martes, 27 de octubre de 2020

ULTRA SANABRIA (43km 2220 D+)

 Amanece un nuevo día en tierras zamoranas. No es el despertar más deseado como antesala a una maratón. Pies fríos, apenas cuatro horas mal dormidas en el interior de un coche, desayunar sin salir del interior del saco. Ni siquiera me puedo lavar la cara. Eso si, hoy no puedo volver a empezar una carrera sin completar el ritual básico del corredor. Me pongo el frontal, los pañuelos y me "escondo" en la oscuridad de la noche. ¡Que bonita sensación notar la hierba mojada por el rocío en tus posaderas!

El esfuerzo de ayer mereció la pena y hoy tengo la fortuna de salir en el grupo de los mejores, aunque sea por los pelos. Sin que se ofendan mis vecinos, hoy me siento como la S.D. Huesca. Tengo el honor de jugar en primera pero voy a sufrir mucho para conseguir la permanencia. 

Emulando las grandes carreras de ciclismo por etapas, aquí también hay maillot de líder, montaña (A lunares rojos), descenso y provincial. Los que consiguieron ponerse primeros en cada clasificación en el día de ayer, los ubican en la primera línea de salida. El resto, detrás. Tras una bonita presentación de los favoritos, nos dan el pistoletazo inicial y todos a correr como si no hubiera un mañana.

Esta vez salimos de San Martín de Castañeda en un rápido descenso por asfalto y sendero hasta desembocar en la orilla del lago Sanabria. Ya os podéis imaginar como fueron los primeros metros. Eso parecía la final Olímpica de 1500. Yo, como buen flipado de la vida, me dejo llevar por la emoción y salgo disparado. Pienso: -Total, es hacia abajo. ¿Qué malo puedo pasar? -.

Cuando llegamos a la arena que rodea el lago, la cosa cambia. Vamos todos en rigurosa fila india. Sorteando piedras y raíces. Estas situaciones me agobian. Notar el aliento constante de un compañero en mi cogote, me pone nervioso. La zona es tan estrecha que no pueden adelantarte ni tu tampoco parar, así que no queda otra. ¡Que el ritmo no pare!

¡Menudo modelazo!

En el kilómetro 5 está el primer avituallamiento. Hemos formado un grupo de corredores y decido no parar, así no me descuelgo. A partir de aquí la cosa ya empieza a endurecerse. Alternamos zonas pedregosas, con duros repechos y falsos llanos. En el grupo, ningún corredor cede lo más mínimo. No paran de correr. Yo intento no descolgarme pero en una de las subidas me acaban sacando de punto. ¡Que os den! - digo por lo bajini. La realidad es: -¡Tricas, quien te habrá mandado a ti meterte en ese berenjenal! -.

Decido volver a la realidad. Llevaré mi propio ritmo, sin fijarme en terceros. Una vez llegamos a Sotillo de Sanabria (12km), la primera gran dificultad de la jornada. Nos toca afrontar una larga subida hasta hacer cima en la laguna. El esfuerzo inicial me está pasando factura. Ahora retumba en mi cabeza la voz del "briefing" en el que decía que la carrera empezaba a partir del 26. No hubiera estado mal haber aprendido un poco y reservar fuerzas. El lema de mi Club (A fuego hasta reventar), a veces no hay que llevarlo a rajatabla.

Deambulando y en plena soledad desde hace ya bastantes minutos, logro hacer cima. La zona es preciosa, hemos pasado por varias cascadas que alegran el camino. Ayer, la etapa me dejo bastante frío en cuanto al paisaje. La que estoy disfrutando hoy es todo lo contrario. Tiene todo lo que un amante de la naturaleza puede desear.

Al llegar a la laguna, vamos corriendo por una zona muy cómoda. Mi problema cuando me quedo solo y después de haber sufrido, es que pierdo la competitividad. Empecé a andar aunque el terreno invitaba a más. En ese momento me adelantó un corredor de otra modalidad. Ellos habían empezado más tarde y tenían otro trazado pero justo en ese tramo coincidíamos. Me dio la enhorabuena por mi esfuerzo realizado. Eso activó mi cuerpo y me uní a él. Volví a conectar con la carrera. Poco a poco se fue distanciando pero tengo que agradecerle ese gesto.

Vida de Caracol 

Un vertiginoso descenso que destapó todos mis defectos técnicos nos desembocó en la localidad de Ribadelago. Sabía que ahora nos íbamos a encontrar con 2 kilómetros de asfalto. Mientras la mayoría de corredores despotricaban de este tramo, yo lo esperaba como agua de mayo. Ya sabéis mi pasión por las carreras en ruta. Además, se agradece correr durante un rato, aunque sean 10 minutos, sin tener que mirar al suelo para sortear piedras. Aparcar la tensión momentáneamente.

Llegamos al avituallamiento del 25. Aquí me hago con un par de trozos de melón. ¡Pero que deliciosidad! Los disfruto como si fuera una delicatesen. Se que cuando acabe el último bocado, empezaré el siguiente tramo cronometrado de subida, la ruta del cañon de Cardena. La clasificación de montaña no es mi guerra pero si han decidido que esta parte dé puntos es porque será bastante exigente.

Empiezo la subida con un compañero que pone un ritmo muy alto. Un servidor, aprendiendo de los errores iniciales, decido poner  el piloto automático. Vista centrada y pasos constantes sin descanso. Poco a poco voy acercándome y lo acabo superando. Incluso me da tiempo a adelantar a dos corredores más antes de llegar al Pico del Fraile. Que curioso. He subido 2 cimas de parecida dificultad pero debido a la forma de afrontarlas, me han supuesto unas sensaciones totalmente diferentes.

Cuando haces cumbre y llegas al siguiente puesto de agua, ya sabes que solo quedan el tramo de descenso cronometrado y un repecho final. La bajada, como tantas otras, pasa sin pena ni gloria por mi mente. Querría contaros algo de ella pero mi mente no ha retenido nada. Ribadelago Viejo es nuestro siguiente punto de control. En esta zona nos agrupamos con otra carrera. Coincido con los que están más justitos de fuerzas y eso me motiva. Después de tantos kilómetros, estar adelantando a compañeros y darnos palabras de animo mutuos, me aporta la energía que me falta para acabar la etapa de hoy.

Solo nos queda la "Senda de los Monjes". El repecho final que acaba convirtiéndose en una dura subida de piedras bastante más larga de lo esperado. Mientras voy dando zancadas de pedrusco en pedrusco mi mente no puede dejar de imaginarse la escena de los Monjes cantando sus alabanzas mientras sudan la gota gorda. Llevado en volandas por mi imaginación, llego a San Martín de Castañeda. 

Segunda etapa finalizada. Son zonas de meta un tanto frías. Sin aglomeraciones ni público. No suenan aplausos. Son tiempos extraños pero nos tenemos que dar con una canto en los dientes. Somos unos afortunados de poder vivirlo. Otros deportes no tienen tanta suerte. Con respecto a la clasificación, sigo avanzando un poco. Me sitúo en el puesto 44

Como buen supersticioso que soy, ayer me dio buena suerte beberme media botella de vino. Debo ceñirme a mis sentimientos y volver a proceder de la misma manera. Esta vez elijo el Restaurante la Terraza. Disfruto de un buen plato de puchero sanabrés y a volver a dormir la mona. 

!Va por ti PRIMO! 

Tiempo: 05:35:43
Clasificación general: 44

Participantes finalistas: 100

                                               BANDA SONORA DE LA CARRERA



 

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