sábado, 25 de octubre de 2025

SPARTATHLON (246km 2823 D+)

Cuando empiezas a dar los primeros pasos en el ULTRAFONDO, siempre sobrevuelan por tu cabeza una serie de competiciones de obligada participación. Al principio suena utópico pero con mucho esfuerzo, poco a poco, ese sueño parece más factible. Después de muchas caídas y posteriores auges. Tras mucha paciencia, ese sueño se va a cumplir. Voy a ir a la SPARTATHLON.

Es la carrera más emblemática. El principio de todo. Te adentra en la historia de Filípides. Aquel valiente hemeródromo griego (Soldados que se dedicaban a correr) que fue desde Atenas a Esparta (246km) corriendo para avisar del ataque inminente de los Persas. Muchos siglos después, cada mes de septiembre, 400 valientes intentan emular sus pasos. En 2025 voy a ser uno de ellos.

El proceso es difícil. Primero tienes que conseguir una marca mínima muy exigente para poder optar a ir (180km en 24 horas), luego tener suerte en el sorteo y por último, abonar la abultada inscripción (1250€). Pese al susto inicial al escuchar la cifra, la inscripción incluye 6 días de hotel a pensión completa, transportes y eventos especiales varios. Hay que tomárselo como unas vacaciones...

Los 2 primeros días son de aclimatación. La delegación española nos alojamos en el Hotel Congo junto a otros países como México, Noruega o China Taipéi. Entre mucha comida, historias infinitas con mis compañeros, recogida de dorsales y algún entreno, nos presentamos el sábado a las 7 de la mañana en las faldas del Partenón. Por delante, 246 kilómetros para recorrerlos en un máximo de 36 horas.

La convivencia los días anteriores han calmado mis nervios. Los españoles hemos creado una familia increíble y eso me ha dado mucha seguridad. Solo por estar presente en un evento así, la salida es más una celebración que una carrera. Todo es felicidad.

Momentos previos. Foto de Spartathlon

Como era de esperar, todo el mundo sale corriendo bastante ligero, sin miedo al futuro. Los primeros kilómetros son para salir de Atenas ¡Que gigante es la ciudad! En subida constante, todos corriendo, parece que está prohibido andar y yo no voy a romper las reglas. Enseguida me encuentro a Víctor y a partir de aquí empezaría un largo binomio. 

Las primeras horas son bastante caóticas. El recorrido es por carretera y con tráfico abierto. El ruido es inmenso. A uno le cuesta acostumbrarse que camiones enormes te adelanten a dos metros de distancia. Víctor me va dando consejos mientras me aclimato a la situación. Llegamos al primero avituallamiento importante (Eleysina, 20km) a ritmo de 5 el kilómetro.

Me dice que va a bajar el ritmo pero parece que se le ha roto el reloj. Va incluso más rápido. Los avituallamientos son cada 4 kilómetros. A estas alturas vamos una grupeta bastante colorida. Italianos, polacos, franceses, americanos y españoles unidos en una misma misión. En los puntos de control nos esparcimos pero luego, como si tuviéramos un imán, volvemos a enlazar.

A partir del kilómetro 30 parece que el entorno se vuelve más benévolo, por lo menos visualmente. Vamos paralelos al mar Egeo, con unas vistas impresionantes y transitamos por carreteras más pequeñas por lo que el trafico disminuye también. ¡Bendito silencio! Solo interrumpidos por los cláxones de los aficionados.

Seguimos rodando a un ritmo alegre, bebiendo y reponiendo energías en todos los avituallamientos con paradas cortas pero necesarias. Sin duda, en esta carrera no hace falta llevar mochila ni accesorios. Tienes acceso al agua cada pocos minutos. En el punto de control de Megara (39km) me había dejado un gel. Mientras lo tomaba, estuve charlando con los voluntarios sobre mis tatuajes, incluso me pidieron fotos. ¡Y a mi que me gusta presumir! Soy un cuadro en movimiento y hay que lucirlo.

El maratón lo pasamos en 3:36. Muy rápido, nos auto avisamos pero seguimos sin el freno echado. ¿Nos estaremos inmolando? lo descubriremos más adelante...

En un momento dado, cuando iba con el argentino Santiago Trull (Ya compartimos vivencias en el 100k de Santander donde salió ganador), seguimos unas flechas amarillas mezcladas con cruces rojas. Indicaciones contradictorias cuanto menos. Iluso de mi, no me percaté. A los pocos minutos me empezó a dar mala espina. Paré. Miré a mis espaldas y no se vislumbraba ningún corredor. Retrocedí sobre mis pasos y efectivamente, nos habíamos equivocado. 2 kilómetros de regalo. ¡Como no vamos a hacer pocos!

Al tiempo, conseguí enlazar con mi compañero Víctor y proseguimos nuestra aventura, bajando el ritmo un poco. Nos acercábamos a uno de los puntos importantes de la carrera. El canal de Corinto (80km). Eso significaba que íbamos a dejar el mar atrás y adentrarnos en la meseta griega. Era hora de hacernos un selfi por lo conseguido hasta ahora, relajarnos, comer un poco de pasta y hablar con los acompañantes españoles.

Foto obligatoria

Una vez recargamos energías, volvimos a coger ritmo pero ya cada vez costaba mantenerlo. A partir de aquí en las subidas intentábamos andar. Nos íbamos haciendo la goma con otros compañeros. Ellos iban constantemente corriendo a un ritmo lento y nosotros alternábamos ritmos rápidos y caminar. El reloj estaba cerca de las 7 de la tarde, eso significaba que tocaba ir sacando el frontal. En cualquier momento el sol se escondería y empezaría el largo tramo nocturno.

Personalmente, mi cuerpo estaba bastante cansado. Tantas horas corriendo por el asfalto me estaban causando mella. Por suerte, antes de llegar a Halkeion (114km) había una subida de 1500 metros. La hicimos andando y esos 15 minutos de relax me salvaron la vida. Necesitaba un descanso para mis doloridas articulaciones. A partir de ahí volvimos a encontrarnos mejor y ya con la noche encima llegamos a Nemea (122km)

En este avituallamiento tenía cambio de ropa. La camiseta de la delegación española, de roja se había transformado en blanca de todas las sales perdidas por mi cuerpo. Nos lo tomamos con calma. Arroz, parada al baño y esperamos a Bernabéu que nos había alcanzado y estaba dándose un masaje. Aquí, con todos ustedes todo un referente español en la Spartathlon, a mi solo me que escuchar y aprender.

Proseguimos la ruta los 3 juntos, siempre al ritmo alegre que marcaba Víctor. En compañía, todo es mejor. Es verdad que la estrategia de Bernabéu es llevar los líquidos encima y no parar en todos los avituallamientos. Yo intentaba amoldarme a esa manera de actuar pero cada vez me costaba más. Me empezaba a descolgar y reenganchaba a duras penas hasta que al final los iba perdiendo de vista.

Al llegar a Malandreni (140km), me estaban esperando para seguir juntos pero yo necesitaba reconectar con la carrera. Las bajadas ya no las podía hacer corriendo debido al dolor de cuádriceps y cuando en una competición así no puedes avanzar en zonas con desnivel negativo, mal vamos. Necesitaba sentarme, reposar, ordenar mis ideas y proseguir, aunque fuera solo. Nos despedimos, deseamos buena suerte y nos vemos en Esparta.

La compañía, lo mejor

Hasta el siguiente punto de control lo hice prácticamente andando. Mi cabeza ya se había desconectado del juego. Había apagado la consola mental. Llegué a Lyrkeia (148km) bastante abatido. A partir de aquí empezaba la subida exigente hasta el Partenio. Mierda. Mientras escribo estas palabras me entra angustia. Punto y final. Mi cuerpo estaba dolorido, como es normal, pero mi mente es la que estaba derrotada. No supe gestionar los sentimientos. Me bloqueé y decidí abandonar. A las primeras de cambio me rendí. No supe sufrir y  aquí, esto se paga muy caro. Pese a las insistencias de todo el mundo: Novia, voluntarios, compañeros, no quise escuchar nada. Me escondí en mi mismo y tiré la toalla. K.O MENTAL.

Me arrepiento muchísimo de mi forma de actuar. Creía que llegaba fuerte mentalmente a la carrera pero está claro que no. En cuanto sentí los primeros problemas físicos, me derrumbé. ¡Parezco nuevo! Con todo lo que he pasado para conseguir llegar hasta aquí y ahora me hago esto. No tengo perdón. Bueno, tampoco vamos a tirarnos tantas piedras a nuestro propio tejado. Ya me he fustigado demasiado hasta que me he atrevido a escribir esta crónica. De todo se aprende. La próxima vez volveré más fuerte, más preparado y nadie me podrá parar, ni siquiera YO mismo.

Todo lo que vino después no hace más que reafirmarme en mi equivocada decisión. Ya me lo avisaron pero no quise escuchar. ¡No abandones!¡No te montes en el autobús de la muerte! Cuanta razón tenían. 8 horas de penitencia me pasé en ese bus hasta que me llevaron a Esparta. Os podéis imaginar el ambiente desolador del interior del vehículo. Un silencio sepulcral, solo interrumpido por el crepitar de las mantas de supervivencia. Fuera estaba cayendo el diluvio universal. Dentro, el diluvio lo llevaba cada uno dentro. Por lo menos me quedo con la compañía de Virginia, Una experimentada atleta argentina (Finisher en 7 ocasiones) que me enseñó a como enfocar la carrera la próxima vez que vaya. !Gracias por tus palabras!

Dar la enhorabuena a todos mis compañeros que acabaron o no. Sois todos superhéroes. Víctor, mi compañero de 140 kilómetros, contigo fue todo mucho más fácil. Buen tándem hicimos. Bernabéu, cuanto he aprendido y espero hacerlo en futuras ediciones. Santi, el otro aragonés, tenemos que quedar en Andorra para entrenar y volver el año que viene más fuertes. José Antonio, nuestro gurú del viaje, siempre velando por el grupo. Víctor, un enamorado del Ultrafondo, da gusto ver su pasión. David, es todo lo que representa la Spartathlon, su beso a Leónidas va a pasar a los anales de la historia. Marc, que decir de él, el español más joven en finalizar la carrera, ya me gustaría tener su fuerza mental. Josep, se quedó  a 26 kilómetros de llegar, lo diste todo y no se puede reprochar nada. Iván, cuarto en la general y un ejemplo a seguir. Mito. Sin olvidarme de los acompañantes. Nos hicisteis más ameno el sufrimiento con vuestro apoyo. Gracias. Gracias a todos.

Los últimos dos días en Atenas fueron un sentimiento agridulce. Disfrutando con mis compañeros de las comidas y cenas de gala pero con una tristeza interna que aún la sigo manteniendo. Ahora queda reponerse, volver a intentar conseguir la mínima y esta vez, SI que SI, llegar a Esparta como sea.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 17:46:19
Clasificación general: Retirado

Kilómetros: 148

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domingo, 22 de junio de 2025

II BACKYARD BENABARRE

 Acabada la temporada de asfalto, tocaba dejar la exigencia del reloj a un lado. Los ejercicios interválicos se quedan aparcados hasta final de año y ajustamos los ritmos a gusto del consumidor. Nos pasamos a la montaña. Para mi, el monte es diversión. Es disfrute. Es un paréntesis entre las rigurosas preparaciones de la maratón. No obstante, darle más prioridad al desahogo no significa dejar el compromiso a un lado. Seguimos con objetivos y la primera parada es: "II Backyard Benabarre".

Esta primera parada es solo una pequeña parte de la gran aventura que me espera en septiembre. Nos vamos a la SPARTATHLON. Es la carrera de Ultrafondo por excelencia. La madre de todas las competiciones. Quiero llegar lo mejor preparado posible. La planificación no va a ser tan exigente en cuanto a intensidad pero si en volumen. Para ello tengo que participar en competiciones donde sumar muchos kilómetros y que mejor lugar que en Benabarre.

A estas alturas, si me soléis seguir en mis andanzas, ya sabréis en que consiste la Backyard pero resumiendo de forma rápida: Es hacer un circuito de 6,7km hasta que no puedes más. Mi objetivo como en las 2 ocasiones anteriores es aguantar 24 vueltas. De momento he fracasado. ¿Lo conseguiré esta vez?

Nos presentamos en la pequeña localidad oscense un buen grupo de amigos. Jordi y Pablo, compañeros de equipo de ANDANDAEH más Jesús y Joaquín de los Kalandrakas. Además, compartiremos estancia con muchos más amigos (Kevin, Vlady, los hermanos Bailo, etc.). Es como correr en casa. Para más inri, el formato de la zona de descanso es muy especial. En un merendero cada participante se busca sus recursos. Mesas, carpas, tiendas de campaña inundan el bosque. Le da un aire mágico y festivalero muy especial.

Este año han cambiado los horarios. Arrancamos el viernes a las 21:00. A priori, parece mas benévolo, nos quitamos primero las horas de noche que siempre suelen ser las que más se atragantan. Yo llego con bastante antelación para preparar todo el tinglado, intentar descansar y cenar con calma.

 

Tocando en badajo...Foto de Mario Gascón

Con la puntualidad que exige esta disciplina, salimos en busca de la primera vuelta. Primero hacemos un recorrido más montañero. Nos lleva por un sendero entre naturaleza para volver por pista pero siempre envueltos en bosque. Un  continuo rompepiernas donde acumulamos 150 metros de desnivel positivo. En comparación a otras ocasiones donde siempre salgo a un ritmo alegre, esta vez opto por otra estrategia. Empiezo bastante comedido junto a mi amigo Pablo. Andando en bastantes ocasiones debido a la aglomeración que se forma en los estrechos senderos. Si te soy sincero, me estoy agobiando un poco pero se que a la larga es lo más aconsejable. Peor lo lleva mi amigo Jesús Bailo. Ganador de Ehunmilak y séptimo en el Tor des Geants. Imagínate lo que debe suponer para el ir a ritmos tan lentos pero como buen campeón, tiene que ser riguroso en el planteamiento si quiere ganar.

Acabamos la primera vuelta en 50 minutos. Un trago de agua y vuelta a empezar. Como ya ha caído la noche en Benabarre, nos tenemos que poner el frontal y cambiar al circuito nocturno. Esta vez nos dirigimos al centro del pueblo. Primero una larga recta por pista cómoda hasta llegar a las inmediaciones de la zona urbana. Tenemos que recorrer varios recovecos hasta salir a las calles asfaltadas. En el pueblo nos encontramos una gran animación, lleno de gente y carteles de ánimo. Con tanto público vas en volandas y así hasta volver al inicio. Sigo con Pablo de charleta hasta completarlo en 50 minutos. Puntuales a nuestra cita con el crono.

Es medianoche y todo sigue igual. Han abandonado bastante gente que serían vecinos del pueblo apuntados para colaborar pero aún sigue habiendo muchos supervivientes. Esto acaba de empezar. Vamos a un ritmo muy tranquilo, cambiando de compañeros de viaje según la vuelta. En mi caso, el estomago lo llevo bastante mal. No me ha sentado bien la cena ni los horarios vespertinos. Estoy acostumbrado a competir y entrenar por la mañana. Eso se nota. Como no son ritmos exigentes, confío en que se vaya solucionando con el tiempo pero parece que lleve una pandereta en la tripa. El sueño tampoco ayuda. Con lo que me ha gustado trasnochar toda la vida y ahora estoy que me arrastro por las esquinas. No llevo nada de buenas sensaciones.

En la cuarta vuelta cae en combate Jesús. El hastío le ha ganado la partida. A la siguiente vuelta, Jordi y Pablo le acompañan. Es su primera vez y creo que no han sabido gestionar las fuerzas mentales. Pueden hacer muchas más. En un abrir y cerrar de ojos, el campamento que habíamos montado se quedó huérfano. La fiesta se apagó. Solo quedábamos Joaquín y un servidor. Yo estaba muy negativo, la noche me estaba ganando la partida pero gracias a Joaquín seguía adelante. El estaba mejorando sus marcas y se le veía motivado. Somos un equipo. Hay que aguantar.

En la vuelta 8 le dije que teníamos que aguantar 2 horas más para llegar a las 10 y nos retirábamos. Quería motivarle y a la vez, buscar algo en mi que me hiciera empezar a disfrutar. Íbamos tranquilos los dos a cola del pelotón. Literalmente éramos los últimos. Me puse nervioso y aceleré pero fiel a mi cita, clavé la vuelta en 50 minutos.

Al final de la decima vuelta empezó a amanecer. Buscaba que los rayos de sol me resucitarán. Fueran mi salvación. Nada más acabar la vuelta, me fui a mi carpa y lo más rápido posible me cambié de ropa. Pantalón corto y camisetas de tirantes. Tenía que engañar a la mente. Confundirla. ¡Aquí no ha pasado nada! Volvemos a empezar de cero. Cuando llegó Joaquín, con el valor del trabajo bien hecho, se retiró a sus aposentos y me dejó solo ante el peligro. Por suerte, había renacido. Un nuevo Tricas estaba presente. 

Con la luz de la mañana y el regreso al recorrido diurno todo cambió. Estaba empezando a disfrutar. Cabeza contenta, cuerpo fuerte. Voy cambiando de compañeros en cada vuelta. Kevin, James, los hermanos Bailo. Siempre en la retaguardia guardando fuerzas, las pocas que iban quedando. Al final de cada circuito nos estaba esperando el cencerro que de forma orgullosa hacías sonar. Con ello, los ánimos incondicionales de Francesc, el speaker que me dio la vida. El año pasado ya le debí hacer gracia, llamándome TOP4 todo el rato. Lo que son las cosas. Como pueden cambiar en un año. La edición del año pasado llegaba siempre entre los primeros, de ahí el mote que me puso. Tuve unas sensaciones increíbles durante toda la carrera hasta que me retiré. Esta vez, cambié la estrategia por todos los consejos escuchados. Llevando ritmos mucho más lentos y las sensaciones han sido malas desde el principio. Lo que no ha cambiado son los gritos a golpe de micro de Francesc. Así da gusto llegar a meta. ¡GRACIAS!

¡Con mi BRO!

Cuando el calor estaba empezando a hacer de las suyas, me puse una meta. 15 vueltas. Son 100 kilómetros. Es un número redondo y muy bonito para finalizar la aventura. Me autoengañaba y lo edulcoraba todo para convencerme que la retirada era una buena opción. Es un sentimiento raro. Es como si tuvieras dos personalidades y una quiere manipular a la otra. Una quiere abandonar pero en verdad tienes físico y fuerzas para seguir. 

Al final de una vuelta, para seros sinceros, ya no me acuerdo ni cual era, después de cruzar la meta y cuando me iba moribundo hacia mi carpa, alguien se entrometió en mi camino. ¡ERA MI PAREJA! ¿Pero que haces aquí? No estaba en mis planes su presencia. Es más, estaba hablando con ella por WhatsApp como si estuviera en Zaragoza. Me había preparado una maravillosa encerrona. Ya tenía nueva compañera de festival después de tantas horas solo. Y no una compañía cualquiera, sino la mejor.

Ya tenía entrenadora mental para aguantar unas vueltas más. Así sin quererlo y después de las penurias de la noche, nos habíamos plantado cerca de mi mejor marca personal pero aún lejos de mi objetivo. Empezamos la vuelta 16. Es mediodía y el calor es matador. La parte de la pista hace una pequeña brisa que hace más llevadero el recorrido pero es adentrarnos en el sendero y llegar al mismismo infierno. Es como meterse en un horno. Al estar más cerrado, se forma un microclima que es difícil de sobrellevar. Las pulsaciones se me disparan incluso yendo a 7 minutos el kilómetro.

Acabada la vuelta, no estoy muy por la labor de seguir pero tanto Francesc como el público me obligan a seguir. Es una responsabilidad muy grande llegar al centro neurálgico donde todo el mundo te está vitoreando y decir que abandonas. Es una presión añadida a tus continuos titubeos mentales. 

Intentando hidratarme... 

En la carpa y mientras me como un bocadillo de nocilla, dejo caer que igual no salgo pero mi novia no está muy de acuerdo. Me echa la bronca, usa todas sus armas para que no me rinda. Yo me resisto. Creo que en el fondo necesito "amenazas positivas" para seguir en la lucha. Me cabreo, me hago de rogar y busco acuerdos contractuales. Estoy bastante limitado de físico pero claramente puedo continuar, solo necesito un poquito de dramatismo. Soy un peliculero, que le voy a hacer si trabajo en el mundo audiovisual.

Estamos en la vuelta 17. Ya he igualado mi mejor marca personal. ¿Me retiro? ¿Puedo seguir más? o mejor: ¿Quiero seguir más? Según me voy acercando a la meta lo tengo claro. Toco el cencerro, doy las gracias a todos por los aplausos pero me quito el dorsal. Mi aventura acaba aquí, 117 kilómetros después. 

¿Había podido seguir más? En ese momento yo creía que no, o eso quise pensar. Yo estoy seguro que el físico si que podía. La mente es la que no me lo permitió. En esta disciplina aún no he conseguido aprender a sufrir más de la cuenta. Llevo ya 3 competiciones y aún no he dado con la tuerca pero se que lo conseguiré. Tarde o temprano caerán esas 24 horas. Estoy seguro.

Dar las gracias a Germán y todas las personas que hacen posible esta carrera. Es una maravilla participar en este evento. Te sientes super querido y como si estuvieras en casa. Incluso una vez retirado, los vecinos nos invitaron a paella y carne a la brasa. Mi novia casi acaba empadronada en Benabarre. Así sin quererlo, he encontrado una fecha fija en mi calendario. ¡Nos vemos el año que viene! Ya os voy avisando, no me dejéis retirarme hasta que no haga 24 vueltas.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 17:00:00
Clasificación general: 14

Kilómetros realizados: 114

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lunes, 21 de abril de 2025

MARATÓN DE ZARAGOZA

Seguimos la temporada. Suma y sigue. Vamos acumulando kilómetros con el único propósito de superarnos a nosotros mismos. Encontrar nuestra mejor versión. Ha llegado la hora de demostrarlo y que mejor lugar que en tu propia casa. Corremos en la Maratón de Zaragoza.

Como ya va siendo habitual, en mi ciudad quemo el último cartucho. Después de centrarnos en la Maratón de Castellón, si sale mal, siempre tenemos una segunda oportunidad  en la capital maña. Esta vez tocó cruz, no conseguí cumplir objetivos así que tocaba resarcirse a orillas del Ebro.

Como ya conté, en navidades tuve una lesión que me dejó fuera de juego durante 3 semanas. Eso provocó llegar muy justo a Castellón. Así fue. Las matemáticas no fallan. Perdí  y tocaba seguir entrenando duro unas semanas más. Así lo hice. Sumé una buena remesa de kilómetros extra y a volverse a poner en la línea de salida.

Amanecía una agradable pero ventosa mañana. Los autóctonos ya estamos acostumbrados. El cierzo siempre nos acompaña. Es algo que tenemos asumido. Seguro que es el único atleta que ha participado en todas las ediciones. Nos acercamos a la plaza del Pilar y nos ubicamos en nuestro cajón. A primera vista no hay muchas caras conocidas. Las fechas este año no han acompañado y la participación de élite ha bajado salvo los africanos contratados por la organización. En féminas si destaca la presencia de Laura Méndez, olímpica en Tokio. 

Salimos y nos vamos posicionando. Mi objetivo es intentar hacer 2:35. Una de las peculiaridades en maratones más familiares son las conversaciones los primeros metros entre corredores. ¿A que ritmo vas a ir? ¿Qué marca quieres hacer? Oigo que Laura quiere hacer 2:40. Se que ir en su grupo sería una gran baza, sobre todo para chupar cámara en la retransmisión de Aragón TV. Mira que me gusta a mi un buen salseo pero esta vez había que intentar ir más rápido. Me adelanto y enseguida me quedo solo. En mitad de la nada. Solo el cierzo y yo.

Vaya 2 monumentos... Fotos de Barrel

Los primeros kilómetros van pasando cómodos. Abandonado pero feliz. Voy viendo caras conocidas entre el público y eso siempre anima. De momento, todo va viento en popa. El recorrido, salvo pequeños cambios, se ha consolidado estos últimos años por lo que me lo sé de  memoria. El principio me gusta bastante. No opino lo mismo de la zona de la Expo. Me parece bastante desangelada. ¿Pero sabéis qué? Te guste o no , te toca pasar así que nos ponemos a ello.

Noto que el grupo de Laura va unos metros detrás. ¿No sería buena idea esperarles y correr en grupo? Ir en solitario tanto tiempo va mermando las fuerzas. Está totalmente estudiado que se gastan muchas más energías pero se ve que hoy estaba en plan llanero solitario. Seguí mi encrucijada hasta el kilómetro 20. Es la parte donde rodeamos el Parque del Tío Jorge. Siempre se me atraganta esta zona. No se que tendrá pero es de mala digestión.

Al paso por la avenida del Puente del Pilar empiezo a oír unos gritos que me resultan familiares pero no lo asocio a nadie. Estoy pasando por una zona bastante desconocida. Me acerco y ahí estaban mi hermana y sobrinos. ¡Más familiares no podían ser! Les saludo y prosigo con mi aventura. Ya me voy notando el paso de los kilómetros. Algo no anda bien. De vuelta al centro y al paso por el Puente de Hierro donde se ubica toda mi familia, paso con una gran sonrisa pero más grande era la fatiga. Hagamos que parezca que todo va bien...

La Virgen del Pilar dice...

A orillas del Ebro ya me adelantan los compañeros que llevaba detrás con anterioridad. Me intento enganchar en vano. Sus ritmos ya me parecen inalcanzables. Vuelvo a pasar por donde mi familia y aunque intento disimular, mi  desencajada figura me debió delatar según me comentaron a posteriori.

Sigo con mi vía crucis. Sobre el kilómetro 28 y al pasar el túnel de Cesáreo Alierta, viendo que dos parciales se me habían ido por encima de 4, decido parar. ¡CORTOCIRCUITO TOTAL! No me había pasado en la vida en una maratón. Se me pasó por la mente abandonar y no lo dude un segundo. Cero capacidad de sufrimiento. Arrinconado en el asfalto vi pasar a Laura y su grupo. Ma agarré a un pequeño hilo de esperanza y retomé el camino.

Nada más lejos de la realidad, a escasos 1000 metros y mientras me estaba tomando un gel para coger energías, decidí parar del todo. Querer y no poder. Es todo un reflejo de la pelea interna que llevaba. Vi pasar a mi compañero Kevin. Le dije: -¡Hasta aquí hemos llegado!-. Frustrado y cabeza gacha me fui andando hacia la meta. Me estaban esperando los familiares. Esta vez no van a disfrutar de mi entrada triunfal, toca hacerlo por la puerta de atrás.

Esta claro que se me ha hecho muy larga la temporada. Igual ya no estamos para tantas semanas de entrenamiento. Tengo que jugarme mi baza a un único pico de forma o espaciarlos en más tiempo. O quizás solo ha sido un mal año. O tal vez haya llegado a mi tope. Tantas preguntas y ahora mismo todas las respuestas son negativas. Dejaremos reposarlo y hacer un pensamiento de forma más cabal.

De momento, lo que toca ahora es un cambio de chip. Una nueva aventura me espera ¿Quizás la más grande que he vivido? No lo sé, pero seguro que disfruto mucho del camino. Me espera nada más y nada menos que la SPARTATHLON


¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: ABANDONO

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lunes, 17 de febrero de 2025

MARATÓN DE CASTELLÓN

 Ya estamos inmersos en 2025. Otro año más donde renovar objetivos, ponernos nuevas metas y buscar aventuras que nos hagan crecer. En mi caso, arrancaremos igual pero diferente. Mismo lugar, distinto resultado. Arrancaremos en la "Maratón de Castellón".

Por primera vez habíamos conseguido empezar la preparación con bastante antelación. Sin competiciones de ultrafondo alterando a mi entrenador. Me había juntado con unos amigos para hacer los entrenos de calidad y así exprimirnos aún más. Todo iba genial hasta que ¡ZASCA! Después de unas series de 400 empecé a notar molestias en la ingle. Fueron a más. Diagnostico: Pubalgia y 3 semanas perdidas. Trabajando con mi fisio y con ejercicios de rehabilitación conseguimos controlar las molestias pero a día de hoy aún siguen presentes.

Llegamos a Castellón en muy buena forma pero con la rabia de esas 3 semanas a medio gas (En una preparación tan exigente, perder 20 días es un mundo). No obstante, no nos dejamos amedrentar por la situación. Siguiendo las instrucciones de Fernando, decidimos arriesgar. Hemos venido a jugar. Si perdemos, ya echaremos otra partida en la Maratón de Zaragoza. All-in. Todo al 3:35 el kilómetro.

Salimos bajo una espesa niebla a las 9:17. Minutos después de la 10k donde, a posteriori, Kejelcha iba a conseguir récord del mundo. Como siempre en Castellón, la carrera sale volada. Sus amplias calles animan a llevar una zancada alegre y rápida. Para más inri, vas adelantando a los corredores de la 10k. Eso fortalece más el ritmo crucero.

En los primeros kilómetros consigo enlazar con la tercera clasificada, la keniana Pauline Mutwa. Veo que puede ser una excelente acompañante y me junto a ella. Van pasando los minutos relativamente cómodo aunque se nota que la atleta no está al 100% físicamente. Va por oleadas. Tan pronto acelera y me quedo descolgado como echa el freno y se nos va el ritmo por encima de 3:35.

Agarrado a la élite. Foto de Canofotosports

Cuando afrontamos los últimos metros para llegar al barrio del Grao, después de superar mi querida recta de 4 kilómetros, noto que el ritmo baja bruscamente. ¿Sigo en el grupo? ¿Me voy en busca de nuevas aventuras? Me acojo a mi intrépido espíritu corsario y abandono el barco. Me adelanto en solitario buscando el ritmo marcado por mi entrenador.

Sigue todo en orden, pasamos el 25km. Toca volver hacia le centro. En el momento de retornar a mi recta interminable, apareció un compañero que hacia mucho tiempo que no me visitaba: EL HOMBRE DEL MAZO. Como si de un apagón se tratase, se me fundieron los focos. Se me diluyó la fuerza. Las piernas ya no respondían. La recta de 4 kilómetros que tantas veces he disfrutado, ahora parecía un pasillo interminable.

Intentaba pero no podía. Por mi mente pasaba la posibilidad de parar en el 30. ¿Para que seguir sufriendo si no voy a conseguir los objetivos? Mi próxima preparación lo agradecerá. Por otro lado, mi orgullo me decía: ¿Has venido hasta aquí y vas a abandonar? Anda, anda. ¡No te pares, esgarramantas! Mi pareja me estaba esperando en los últimos kilómetros. ¿Cómo iba a aparecer yo andando? Decidido: NO ME PARO.

Contento de que acabe... Foto de elperiodic.com

La última hora de carrera poco más se puede decir. Sufriendo como nunca. Cuando me adelantaba alguien, mi pundonor intentaba seguirle. Situación que apenas duraba unos segundos. La cruda realidad. El tiempo pasaba muy lento. Ni ver a mi pareja me dio fuerzas. Eso la única vez que la vi, las otras, con la mirada perdida, ni la reconocí. Ya ni enfocaba...

Al final paré el cronometro en 2:38. Muy por debajo de mis expectativas. Al cruzar el arco de meta me alegré solo por acabar con la agonía. Arriesgamos y perdimos. ¿FRACASO? Tampoco lo creo. No todo sale siempre como uno se espera y menos en el deporte. Las circunstancias hicieron que no lo haya podido conseguir esta vez pero me esperan muchos más intentos. La ilusión no se pierde. Al revés, ahora tengo muchas más ganas. Seguir entrenando duro para conseguir un sueño. Seguir entrenado para resarcirme. Seguir entrenando para ser feliz.

¡GRACIAS PRIMO, VA POR TI!

Tiempo: 02:38:19
Clasificación general: 17

Clasificación categoría: 5

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