilómetros llanos hasta la meta, en San Ciprían. Aprovecho otra vez está zona y me pongo a 4 el kilómetro. ¡Que ganas de saborear un maratón de asfalto! Me temo que para que suceda eso, aún queda mucho tiempo.....
Llego a meta muy satisfecho de mi carrera y las sensaciones que he tenido. Primera batalla finalizada. Mientras nos vuelven a llevar en bus a la zona de acampada, veo que he quedado en el puesto 49. ¡Que gran ilusión! Me he colado in extremis entre los 50 primeros. Mañana saldré con los PRO.
Llegamos a San Martín. Puedes ir a comer a un restaurante de la localidad y pedirte el Menú del Corredor por 12 euros. Con las prisas de la preparación, mi oferta culinaria consistía en 500 gramos de macarrones repartidos en varios tupper y unas latas de atún. Como podéis imaginar, me fui al restaurante el Recreo. Sopa de cocido, churrasco, media botella de vino y a dormir la mona. ¡Me encanta Zamora!
Ponemos punto y final a la primera etapa. ¡Mañana más!
!Va por ti PRIMO!
Tiempo: 05:12:28
Clasificación general: 49
Participantes finalistas: 100
Tiempo: 05:12:28
Clasificación general: 49
Participantes finalistas: 100
BANDA SONORA DE LA CARRERA
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