Después de varios años en barbecho, retomamos mi querido Camino de Santiago. Empezaremos allá donde lo dejé: En Gijón. Llevo viajando toda la noche en autobús desde Zaragoza. Hay que decir que la conexión Asturias/Aragón deja mucho que desear.
Salimos a las 23:00 con la idea de poder dormir durante el viaje pero entre la potencia del aire acondicionado y los bocinazos de llegada en cada parada, no consigo conciliar el sueño. Pongo pie a tierra a las 8 de la mañana y mi idea es empezar directamente la etapa. Ya sabéis, hay que exprimir al máximo los días de vacaciones que uno tiene.
Mi norma es no empezar a correr hasta que no salgo del núcleo urbano así que los primeros kilómetros se hacen un poco pesados. Además, me cuesta encontrar las señalizaciones. Será que aún no tengo activado el sentido arácnido del peregrino para ver las flechas amarillas.
Cuando ya nos estábamos alejando de Gijón, me perdí con las indicaciones. Estaba siguiendo unas flechas que indicaban la ruta a la Central Térmica de Aboño. Curiosamente eran amarillas también. En un momento dado me desviaba por una bajada muy chula y vertiginosa. Totalmente diferente a lo que llevaba realizado pero hice caso omiso de las sospechas. Una vez abajo se perdía la pista de todo así que me tocó volver a subir y encontrar el camino correcto. ¡Primer desliz y llevamos apenas unas horas!
¿Sabéis lo que es? |
Lo que no me gusta de esta zona es que vas mucho tiempo por carretera y hay mucha maleza por lo que casi no queda espacio en el arcén. Hay que tener mucho cuidado. Sin darme cuenta y no se si será porque es el primer día, llego a Avilés. Voy paseando por una ría muy bonita, disfrutando del paisaje hasta que llego al Centro Niemeyer y cruzo las vías del tren.
Opto por hacer mi primera parada. Cervecita y chorizo a la sidra para coger fuerzas. Aún queda mucho camino por delante.
La siguiente parte es un continuo subibaja donde las piernas y el cansancio hacen mella. Voy notando la falta de sueño. Tenía preparadas mentalmente todas las etapas y en mi cabeza llevaba la idea de que eran 39 kilómetros. Una vez que llegué a esta distancia, me di cuenta que estaba en mitad de la nada. ¡Aquí pasa algo! Saqué mi chuleta y eran ¡47KM! Menudo bajón...Me meto debajo de una fuente, refresco las ideas y a seguir, no me queda otra.
Pasadizo secreto... |
Por suerte, enseguida la ruta me introduce en un mágico bosque de eucaliptus donde empiezo a corretear sin parar, disfrutando de cada paso. Es una maravilla. Ensimismado como el mismo Mofli, llego a Muros de Nalón.
El albergue está nada más empezar: Me hospedo en el Fali's. Mi sorpresa es que el dueño es extranjero y no habla castellano. Nos apañamos como podemos. Estamos solo una pareja y yo. Me voy a visitar el pueblo, comer en algún parque y descansar. Para la cena me siento un poco incomodo porque es junto al hospedero en una conversación que yo no entiendo. Es mi primer día y no me siento con ganas de esforzarme y socializar. Prefiero introspección.
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